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sábado, 31 de octubre de 2020

RECORDAMOS A NUESTROS DIFUNTOS Día 2 de Noviembre 2020


 A NUESTROS DIFUNTOS 

que nos miran desde arriba, 
¡cierto! que es cierto. 
 
Cuando se enciende una estrella, 
cuando aparece un lucero, 
cuando el sol sale de día 
y cuando la luna de noche  
su cara nos ilumina…  
son ellos, los que nos miran, 
los que se fueron. 
 
Nos cuidan y protegen, 
porque nos quieren; 
enjugan nuestras penas, 
nos ayudan en la inercia, 
nos avisan en los males, 
interceden por nosotros 
y nos muestran sus amores. 
 
Ausentes por la muerte, 
¡dolor y llanto! 
perviven en nosotros, 
¡alegría y canto! 
misteriosa presencia 
de nuestros muertos; 
¡protectores nuestros!. 

“El hombre no se explica por la NADA, necesita ETERNIDAD”  

Visita a los cementerios, recuerdo de nuestros seres queridos, una oración por los que nos precedieron y que ya atravesaron la muerte para la vida definitiva: Un modo de mostrarles nuestra cercanía, nuestro afecto y nuestro agradecimiento… una manera de reconocer que no han quedado reducidos a la nada… Esperanza para nosotros mismos y para la humanidad… El hombre desde siempre se ha preocupado de sus muertos; todas las culturas viven la realidad de la muerte con diversidad de rituales, pero en todas se vislumbra que es el acontecimiento principal de la vida; sin embargo, en nuestra sociedad se quiere ocultar o disimular el “hecho de la muerte” y a pesar de ello, incluso inconscientemente, buscamos algo donde agarrarnos, que nos invite a esperar; un signo que nos inspire consolación y nos abra algún horizonte, algo que nos ofrezca un futuro, pues la nada no nos satisface. La realidad de la muerte nos concierne a todos y al visitar las tumbas en este día y leer “las inscripciones” se agolpan los recuerdos de cómo vivieron, qué amaron, qué temieron, qué esperaron y qué detestaron. Al recordarlos tenemos necesidad de entrever un camino marcado por la esperanza.  

Jesucristo nos ilumina a los cristianos en esta búsqueda: “No se turbe vuestro corazón, creed en Dios, creed también en Mi. Voy a prepararos una estancia…”  “Dios amó tanto al mundo que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en el no perezca, sino que tenga vida eterna”. “Hoy estarás conmigo en el Paraíso”, dijo, Jesús, al buen ladrón. La Magdalena y los de Emaús anunciaron jubilosos que Jesús había resucitado ¡Hemos visto al Señor! Cristo nos sostiene a través de la noche de la muerte que él mismo cruzó: “Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en Mi tendrá vida eterna” y Él es el Buen Pastor, a cuya guía nos podemos confiar sin miedo alguno, porque conoce bien el camino, incluso a través de la oscuridad. 

Nuestros difuntos nos ayudan a sentirnos parte de la larga historia de la humanidad en esa línea concreta que es nuestro árbol genealógico. Por ellos formamos parte de esta realidad que vivimos, costumbres, rasgos, estilos… todo lo que nos identifica; por ellos entramos en una cadena de lucha y amor por la vida; ellos nos conectan a una serie de dones y conocimientos compartidos, gratuidades y resistencia por las que somos lo que somos. Ellos, sus vidas y testimonios nos hacen reconocer agradecidos cómo la mano de Dios nos sostiene en el caminar y nos espera en el abrazo de paz definitivo en el que nos encontraremos con ellos. Nuestros difuntos merecen la memoria, el reconocimiento y el afecto de todos los que vivimos, pues formaron parte de nuestra vida, venimos de ellos en nuestro ser y quehacer… Ellos nos trasmitieron, también, la fe en Jesucristo, el amor a la Virgen, el que pertenezcamos a la Gran Familia de los Hijos de Dios y así nos abrieron a horizontes eternos. 

       El día de los difuntos mantiene todavía: una dimensión popular que no debía ser sustituida por ninguna importación; una dimensión religiosa que, en la pluralidad de nuestra sociedad, debe ser cada día más respetuosa con la diversidad de expresiones; una dimensión festiva, que está mezclada con ribetes de tristeza por la misma ausencia, pero también de esperanza en la vida definitiva, que ellos ya viven y nosotros esperamos, pues ni queremos ni podemos ser reducidos a la nada.

  Antonio Aranda Calvo. Sacerdote. 

 

 

 


viernes, 30 de octubre de 2020

DOMINGO XXXI. Día 1 de Noviembre 2020. FESTIVIDAD DE TODOS LOS SANTOS.

“SED SANTOS COMO EL PADRE DIOS ES SANTO” 

 


   Celebramos hoy la Fiesta de todos los Santos, coincidiendo con el Día del Señor. La Liturgia de esta Fiesta de “Todos los Santos” prevalece sobre el domingo y por ello las Lecturas, que se han proclamado. Hoy es un día de gran tradición cristiana, y muy popular, pues unido a la Conmemoración de los Difuntos, la celebra piadosamente el Pueblo de Dios.  

   Pero, ¿de qué fiesta se trata? Celebramos a todos aquellos hombres y mujeres, cuyas vidas han sido un testimonio de amor a Dios y al prójimo, no solo en palabras, sino en actitudes y en obras. Según veíamos el domingo pasado, la esencia del ser cristiano, el mandamiento principio y fundamento de todo es el “Amarás al Señor tu Dios con toda tu alma y con todo tu corazón y al prójimo de la misma manera”. Las vidas de los santos han atestiguado la Verdad de Dios y han ayudado a otros a descubrir a ese Dios, Padre de Misericordia, Perdón y Amor. Ellos han sido testigos de la presencia de Dios en el mundo, de su Amor hasta el extremo de dar la vida por todos nosotros en su Hijo Jesucristo y de ofrecernos el gran Proyecto para un mundo nuevo y una humanidad nueva: Un Padre Único y una gran familia de hermanos, una sociedad fraterna, en la que reine las paz, fruto de la justicia y de la verdad… así nos quiere el Señor y a eso tenemos que aspirar y con su Gracia seremos “santos” como desea el Padre Celestial. 

 Santos son los hombres y mujeres de todos los tiempos, canonizados o no, personas que caminan por nuestras calles, “hermanos de la puerta de al lado” como dice el Papa Francisco, que en el quehacer diario y en el empeño de sus propias vidas, se han comprometido con quienes sufren, con los que tienen hambre y sed de justicia, han luchado por tener un corazón limpio, libre de envidias y de rencores. Son aquellos que se han reconocido pecadores, han sentido el perdón, el amor y la ternura de Dios y por ello, también, han perdonado y han amado, aún a los enemigos. Ellos nos acompañan en nuestro caminar, con su ejemplo e intercesión animan a las comunidades cristianas y nos ayudan a mantenernos en la lucha por hacer un mundo más humano; nos ayudan a llevar las cruces de la vida y a llevar las de nuestros prójimos, perseverando en medio de las dudas y dificultades. Ellos nos ayudan a mirar a Jesús  a amarle y seguirle, como el único y verdadero modelo de vida: “venid a Mí todos los que estáis cansados y agobiados y Yo os aliviaré”… “aprended de Mí que soy manso y humilde de corazón” “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” Los santos de todos los tiempos nos enseñan, también a amar y venerar a la Santísima Virgen María, Madre de Jesús y Madre nuestra, aprendiendo de Ella en el seguimiento a su Hijo Jesús.    

   ¿Cuál es su mensaje? De momento, esta Fiesta nos da la oportunidad de reflexionar  sobre el alcance de la Santidad en la vida; no se trata de perfectos, ni de héroes o superdotados; no nos orienta a un voluntarismo perfeccionista en el que hayamos de superar la “carrera de obstáculos…” porque no se trata tanto de nosotros mismos, cuanto de que nos abramos a la acción de Dios, que obra en cada uno; que nos dejemos hacer por Él; que sigamos su llamada; que le seamos fieles… y lo demás se nos dará por añadidura. Hemos celebrado en estos días a San Francisco, Santa Teresita del Niño Jesús, Santa Teresa de Ávila, a la Virgen con el título del Rosario o del Pilar, se nos ofrecen en la 13 de Televisión, películas de Santos más cercanos a nosotros, San Juan Bosco, Papas como Juan XXIII, San Juan Pablo II, otros como Felipe Neri. Mártires de todos los tiempos y también actuales. Todos pueden ser ejemplos para nosotros e intercesores ante Dios a favor nuestros. 

   La Palabra de Dios nos presenta hoy la realidad de una multitud  de santos anónimos, plenos de vida evangélica, de experiencia de Dios, de sentimientos y obras de caridad: “una muchedumbre inmensa, que nadie podía contar, de todas las naciones, razas, pueblos y lenguas, de pié delante del trono y del Cordero” (Apoc 7,2-4-9-14). Y esto, porque el don y la gracia, el sello y hasta el ADN  que marca sus vidas, no es otro que el ser  Hijos de Dios: “Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!... queridos somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos… seremos semejantes a Él porque lo veremos tal cual es… todo el que tiene esta esperanza en Él se purifica a sí mismo, como Él es puro” (1Jn 3,1-3).

Podemos decir con el evangelio de hoy, que  la santidad  vivida por Jesús, a la que nos llama es un Camino de Bondad y Felicidad.  Bienaventuranzas y obras de Misericordia: Mt. 5,1-12; 25. Un Camino y una Meta de Bondad, Felicidad y Comunión. 

Los 144 mil sellados de todas las tribus de Israel 
(Apocalipsis 7,1) 
(Que significa la universalidad de la salvación ganada por Cristo)

“…Después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol…”

Apocalipsis de Saint-Sever.

 (El Beato de Saint-Sever, códice del siglo XI Se trata del primer Beato plenamente románico y también el único que conocemos creado fuera de España)

   Lo que hoy celebramos es el Amor de Dios, que ya ha acogido a los que nos han precedido y nos esperan a los que todavía estamos en marcha. Santidad es no perder nunca en nosotros la imagen de hijos de Dios, como hicieron y vivieron los santos. 

 Antonio Aranda Calvo. Sacerdote diocesano


 Nota: A continuación encontraréis, a modo de epílogo, una presentación del lugar histórico, según la tradición, donde se sitúan los hechos narrados en los Evangelios. Esta parte se debe a Don Miguel Mesa Molinos, colaborador valioso en este Blog, a quien damos las gracias.






viernes, 23 de octubre de 2020

DOMINGO XXX DE T. O. 25 de Octubre 2020

 “AMARÁS AL SEÑOR TU DIOS CON TODO TU CORAZÓN” 

   Llega en este Domingo la lección más importante que el Señor Jesús nos da para poder entrar en el Reino de Dios, y no es otra “que el Amor a Dios y al prójimo”

 EL EXODO, primera lectura, nos presenta una manifiesta preocupación social, pues el pueblo que había estado unido en la esclavitud de Egipto, ahora comenzaban  a dividirse unos contra otros. Moisés trata de reconvenirlo poniéndole como ejemplo al Dios Misericordioso que los sacó de Egipto y al que tienen que seguir e imitar. Si Él fue misericordioso con ellos, ellos lo deben ser entre sí. El dominador común de las exigencias de Dios  es el cuidado de los más necesitados como huérfanos, viudas y pobres. 

   Hoy también Dios es el defensor de los indigentes, que nada tienen; de los que dependen de los demás para su supervivencia y para salir de la vulnerabilidad, depende de las ayudas individuales o de instituciones.   


“…No maltratarás al extranjero ni lo oprimirás, porque vosotros  fuisteis extranjeros en Egipto…” (Libro del Exodo 22,20-26.)                             

LA HUIDA A EGIPTO 
Jerónimo Antonio Ezquerra ( 1660-1733). Museo Carmen Thyssen (Málaga).


   Todos los pueblos y culturas han vivido y viven situaciones de INDIGENCIA, pero la mejor lucha que podemos entablar contra ella es nuestra visión de Dios que nos ha amado hasta el extremo y nos pide como respuesta el amor al hermano.

Salmo 18(17),2-3a.3bc-4.47.51a-51b.

   TESALONICENSES: Pablo sigue valorando esta Comunidad de Tesalónica, por lo que ha supuesto en ellos el cambio radical de los ídolos al Dios Verdadero, manifestado en un CRUCIFICADO (algo inaudito… insólito)  un verdadero reto en quien fundamentan el amor a todos, pues que Él ha dado la vida por judíos y gentiles, hombres y mujeres, de todo pueblo y nación. Los tesalonicenses llevan a la práctica la exigencia cristiana del Amor, como Cristo lo enseñó, y son ejemplo para Acaya y Macedonia, así viven una vida nueva con la Esperanza puesta en la Vida Plena. 

   EVANGELIO: Y POR ENCIMA DE TODO “AMARÁS” 

   Asombra la soberanía con que Jesús  afirma que no hay preceptos como estos, porque en ellos se apoya toda la Ley y los Profetas. Pone un orden lógico entre el 1º y el 2º, pero sin disminuir para nada al segundo. En el fondo está…  “que no se puede amar a Dios sin amar al prójimo”, por eso la inmediatez y la semejanza. Después en la Iª de San Juan se nos dirá… “si Dios nos ha amado así, también nosotros debemos amar a nuestros hermanos”. Y es que Jesús nos descubre un Dios nuevo y un hombre nuevo, la verdadera humanización, el ser hijos de Dios, conquistada por Jesucristo desde el “Abba” Padre.  

Evangelio según San Mateo 22,34-40.

   Los cristianos tenemos un Dios, revelado en Jesucristo, que no está lejano, ni es impasible o indiferente a nuestras vidas. Él es el Enmanuel, el Dios con nosotros. Él siempre está en movimiento junto a cada uno y en especial a los más necesitados, porque ama a esta humanidad que sigue caminando entre luces y sombras, buscando su verdadera identidad, su plena dignidad, su autenticidad de ser, su plenitud de existencia… y que en Cristo Jesús la encontraremos definitivamente como hijos de Dios y coherederos con Cristo. 

   No debería pasar desapercibido que Mateo sitúa este encuentro de Jesús con los fariseos y doctores, en el Templo de Jerusalén, de pequeño se encontró también con ellos; este lugar era para los judíos, en tiempos de Jesús, el lugar  del perdón,  de los sacrificios,  del encuentro con Dios, morada del Altísimo, lugar santo… y aquí es donde Jesús declara que el Amor es el principio y fundamento de la verdadera religión; sin el Amor, los rituales,  los sacrificios y ofrendas, los preceptos y celebraciones…  se convierten en tiranía; pues sin el amor no seríamos humanos y si no somos humanos no podemos relacionarnos ni con Dios, ni con los hermanos, y así no podríamos cumplir con el mandato de Dios, principio y fundamento de la verdadera religión: POR ENCIMA DE TODO AMARÁS. 

 Antonio Aranda Calvo. Sacerdote.  

 


viernes, 16 de octubre de 2020

DOMINGO XXIX T. O. 18 DE Octubre 2020

 DÍA DEL DOMUND.


“A Dios lo que es de Dios, al Cesar lo que es del Cesar” 
(El amor frente al poder)

I.- La Iglesia siempre es y ha sido Misionera, recibió un gozoso encargo del Señor: “Id al mundo entero enseñando y dando testimonio de Mí” por eso los cristianos tenemos una misión: llevar a Cristo a todas las personas, hombres y mujeres, jóvenes y niños. Hemos de estar abiertos al mundo entero para anunciar la fe en Cristo, el amor a todos como hermanos  (Papa Francisco,  “Tutti fratelli”)  la esperanza en la vida y en la Vida Eterna; por ello presentamos el camino de la Salvación Plena: la liberación total del hombre. En ello se muestra la Universalidad de la Iglesia que debe ser toda para todos.  

   Así como a través de Cáritas se ejerce el Servicio y el Amor, así también por las Obras Misionales Pontificias, y el DOMUND que celebramos este domingo es parte de ellas, se ejerce la “misión en los países, donde no ha llegado el Evangelio o en las Nuevas Iglesias y Comunidades…”   

    Las Misiones buscan una Humanidad unida, que comparte el dolor y la alegría,  la muerte y la vida misma, el gozo y la Fe… Todo en Cristo, el Hijo de Dios.  

   En este año de 2020 el lema misionero es “¡Aquí estoy, envíame!” lo cual supone de nosotros cristianos: 

  • Disponibilidad para servir esa Misión… 
  • Disposición para ir donde el Señor nos indique… 
  • Orar a Dios, que es una intercesión ante Él por la Misión 
  • Ayuda material, para sufragar los gastos que lleva la misión, personas y cosas, así como el servicio de los pueblos necesitados. 

En este ambiente nos encontramos con el Santo Evangelio y la posición de Cristo, ese “Dad a Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del Cesar”, que no siempre ha sido bien entendido. 

   En el ambiente en que vivimos se piensa que la Iglesia debe tener tolerancia pasiva con cualquier poder, con las leyes, aún contrarias a la dignidad humana y a la libertad y que bastante tiene con que la dejen “celebrar su culto”. La libertad religiosa se reduciría a estar en la sacristía y a lo sumo sacar procesiones cuando con ellas ese poder tiene alguna rentabilidad. “La Iglesia no debe meterse en política”, se dice, hasta dentro de nuestras filas; piensan que una cosa es Dios y otra la vida del día a día, el desarrollo de los seres humanos, la organización de la sociedad, la justicia, la leyes que tratan de organizarnos…Y eso no es así: El Evangelio tiene una visión del hombre y de la organización de la sociedad que los cristianos hemos de tener presente. La Iglesia debe de aplicar para los cristianos y quienes quieran escucharla, según las circunstancias concretas de tiempo y lugar, ese Evangelio, y debe expresar el  compromiso con la realidad; no se puede evadir la responsabilidad (personal o institucional) en la transformación de aquellas estructuras que deban garantizar el bien común, la justicia y la paz. Nuestro corazón no puede vivir una doble espiritualidad, una doble moral y doble pertenencia, a Dios y al Cesar. 

   Jesús es un Maestro sincero y veraz, en consecuencia, no pierde la libertad de decir aquella verdad que rompe las ataduras del corazón, que busca el camino de Dios. Jesús sabe que los fariseos buscan una excusa para poder acusarlo y no tiene miedo de dar una respuesta clara y comprometida. Jesús habla desde su experiencia de Dios, buscando revelar aquella verdad integral que da sentido a la vida, a las opciones y a las acciones. Él no se ajusta al orden establecido, sobre todo cuando este acentúa la desigualdad, la injusticia o la inequidad. * ¿De quién es la imagen que está grabada en mi corazón? ¿De Dios o del César? El corazón es una realidad más radical que una moneda. La imagen acuñada en el corazón es la que configura a toda persona, una forma de vida, una espiritualidad y un compromiso con la realidad.
 

« ¿De quién es esta imagen y la inscripción?  Le respondieron: –Del César.  Jesús les replicó: – Pues dad al César lo que es del César y a Dios lo que es  de Dios.» (Mateo 22,15-21).

El dinero del tributo (Pintura de 1612-1614 de Peter Paul Rubens, que se encuentra en el Museo de Bellas Artes de San Francisco desde 1944. Ilustra el relato bíblico de Cristo y el dinero del tributo).

   La lectura superficial del texto nos llevaría a mantener separados el orden temporal y el orden religioso, las cosas del mundo y las cosas de Dios, las realidades profanas y las realidades sagradas. Sin embargo, el misterio de la Encarnación nos da la clave: Dios ha entrado en diálogo con el hombre y ha entrado en el corazón de la historia. A imagen de Jesucristo, los bautizados estamos llamados a crear lazos de fraternidad que rompan los esquemas de «ellos y nosotros». La corresponsabilidad de los cristianos y la búsqueda del bien común nos llaman a respetar la diversidad de personas y opiniones. La solidaridad afectiva y efectiva con todos debe llevarnos a reconocer la dignidad de toda persona, y eso sí, hemos de estar preparados y llenos del espíritu evangélico si queremos participar en los lugares donde se decide el rumbo de la política, la economía, la educación, la cultura y la fe. 

Antonio Aranda Calvo. Sacerdote. 


viernes, 9 de octubre de 2020

DOMINGO XXVIII T. O. 11 DE CTUBRE

 “EL SUEÑO DE DIOS, QUE TODOS VENGAN A MI REINO” 

Como siempre la Palabra de Dios es rica e ilumina nuestras vidas; reflexionemos en ella. 

 I.1. Isaías (25,6-10a) nos envía este Mensaje: Dios salvará a todos los pueblos; tal Mensaje forma parte del libro del profeta (cc. 24-27), conocido como «apocalipsis de Isaías». En él aparece una visión escatológica, una gran liturgia, himnos, cánticos, y se predice el triunfo de Dios sobre sus enemigos en el monte Sión, en Jerusalén.  

 I.2. Es un texto hermoso: después del cántico al Dios liberador, el profeta habla de un momento admirable, bajo el símbolo del banquete, de un festín escatológico (¿?) donde será destruida la muerte y el oprobio de su pueblo. Entonces todos reconocerán a Dios como «salvador» en el monte santo, en la nueva Jerusalén.  

 I.3. Aquí se expresa perfectamente lo que es la esperanza bíblica. Porque la palabra profética convoca a algo que verdaderamente no se realizará en este mundo, ni en esta historia; es necesaria otra "historia nueva” que necesariamente está en las manos de Dios; y esto es determinante. El "velo" que tienen todos los pueblos, según el texto debe caer para que todos los hombres puedan ver algo nuevo y definitivo. Ni siquiera Jerusalén podrá soportar este sueño profético. Será una Jerusalén nueva: un cielo nuevo y una tierra nueva. Un sueño, desde luego, de esperanza. ¡Dios sueña con nosotros! 

      
Salmo 23(22) ,1-3a.3b-4.5.6.

El Señor es mi pastor,
nada me puede faltar.
El me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el recto sendero…

 II.1. San Pablo da las gracias a la comunidad filipense, muy querida por él y generosa con él y con la comunidad madre de Jerusalén, según el compromiso que habían pactado Pedro y Pablo. Pablo está acostumbrado a todo, a la hartura y a pasar hambre. Ahora, mientras permanece en prisión, recibe la ayuda con Epafrodito, y se lo agradece. Cristo le da fuerza para todo, es la afirmación más contundente y significativa. II.2. La vida cristiana, es pues, una llamada a la caridad en las necesidades básicas, lo cual debe ser consecuencia de una comunión de fe y de amor. Compartir los dones espirituales podría ser, en algunos casos, demasiado poco ante la angustia y las necesidades que muchos experimentan. Dios es el primero que comparte la creación con nosotros y debemos ser consecuentes. Pablo, en este pequeño "billete" que escribe, le agradece a la comunidad que ha sabido compartir el evangelio mismo como don recibido.  

III.1. El Evangelio de Mateo (22,1-14) nos muestra un banquete que marca diferencias con el relato de Lucas (14,15-24); Mateo habla de un rey rechazado por los magnates, de enviados maltratados y asesinados, y así manda destruir la ciudad. Manda ir a los cruces de los caminos para instar a los transeúntes a que vengan al banquete. Como es lógico, vinieron toda clase de gentes, buenas y malas. ¿Qué significa, pues, que tras esta invitación tan generosa e informal, el rey venga a la sala del banquete y encuentre a uno que no tiene traje de bodas? Esto cambia el sentido de la interpretación de los vv. 1-10, cuando la sala se llenó de invitados, poniendo de manifiesto que incluso los que no estaban preparados son invitados a un banquete de bodas. Aquí nos encontramos con lo más extraño, quizás lo más importante y original de la parábola de Jesús redactada por Mateo. III.2. Los vv. 11-14, sobre el traje de bodas  

Parábola del gran banquete. 

Óleo sobre tabla (Hacia 1525)
Maestro del monograma de Brunswick. Jan van Hemessen.
Museo Nacional de Varsovia

+Puede significar una llamada de Mateo a la comunidad a la que desea inculcar más y más las exigencias cristianas con objeto de que sepan responder siempre a la llamada que se les ha hecho: «justicia», buenas obras, compromiso constante y perseverancia a favor de los más necesitados.

+En todo caso la parábola es pronunciada por Jesús para poner de manifiesto la fiesta de la libertad de Dios que llama a todo el que encuentra. Por ello el traje de boda, debe estar supeditado a lo primero, porque no es lógico que los invitados por los caminos estén preparados para una boda. No obstante deberíamos suponer que el vestido en cuestión, que incluso los más pobres, encuentran unas ropas especiales para ir a una boda o a un banquete; de lo contrario no tendrían sentido los vv. 11-14.III.3.En todo caso, la parábola es escandalosa, y debe seguir siéndolo +en cuanto a los motivos de los que rechazan el banquete,

+En la actitud del rey que, en vez de suprimir el banquete, invita a todo el mundo que se encuentre por los caminos: hay que buscar a las personas que no están atadas a nada ni a nadie; son libres.

+El banquete no es un acto burlesco, sino que Jesús piensa en el festín de la salvación; no en una fiesta de compromiso, sino de libertad. +Hasta el hombre que no lleva vestido de boda, debe entender, hoy y ahora, que ha de estar allí libre para la gracia de Dios.

+Quien no posea esa actitud, “ese vestido”, estará echando por tierra la fiesta de la libertad y de la gracia.  

Antonio Aranda Calvo. Sacerdote diocesano

 

 

viernes, 2 de octubre de 2020

DOMINGO XXVII T. O. 4 de Octubre 2020

 “LA VIÑA DEL SEÑOR DEL UNIVERSO ES EL PUEBLO DE DIOS” 

 

  Isaías 5,1-7; Sal 79; Filipenses 4,6-9; Mateo 21,33-43

         Las lecturas recogen la imagen de la viña, mostrando la historia de Dios con su pueblo. Isaías proclama el canto de amor de su amigo Dios a su viña Israel. Dios hizo todo lo necesario para que diera frutos buenos de justicia y derecho, pero solo encontró uvas amargas de asesinatos y lamentos. Por eso, la deja desolada y arrasada. Es así como el profeta describe, y denuncia, las graves injusticias que se cometieron en Judá en su tiempo (s. VIII a.C.), y la desgracia que, a consecuencia, sobrevino (por los crímenes internos y la invasión asiria).  
El salmista clama a Dios para que venga y visite su viña saqueada, la que sacó de Egipto (éxodo) y su diestra trasplantó, pensaríamos ahora en nuestra propia sociedad. 
Pablo, siervo fiel en esta viña del Señor, se presenta como modelo de comportamiento e invita a encontrar la paz desde la oración y todo lo que es bueno, noble y virtuoso. 
Jesús en el Evangelio retoma esta imagen de la viña en la parábola dirigida a los líderes del pueblo, recreando una nueva historia. Dios envió a su hijo Jesús para que diera la vida por nosotros. San Mateo pone en labios de Jesús esta parábola, la cual se coloca como parte de la confrontación, bastante polémica, entre Jesús y las autoridades judías y religiosas de Jerusalén. Se trata sobre todo de aquellos que están cercanos al templo. 
  Parábola de los viñadores infieles
(Óleo sobre tabla, 24 x 34 cm. Hacia 1611. Autor: ABEL GRIMMER 
Copyright de la imagen ©Museo Nacional del Prado)

En el texto de Mateo se hace una relectura del Antiguo Testamento. La viña es el pueblo de Dios, que ha mandado a los profetas para cuidarla, estos están representados por los sirvientes y los que se había “apoderado de la viña” son estos personajes que creyéndose muy religiosos habían hecho del culto, del templo y de la religión algo para sentirse superiores. Esto es lo que escandaliza a Jesús. 

      Jesús mismo denuncia ante las autoridades religiosas del judaísmo la grave responsabilidad en la que incurren por el rechazo que opusieron a su propia misión.  El reino de Dios se hace presente a través de la persona y de la acción salvadora de Jesús: Rechazarle a Él, significa también rechazar la salvación de Dios. Estos labradores u obreros de la viña significan a los jefes de los judíos que han sido despiadados con los profetas y que ahora despreciarán al Hijo de Dios, pues es obviamente el heredero. Por eso también es un anticipo, a modo de anuncio, de la muerte de Cristo y de aquellos sobre quienes recaerá la responsabilidad de tal muerte. Jesús es el último enviado, no sólo como profeta, sino como el Hijo único, el heredero del Padre. Por eso Mateo lo presenta muy bien cómo “la piedra desechada por los arquitectos es ahora la piedra angular que sostiene todo el edificio” (pensemos en los cimientos y en la techumbre de nuestras edificaciones).  

       Ahora el nuevo pueblo, el nuevo viñedo de Dios es la Iglesia, los creyentes en Cristo, los seguidores del Señor Resucitado. Los que ahora somos responsables, para Mateo, de dar testimonio martirial si fuera necesario y ser misioneros hasta los confines de la tierra. Ser Discípulo del Hijo de Dios, que es Jesús de Nazaret, muerto en manos de los jefes religiosos del momento, pero resucitado por el Padre para abrir este nuevo camino. 
 
 Orar con la Palabra 

1.   Repasa tu historia personal. ¿Cuáles han sido los cuidados que has recibido de Dios? ¿Cuál ha sido y es tu respuesta? 

2.   ¿Te sientes responsable de la viña que Dios ha puesto en tus manos? ¿Cómo la cuidas para que dé fruto? 

3.   ¿Llevas tu vida y la de los demás a la oración? ¿Vives buscando todo lo que es bueno, verdadero, noble, justo y virtuoso? 

Antonio Aranda Calvo. Sacerdote diocesano


EN LA FIESTA DE LA VIRGEN DEL CARMEN 16 de Julio.

  (Dedicado a los fieles de Monte Lope Álvarez en la Fiesta de su PATRONA )   !VIVA LA VIRGEN DEL CARMEN! ¡Virgen del Carmen! Reina de mares...