“Sexta obra de misericordia “visitar a los presos”
Para nosotros cristianos, seguidores de Jesús, “los presos”… son de nuestra familia, tanto, tanto que Jesús, Juan el Bautista, los Apóstoles, Pablo y Pedro… los santos más relevantes, los mártires… todos por más o menos tiempo fueron presos; por ello “los presos son de los nuestros”. Por otra parte, las cárceles está abiertas para todos y nadie puede decir que no entrará jamás en ellas… y como siempre ha sucedido justa o injustamente.
En las cárceles tenemos hermanos y hermanas que están padeciendo una situación difícil y a veces triste y dolorosa. La misericordia, la bondad y la ternura de Dios sobrevuelan, de modo propio sobre esta Obra de Misericordia. Nosotros, con frecuencia, miramos superficialmente a las personas y nuestros juicios se basan en las apariencias, mientras que Dios Padre mira el interior, el corazón. Dios sabe cómo somos y nos sigue amando y perdonando porque su misericordia es eterna, así dice el salmo 136 “porque su amor no tiene fin”
Nuestro Señor Jesús hace suyas las palabras del profeta: “Me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos” y también: “Este es el ayuno que yo deseo: soltar las cadenas injustas, desatar los lazos del yugo, dejar en libertad a los oprimidos romper todos los yugos”. Los yugos que nos esclavizan y nos llevan a la falsa felicidad. Además nos enseñó que “No he venido a llamar a los justos sino a los pecadores” y así se juntaba con “publicanos y pecadores” y de entre ellos, sacó al discípulo y evangelista Mateo.
La misericordia y el perdón de Dios van más allá de la justicia. Esto no significa restarle valor a la justicia o hacerla superflua, al contrario: Quien se equivoca, obra mal, hace el mal a otros o a la sociedad deberá expiar la pena. Dios no rechaza la justicia, sólo Él sabe coordinar justicia y amor, pecado y perdón, daños y ternura. Dios todo lo engloba y lo supera en un evento superior donde se experimenta el amor que está en la base de una verdadera justicia. La cárcel es una realidad muy desconocida. Generalmente es percibida como un lugar adecuado para aquellos que se merecen todo tipo de represiones, privaciones y castigos y la sociedad se siente tranquila de que estén allí. Con frecuencia somos rápidos en juzgar y condenar a las personas. No nos detenemos a descubrir las posibles razones, situaciones y circunstancias que la han llevado a cometer un delito o a vivir inmerso en el mundo de la delincuencia. Visitar a los presos es algo más que el acto material de “ir y ver”, es la actitud que podamos tener ante la realidad de las cárceles y de los que en ellas pagan la pena.
Y ¿qué se puede hacer en la cárcel?”. Alguien me respondió: “Voy, estoy, escucho, acompaño…”. Esto es lo importante, luego hay otras cosas: talleres, salidas, campamentos…. pero acoger, escuchar y que se sientan comprendidas es lo que ellos necesitan: sí, lo importante es quererles y vivir una relación empática con ellas. Yo le doy gracias a Dios por este regalo. Por ellos hagamos hoy y cuando podamos esta oración a la Virgen de las Mercedes, Patrona de las prisiones, ¡Santísima Madre!, que tienes en tus manos las cadenas rotas, ayúdanos y ayúdales a romper las cadenas que nos atan a todos: los que estamos fuera y los que están dentro, para que liberados podamos liberar a nuestros hermanos. Y vuelve a nosotros “esos tus ojos misericordiosos”. AMÉN .Ojalá en el juicio de Dios podamos oír: “Venid benditos de mis padres porque estuve en la cárcel y me visitaste”.
1.Visitar a los presos
Obra realizada por Bartolomé Esteban Murillo para el Hospital de la Caridad de Sevilla y robada en el siglo XIX por el mariscal francés Soult, que la desperdigó por Europa. Representa a San Pedro siendo liberado de la cárcel por un ángel, una escena contada en los Hechos de los apóstoles.
Antonio Aranda Calvo. Sacerdote
