LECTURAS:
Isaías 42, 3-4. 6-7. Salmo 28 “El Señor bendice a su pueblo con la paz”. Hechos
de los Apóstoles 10, 34-38. Evangelio: Mateo 3, 13-17.
Con este domingo termina el tiempo de Navidad y Epifanía y comienza hasta la Cuaresma, el llamado TIEMPO ORINARIO, con una liturgia no menos importante, sino que se nos ofrecerá en esos domingos en silencio, con sencillez y paz, una reflexión sobre el Mensaje de Jesús, que siguiéndole con la mente y el corazón, nos hará crecer en la vida recibida en el Bautismo. ¡Atentos con la mente y el corazón para poner en práctica lo que se nos pida! “Tan pronto como Jesús fue bautizado en el río Jordán, los cielos se abrieron y el ESPÍRITU SANTO descendió sobre Él, mientras que desde lo alto resonaba una voz: “Este es mi Hijo amado; en el que me complazco”. En la fiesta del Bautismo de Jesús, redescubrimos nuestro propio bautismo…así como Jesús es el Hijo amado del Padre, también nosotros renacidos del agua y del Espíritu Santo, sabemos que somos hijos amados ¡El Padre nos ama a todos! Somos objeto de la satisfacción de Dios, hermanos y hermanas de muchos otros, con una gran misión de testimoniar y anunciar a todos los hombres y mujeres el amor ilimitado del Padre.
JESÚS AMADO PARA AMAR
Vemos a Jesús dirigiéndose a donde se encontraban aquellos hombres que esperaban convertirse y ser mejores con el Bautismo de Juan. Busca a los hombres perdidos y se solidariza con los que se sentían pecadores… se pone a su lado. Su vocación es servir al ser humano, al más débil. Y es ahí, con ellos, donde se rompe el cielo, se junta lo divino y lo humano y se posa sobre él el Espíritu de Dios oyéndose la voz, que le declara Hijo (que lleva a las personas a la plenitud), Amado (que es entrega máxima de amor), Predilecto, (preferido por su vida de servicio). Es el momento en el que la realidad de Dios se instala dentro de la historia humana, haciendo de la entrega de Jesús lo único que hace fecunda la vida. Los dioses se alejan al Olimpo, sin embargo el Dios de Jesús se viene a la tierra; a través de Jesús tenemos un acceso directo con el Padre.
La
Misión del anunciado por el profeta, 1ª lectura, es “traer el derecho a los
hombres”, siendo luz para ellos, devolviéndole el orden roto y la dignidad que
le ha sido robaba. Este Hijo, Elegido, Amado del Padre, quiere con
nosotros una comunidad feliz, donde
reine la justicia y la fraternidad… y esta MISIÓN la va a realizar de un modo
especial, de la manera jamás vista: “sin gritar,
sin vocear, sin violencia, con sencillez--- ayudando en las crisis y avivando
la esperanza, allí donde estuviera perdida.
NOSOTROS TAMBIEN HEMOS SIDO BAUTIZADOS
El bautismo en la iglesia supone un proceso de conversión, y es la culminación del mismo; se llega tomando la decisión de unirse a Cristo, abrazar la fe cristiana, abrirse al Espíritu de Dios, participando de la vida de la comunidad, insertado en ella. Hoy con el Bautismo de Niños apenas se percibe este proceso (ahora se comienza a insistir) pero de subraya EL DON DE DIOS, EL REGADO. Apenas tenemos conciencia de nuestra OPCIÓN Y COMPROMISO. El Bautismo de Jesús puede hay ayudarnos a conmemorar nuestro bautismo, a revitalizarlo, pues yo que hoy también, para nosotros se abre el cielo y somos proclamados hijos de Dios, ungidos por Él, elegidos y habilitados para participar en la MISIÓN DE JESÚS. Al recordar nuestra condición podemos sentirnos AMADOS DEL PADRE Y LLAMADOS A SERVIR A NUESTROS HERMANOS, Como Jesús en el Jordán se nos ha dado la capacidad de ser hijos de Dios para poder amar, querer, sentir, ser justos, porque somos hijos del Padre. Esta habilitación siendo para siempre desde nuestro bautismo, se va desarrollando y actualizando en cada momento en las realidades concretas con que nos encontramos. Y se nos encarga la misma misión de Jesús, con sus mismos métodos: hacer justicia y que brillen los derechos creacionales en todo viviente, respetando, valorando, porque cuando cacareamos los éxitos, nos sentimos fuertes, dominadores y superiores, no somos misioneros como Jesús. Bautizados en el Espíritu de Dios, pero muchas veces rebautizados en las aguas de nuestro mundo: increencia, superficialidad, estética, eficacia, consumo, egoísmo, competencia,… Hoy podemos acercarnos a decirle a Jesús: “Necesita que me bautices, necesito de Ti, Señor Jesús” Necesitamos el encuentro constante y permanente con Él, en la Palabra, en la Eucaristía, en el hermano; Que Jesús nos ayude a reforzar la interioridad, para descubrir que nos habita el Espíritu Santo; que os ayude a manifestar que hemos sido bautizados en Cristo, nuestro único Salvador y que, a pesar de las dificultades culturales y sociales estamos dispuestos a rechazar sus ofertas: la satisfacción, el éxito, el tener, el bienestar, y quedarnos con la salvación de Cristo para siempre. Nuestra entrega a Cristo no podemos rebajarla ni reducirla, puesto que Él y lo suyo es más importante que aquello que vemos y se nos meten por los ojos como salvadoras, sin serlo.
¡Señor
Jesús! durante tu bautizo descendió sobre Ti el Espíritu Santo y el Padre te
expresó su Amor. Desde entonces haciendo la voluntad del Padre, predicaste el
Evangelio y diste tu vida por nosotros. Jesús ayúdame a experimentar a tu Santo
Espíritu dentro de mí. Deseo sentirme amado y valorado por Ti.
Antonio Aranda Calvo. Sacerdote.
Nota: A
continuación encontraréis, a modo de epílogo, una presentación del lugar
histórico, según la tradición, donde se sitúan los hechos narrados en los
Evangelios. Esta parte se debe a Don Miguel Mesa Molinos, colaborador valioso
en este Blog, a quien damos las gracias.