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viernes, 10 de marzo de 2023

TERCER DOMINGO DE CUARESMA 12 de marzo de 2023.

 


LECTURAS: Éxodo 17,3-7; Salmo ¡Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: “No endurezcáis vuestro corazón”! ; Romanos, 5, 1-2.5-8; Evangelio de Juan, 4, 5-15 ss. 

      Estamos en el III Domingo de Cuaresma; caminamos con nuestro Señor hacia el Calvario, con la Cruz, como nos lo muestra la Imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno, cuyo pie, reverentemente, está besando la  ciudad de Jaén y muchos devotos, que llegan de otros lugares. A todos,  nuestra más calurosa bienvenida y acogida cariñosa ¡Viva Ntro. Padre Jesús! Le acompañamos en el  dolor de la Pasión hasta la muerte, pero, a la vez, sabiendo que nos espera la Resurrección gozosa en la madrugada del sábado al Día Santo, El Domingo de Pascua. La llamada en este seguimiento es “morir al pecado para resucitar a una vida nueva, llena de Gracia y de Amor”  

En estos días, los catecúmenos se preparan intensamente para recibir el Bautismo. Nosotros, ya bautizados, debemos reavivar el sentido, la gracia,  los compromisos, los deberes y dones de este Sacramento, por el cual nacemos a la vida. Por ello el agua está tan presente en la Palabra de Dios: en el desierto y en la Samaritana; San Pablo nos explica cómo Cristo Jesús por su amor inmenso y gratuito, nos ha dado la Gracia y el Espíritu en el agua que nos purifica.   

La sed, con ser algo negativo y doloroso nos sitúa en posición de búsqueda,  motor para buscar, clamar por ella,  ponernos en camino para encontrarla: “Como busca la cierva corrientes de agua así yo te busco, Señor Dios mío” La falta de agua va no solo contra  la salud, también contra la dignidad humana, pues falta un elemento básico y ello nos puede llevar a la frustración y al naufragio en la vida. ¡Bendita búsqueda que nos pone de cara a Dios y de cara a los demás para el encuentro! La cuaresma que estamos recorriendo es salida de nosotros en búsqueda de Dios; pero oh sorpresa ¡siempre es Él quien nos sale al encuentro! Lo hemos visto en Horeb y en el pozo de Jacob. Lo experimentamos en nuestra propia vida.  

El evangelio de hoy, Encuentro de Jesús con la mujer samaritana, nace de la búsqueda por la necesidad de agua y se desarrolla en el diálogo, que culmina saciándose, pues se lleva hasta el manantial de la Vida misma.  


 

Jesús y la samaritana
Autor Anónimo Siglo XVI.
Óleo sobre tabla, 103 x 78 cm
©Museo Nacional del Prado

  

A partir de la experiencia de sed de agua, Jesús ayuda a la samaritana a tomar conciencia de su propia sed interior: sed de sentido, de plenitud, de libertad… Jesús, por una parte, la encamina hasta que ella puede asumir su situación vital: «no tengo marido»…  

Por otro lado, palabras como «agua viva», «manantial de agua que salta hasta la vida eterna», la ayudan a abrirse, y despertar en ella la esperanza de su pueblo: «cuando venga, el Mesías nos lo dirá todo». Es allí, cuando, desde la propia verdad y en la apertura del deseo, Jesús le revela su identidad: «Yo soy, el que habla contigo». Este «Yo soy», en la Biblia se refiere al nombre de Dios; así,  podemos reconocer a Jesús mismo como el «diálogo personal» que Dios establece con cada uno de nosotros, ya que Él mismo se identifica, «el que habla contigo»…   

Sólo en diálogo con Dios somos nosotros mismos (lo que estamos llamados a ser) sólo «de cara a Él» somos restaurados en nuestra propia identidad. La palabra de Jesús (PALABRA) tiene la virtud de encender y despertar en nosotros el amor («Verbum spirans amorem», Tomás de Aquino) y, de este modo, sacia nuestra sed, porque nos descubre el manantial que somos, el surtidor que llevamos dentro: el Amor de Dios, derramado en nuestros corazones.  

UN MANANTIAL DE AMOR EN NUESTROS CORAZONES  

El diálogo restaurador nos pone,  de cara a nosotros mismos y descubrimos el Don de Dios, al que Jesús invitaba a la Samaritana y que, según el Apóstol, es el Amor de Dios «que ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado» (Rom 5,5).   

San Agustín decía que el amor es la fuerza que nos mueve a actuar (cf. Confesiones XIII, 9, 10), y por eso, Dios, nos hace libres ayudándonos a vivir desde su Amor, desde su Espíritu. Pues, si no vivimos desde esa Fuente, conectados al Manantial de Amor que nos habita, seremos llevados, por la necesidad de nuestra sed, hacia pozos secos, aljibes de aguas sucias.  

«Dame de beber» le pedía Jesús a la Samaritana y también hoy nos lo piden nuestros contemporáneos en sus múltiples necesidades, desde las más elementales, como la ropa, comida, vida digna y justicia, hasta las más radicales como la paz, el sentido y la felicidad. ¿Cómo ayudar a saciar tanta sed que hay a nuestro alrededor? ¿Cómo conectarnos con el manantial que en nuestro interior salta hasta la vida eterna para llevar esa frescura a nuestro mundo sediento? ¿Cómo ahondar en ese diálogo restaurador de nuestra identidad y así, con Jesús, ser «palabra viva» que despierta el amor y la libertad a nuestro alrededor? Debemos dar una respuesta ¿ES JESÚS, NUESTRO PADRE JESUS? 


Antonio Aranda. Sacerdote. 


EN LA FIESTA DE LA VIRGEN DEL CARMEN 16 de Julio.

  (Dedicado a los fieles de Monte Lope Álvarez en la Fiesta de su PATRONA )   !VIVA LA VIRGEN DEL CARMEN! ¡Virgen del Carmen! Reina de mares...