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viernes, 19 de noviembre de 2021

DOMINGO XXXIV DEL T.O. 21 DE NOVIEMBRE 2021.

 

 

LECTURAS: Daniel 7,13-14. Salmo 92 “El Señor viene vestido de  majestad”. Apocalipsis1, 5-8. San Juan 13,35-37. 

 

“¿TÚ ERES REY? YO SOY REY”

 ¿Jesucristo es Rey? Esta expresión de Jesucristo Rey del Universo nos puede resultar algo extraña, pues desde los Evangelios contemplamos a un Jesús naciendo pobremente en Belén, sencillo trabajador en Nazaret, predicando por tres años en los pueblos y aldeas de Galilea, con un estilo de vida pobre, tratando con los pobres y sacando la cara por los pobres, enfermos y toda clase de menesterosos. Como bien sabemos fue hecho prisionero, juzgado y condenado a la Cruz como a un malhechor, muriendo por todos nosotros en la Cruz sin que nadie se conmoviera por ello. Es verdad que resucitó al tercer día, y fue elevado al Cielo y sentándose junto al Padre. Pero  la Imagen de Jesús como Rey se ha  presentado de modo diverso: del siglo IV hasta del siglo XIII se dio un culto,  acorde con el capítulo 4 del libro del Apocalipsis, “sentado en su trono, poderoso y Señor, rodeado de la corte celestial, gobernando la creación y velando por nuestras vidas” En realidad, velar por nosotros, guiarnos y volcarse en Amor es lo que hoy hace Jesús, junto al Padre y el Espíritu Santo, como un solo Dios.  

  


 “Sentado en su trono, poderoso y Señor, rodeado de la corte celestial, gobernando la creación y velando por nuestras vidas”

 [Mural que cubre la cabecera plana del ábside o trasaltar mayor y presbiterio, en la iglesia de Cristo-Rey, de Jaén, inaugurado en 1956  autor: Francisco Baños Martos (1956)]

 

     Aquella figura apocalíptica la podemos contemplar en el románico Arte medieval y primer gótico: El Pantocrátor en el llamado “almendrón” místico que aparece en muchas Iglesias. Esta espiritualidad fue reemplazada en el siglo XIII por el culto a Cristo crucificado y sufriente, que  vemos en los Evangelios, a veces glorioso, otras con expresión dolorosa y trágica, y que ha llegado hasta nuestros días, aunque matizada tras el Concilio Vaticano II (1962-1965). Esto determina la imagen que actualmente tenemos de Jesús como Rey. 

 


Detalle del Pórtico de San Juan Bautista en Moarves de Ojeda (Palencia)

 

    Hoy hablamos de Cristo Rey, en trono de CRUZ, confesamos que fue maltratado y humillado, que se proclama Rey ante Poncio Pilato, explicitando que no es de este mundo. Ni mucho menos podemos ver a Jesús como un rey terrenal que vence al enemigo en el campo de batalla, sino como un Rey divino que, respetando la libertad del ser humano, gobierna en el corazón de aquellos que deseamos ponernos humildemente en sus manos. Ese es el reino del que Jesús habla, bajo el que nosotros queremos vivir… y ese es su universo: el corazón del ser humano. 

    En efecto, el reinado de Jesús en nuestra vida lo mostramos, comportándonos con la humildad que tuvo Jesús mientras predicaba su Reino de Amor en este mundo, llegando así a morir con Él si preciso fuera.

    Esa humildad la sigue teniendo ahora que, resucitado, está sentado a la derecha del Padre. En palabras de san Juan, es el reinado del «Cordero degollado» al que el Padre eleva sobre todas las cosas.  

    Y esto es lo que hoy, en el último domingo del año litúrgico, celebra la Iglesia, dando paso al tiempo de Adviento. 

    Cuanto más nos humillamos y anonadamos en nuestro interior y ante Cristo, más se hace presente en nuestro corazón y en nuestra vida, como un Rey que nos invita a amar a todos, sacrificándonos por el bien común. No quiere Jesús las apariencias ni las falsas humildades… más bien lo que Pablo decía a los cristianos de Galacia: «con Cristo estoy crucificado: y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí» (Gal 2,19-20). Así, el Apóstol dejó que su «yo» muriera, para que el corazón estuviera gobernado por un solo Rey: Cristo. 

    Como vemos, la celebración de Jesucristo Rey del Universo nos conduce hacia una experiencia mística, la de unirnos tanto a Jesús que sintamos que Él ocupa todo nuestro interior y, así, pase a ser nuestro Rey en esta vida. Y esta unión llega a su plenitud cuando tras nuestra muerte, resucitados con Cristo, podamos disfrutar del Reino Celestial junto a la Virgen, los santos y los ángeles, mostrando nuestro amor a Jesús y cantándole alabanzas. 

    Pero esto no se alcanza sólo con nuestras propias fuerzas, sino sobre todo con la ayuda del propio Jesús, que nos atrae hacia sí cuando nosotros nos ponemos en sus manos. Pidámoslo así y recordemos de nuevo el inmenso abajamiento que mostró el Señor al morir en la Cruz, camino que debemos recorrer para lograr, con su ayuda, que Él sea el Rey de nuestra vida. Es un camino de sencillez y de amor, y  nos conduce a la plena y eterna felicidad, de la cual podemos experimentar un pequeño anticipo aquí, en este mundo, si ahora dejamos que Jesús sea el Rey de nuestro corazón. 

    Así que, Jesús es Rey, no sólo porque  gobierne el universo como Dios, sino porque nosotros, libremente, le dejamos que sea el Rey de «nuestro universo», es decir, de nuestro corazón y de toda nuestra vida. 

Antonio Aranda Calvo. Sacerdote. 

 

 


Representación de Cristo Rey y Juez en el tímpano 
de la Catedral de Burgos

 


EN LA FIESTA DE LA VIRGEN DEL CARMEN 16 de Julio.

  (Dedicado a los fieles de Monte Lope Álvarez en la Fiesta de su PATRONA )   !VIVA LA VIRGEN DEL CARMEN! ¡Virgen del Carmen! Reina de mares...