Tú, misericordia y perdón,
Amor sin fin,
ternura y dulce mirada,
brazos que acogen,
hombros que cargan
conmigo.
Tú todo, Jesús,
Palabra
en la que todo es creado,
Cuerpo partido y Sangre derramada,
Salvación de todo hombre
y de la humanidad entera.
Tú, sanación de enfermos
y menesterosos;
luz de ciegos,
camino de descarriados,
quien puede llenar mi corazón,
Tú, descanso para
cansados y
agobiados,
alimento que satisface
pan y vino que calma la
necesidad y el hambre,
fuente de agua viva
que sacia mi sed.
Yo me presentaré ante
Ti,
vacío, sin lastre que me retenga;
llevaré ante Ti, lo que no pesa:
muchos nombres de amigos,
hermanos con su propia historia,
todos los rostros que se enzarzan en mi vida.
TE LOS PRESENTARÉ Y TÚ LOS ABRAZARÁS
Oraré por ellos y sus propias vidas…y
te diré:
“A Ti, Señor, levanto mi alma,
en Ti confío, no me dejes.
Enséñame tu camino.
Mira mi esfuerzo y
perdona mis faltas.
Acoge a cuantos quiero
y a cuantos me quieren.
Ilumina la oscuridad de este mundo,
fortalece mi vida, porque espero en Ti.”
Antonio Aranda Calvo. Sacerdote