Corona de adviento en el presbiterio de la iglesia parroquial
Santa Teresita del Niño Jesús en la Matea.
«Preparad el camino del Señor»
LECTURAS:
Profeta Baruc 5,1-9; Salmo 125 El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres. Filipenses,1,4.6. 8-11.
San Lucas 3,1-6.
Hemos
escuchado el mensaje de dos profetas: Baruc y Juan Bautista. Con ellos la
Palabra de Dios nos invita a mirar hacia el futuro. No obstante, se trata de un
futuro cumplido, y que se va cumpliendo hasta el encuentro final. Baruc anuncia
la salvación con gozo y alegría… ¡ya vuelven!… ¡ya llegan!; Juan Bautista:
“allanad los senderos, rellenad los valles, que los montes se abajen”. Y en
efecto, Israel regresó del exilio y Juan
Bautista preparó los caminos para que se viera “la salvación de Dios” en
Jesucristo. Esa promesa/cumplimiento de que nos habla la Palabra es la garantía
con la que el creyente ha de mirar hacia la segunda venida de Jesucristo, con
toda confianza. “El Señor ha estado grande con nosotros y
estamos alegres”. Es la actitud que debemos tener en el Adviento 2021.
La
venida definitiva del Señor es lo que plantea la segunda lectura. Así en la
conversación epistolar de Pablo con los cristianos de Filipos, leemos: “Esta es
nuestra confianza: que quien ha inaugurado entre vosotros la buena obra, la
llevará adelante hasta el Día del Cristo Jesús”. La situación de los cristianos
de hace siglos es semejante a la nuestra, tras la Encarnación, Vida, Muerte y
Resurrección salvadora de Jesucristo avanzamos por la historia aguardando se
cumpla la promesa de su Venida Gloriosa. Mientras tanto, intentamos ser fieles
y luchar por la causa del Reino y su justicia. Pero
las cosas no son fáciles, ni antes ni ahora. El vivir diario está cargado de
problemas (económicos, políticos, sanitarios, sociales, espirituales), pérdidas
de sentido, de fracasos, de soledades e incomprensiones, que pueden acabar con
esa esperanza; es decir, con la confianza en el futuro prometido y, por tanto,
debilitar la fe en el presente. Ante esta situación, ¿Qué se puede hacer?
Conviene
fijarse en tres llamadas de la Palabra de Dios para encontrar respuesta a las
preguntas que implica: ¿vivimos la actitud de la esperanza?, ¿Qué se puede
hacer frente a la tentación del desaliento? La primera respuesta nos viene dada
al comienzo del evangelio de Lucas.
1º.- Se trata de ubicar con precisión el
momento histórico en el que la Palabra vino a Juan Bautista para que este
comenzara su misión profética. El autor quiere señalar cómo la Palabra de Dios
entra en contacto con la historia, con
la realidad misma; muestra que la promesa de Dios no defrauda. Realmente la
Palabra de Dios, entra en nuestra vida mediante la Encarnación, es la lección
que hemos de recibir en este domingo de Adviento. Siguiendo “la ley de la
encarnación”, cada uno debemos entrar de lleno en nuestro contexto relacionándonos con vitalmente: con los
acontecimientos, los hechos concretos, situaciones, estilos de nuestra
sociedad. Esto quiere decir insertarnos en la realidad: en una realidad a la
que viene la Palabra de Dios, pues desde la Encarnación del Verbo, trata de
salvar y liberar a nuestro mundo. Es decir, la Palabra de Dios sigue conectando
hoy con la historia y continúa teniendo una intención salvadora sobre ella; la
Palabra desea que sus seguidores hagan
resonar esa Palabra en el mundo y, dentro de él se escuche la invitación en pro
de una conversión humanizadora y de salvación.
Dos cosas muy prácticas: a) frecuentar la
Palabra de Dios, meditándola y dejémosle más espacio en nuestras vidas y b)
siendo conscientes de la realidad en la que nos hallamos; no intentemos
evadirnos de ella; el Dios cristiano que dibuja el Adviento es un Dios
encarnado en la realidad del mundo.
2º.- Se nos invita a la conversión -Juan el
Bautista- Esta sigue siendo necesaria en nuestros días. Hemos
de volver a convertirnos a la Palabra (a Jesucristo) e invitar a la conversión
a nuestros hermanos. No podemos decaer y dejarnos llevar ante los conflictos y
problemas. Esa es nuestra responsabilidad creyente. Una
responsabilidad muy importante porque significa, ni más ni menos, que, si la
cumplimos, proyectaremos a nuestro alrededor la esperanza de que otro mundo es
posible y de que las cosas pueden ser de otra manera… conforme al plan de Dios.
Y por último,
3º.- Debemos intensificar en el Adviento la oración de los
unos por los otros. Orar, como Pablo recuerda en la carta a los
Filipenses: “Y esta es mi oración: que vuestro amor siga creciendo más y más en
penetración y en sensibilidad para apreciar los valores. Así llegaréis al Día
de Cristo limpios e irreprochables, cargados de frutos de justicia por medio de
Cristo Jesús, para gloria y alabanza de Dios”.
La Virgen de la Antigua, Excelsa Patrona del Cabildo Catedral, en el altar mayor de la Iglesia Catedral Nuestra Señora de la Asunción, presidiendo la corona de adviento.
Antonio
Aranda Calvo. Sacerdote.