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viernes, 8 de enero de 2021

FIESTA DEL BAUTISMO DE JESÚS. 10-Enero-2021.

 

  
“Tú eres mi Hijo Amado”  

En Navidad y Epifanía hemos celebrado el acontecimiento más determinante del mundo religioso: Dios ha optado por el hombre, y en tal modo que ha asumido su condición para elevarnos a la divina “Oh admirábile comertium”  “intercambio maravilloso” 

       EL BAUTISMO DE JESÚS es como la inauguración solemne de su ministerio público, su presentación profética, aunque sencilla, de quien ha de revelar el Misterio de Dios, el proyecto de salvación y de gracia. EL BAUTISMO DE JESÚS es como romper el silencio de Nazaret, ahora se muestra Palabra llena de vida, y nos llega en plenitud por el anuncio de gracia y liberación. Y JESÚS quiere participar en el bautismo de Juan por solidaridad con su pueblo y con la humanidad. EL SILENCIO DE NAZARET SE ROMPE para que resuene a todos los hombres que Jesús viene a mostrar que es el Hijo Eterno de Dios y que como hombre pretende imprimir un rumbo nuevo en esta era nueva.  Significará que lo que cambia en verdad la vida del hombre no son los signos o símbolos religiosos (de aquí o de allí) sino el  que dejemos a Dios ser verdaderamente el SEÑOR de nuestras vidas. 

La Fiesta del Bautismo en este Domingo viene del Vaticano II, y  se le ha dado un significado e importancia especial: «Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado Jesucristo», dice el Evangelio de Juan, y en el fondo  todas las páginas del evangelio tratan de ayudarnos a profundizar en este conocimiento que nos da vida eterna, es decir, que nos salva,  nos proporciona eso que buscamos desde el anhelo más hondo de nuestro corazón. EL BAUTISMO DE JESÚS por Juan a orillas del Jordán no sólo representa el comienzo de su aparición en público, sino que constituye, además, una verdadera revelación de su misterio. Tan importante es que los tres sinópticos conservan el relato de este episodio (Mc 1, 9-11; Mt 3, 13-17; Lc 3, 21-22) y Juan hace una alusión a ello. 


Azulejo en la entrada al lugar dónde se celebran las promesas bautismales.  

* A primera vista resulta desconcertante el que Jesús, a quien los evangelistas presentan como el Hijo de Dios, a quien el Bautista ha señalado como más grande que él, y no es digno de desatarle sus sandalias, quien bautizará con Espíritu Santo y fuego, ahora se ponga en la fila de quienes, se reconocen pecadores, y sienten la necesidad de convertirse para escapar a la ira de Dios. ¿Cómo es posible que el superior se deje bautizar por el inferior?; ¿Qué significado podría tener esto? ¿Qué «el Santo de Dios», se someta a un rito de purificación? Ante todos Jesús aparece sin pecado y Él mismo así lo confiesa… participar en este rito significaría que Jesús asume los pecados del pueblo y de toda la humanidad; de este modo podemos decir que cargó con nuestras iniquidades, llevando a su cumplimiento la profecía del Siervo de Yahvé, y haciéndose solidario con su pueblo pecador, e incluso con toda la humanidad pecadora.


Bautismo de Cristo 
El Greco 
Copyright de la imagen ©Museo Nacional del Prado

Los Padres de la Iglesia entendían que con el bautismo de Jesús no sólo se inauguraba su obra redentora que acabaría en la Pascua, sino que toda la redención ya estaba contenida en este acontecimiento y que el misterio pascual realizará explicitándolo. Pues, tanto en el bautismo como en Pascua encontramos el descenso a las aguas del sufrimiento, la inmersión en las tinieblas de la muerte, y a la vez, la iluminación de esas tinieblas y la misma victoria sobre los poderes demoníacos y así la exaltación de Jesús como «Hijo» y «Señor». Estamos, pues, en el corazón mismo del Misterio de Cristo, caracterizado por un rebajamiento y exaltación que arrastra tras de sí a toda la humanidad y la hace volver al Padre. Jesús sumergido en las aguas del Jordán, lleva consigo a toda la humanidad, es el viejo Adán, quien queda sepultado en esas aguas; y cuando sale de ellas y recibe la unción del Espíritu acompañada de la voz del Padre, es toda la humanidad la que renace a la vida divina en el Espíritu y recupera la amistad perdida. Jesús al entrar en el Jordán no es purificado por las aguas, sino que las hace purificadoras y santificadoras. 


* El bautismo de Jesús es interpretado también como un misterio nupcial, es decir, la Iglesia es purificada por las aguas y se une a Cristo, su Esposo; lo cual ya está sugerido en los Efesios, al hablar del matrimonio (5, 25-27). 


* A partir de la Pascua judía en la Última Cena Jesús instituye la Pascua nueva, así dejándose bautizar por Juan en el Jordán, instituye el bautismo cristiano. Este nuestro bautismo es un bautismo de purificación y conversión, pero, además, un bautismo de Espíritu, que consiste en nacer a una vida nueva: la vida del Espíritu y la vida de los hijos de Dios. En el misterio de su propio bautismo Jesús estableció una relación muy estrecha entre la inmersión en el agua y el descenso del Espíritu, de tal modo que esta inmersión se convierte en el signo sacramental del don del Espíritu. Jesús ha hecho del viejo rito bautismal el sacramento de la venida del Espíritu. Cada vez que alguien es bautizado «en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo», el cielo se abre y el Espíritu desciende sobre ese nuevo hijo de Dios, y la voz del Padre se dirige a él diciéndole: «Tú eres mi hijo». 


Antonio Aranda Calvo. Sacerdote. 


Nota: A continuación encontraréis, a modo de epílogo, una presentación del lugar histórico, según la tradición, donde se sitúan los hechos narrados en los Evangelios. Esta parte se debe a Don Miguel Mesa Molinos, colaborador valioso en este Blog, a quien damos las gracias.







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