(Lecturas: Libro de
Josué 24,1-2a.15-17.18b.; Salmo 34(33),2-3.16-17.18-19.20-21.22-23. ¸
Carta de San Pablo a los Efesios 5,21-33.; Evangelio según San
Juan 6,60-69.)
El Evangelio nos enseña que las Palabras del Señor rebosan espíritu y vida, paz y gozo si las recibimos con fe…ellas son la respuesta a situaciones, muchas veces, de apatía, confusión y de dureza como las que vivimos en esta sociedad, en nuestras relaciones aún familiares y de grupos cristianos. Pero las Palabras de Jesús, Jesús mismo, que nos promete el don del Espíritu Santo, derrama en el mundo, en cada uno, en las comunidades y en los grupos, un deseo de vida nueva, cual si fuera un nuevo Pentecostés, que se actualiza día a día. Abrámonos al don y promesa de Dios y nos dará valentía para afrontar las dificultades de la vida.
Avanzando, San Pablo, en la segunda lectura, con motivo de mostrar la relación del matrimonio cristiano con Cristo, que no es otra que el Amor entre los cónyuges…, tan fuerte como para dar la vida uno por otro, nos vuelve a recordar la esencia del vivir cristiano, que implica morir a nosotros, renunciar al egoísmo que nos invade y entrar en el servicio a los demás. Esto nos llevará a una vida en la felicidad eterna con Dios nuestro Padre. La Palabra de Dios que es Vida, nos pide salir de la esclavitud del pecado, de la codicia y de la indiferencia ante las necesidades de los más pobres.
No es fácil el programa de Jesús, porque cuesta perdonar siempre
al que te hiere; es duro acoger siempre al extraño, al que viene con
pretensiones y con modos de vida muy distintos a los tuyos; no es cómodo
proteger los derechos de los más débiles, ancianos-huérfanos-desvalidos, es doloroso
soportar la traición y el desprecio… ¿Y los derechos que hoy no se consideran en
la línea del poder y de la producción, los no
políticamente correctos, cómo defenderlos…ahí está la defensa de la vida
en el no nacido, en el anciano, en el enfermo terminal…? La defensa de la
libertad, del valor del ser humano, la libertad de pensamiento, de educación,
la mal interpretada libertad religiosa…¡Cuánto cuesta defender esto, si
necesario fuera aún con perjuicio propio! Y SIN EMBARGO en estos casos es cuando
el Señor nos pregunta: ¿También vosotros queréis marcharos? Con la Gracia del
Espíritu unámonos a Pedro: “¿A dónde iremos Señor?” Y con el pueblo de Israel
en la lectura de Josué: “lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a
otros dioses”
Que la Virgen
María a la que hoy se le recuerda como Reina y Señora, nos proteja siempre.
AMEN.
Antonio
Aranda Calvo. Sacerdote.
