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viernes, 30 de julio de 2021

DOMINGO XVIII T. O. 1 DE AGOSTO 2021.

 


“Cristo, pan de vida, sacia nuestros anhelos más profundos”

(LECTURAS: Éx. 16, 2-4. 12-15. SALMO 77 “El Señor le dio Pan del cielo”. Efesios 4, 17. 20-24. Evangelio. Juan 6,24-35)     

En el Evangelio de los últimos domingos observamos a Jesús saliendo al encuentro de la multitud; hoy es la multitud, saciada por él, la que sale en su busca. Hoy día podemos imaginar entre aquella multitud a todos los que buscan a Dios en nuestra sociedad. Son muchos, aunque a veces no se reconocen, por un lenguaje y unas actitudes no fáciles de interpretar según las pautas habituales; sin embargo, comparten con la multitud que busca a Jesús la misma sed de Dios, aun cuando ni ellos mismos lo perciban. 

Impresiona la relación entre Jesús y la multitud: la fascinación, la mutua búsqueda. Jesús quiere algo más: que esas gentes le conozcan para que un encuentro más profundo con él produzca cambios relevantes en sus vidas. Y les reta a cambiar, a superar el estrecho horizonte en el que viven para descubrir otras necesidades más profundas que laten en el corazón.  Y ¿cómo no? también para saber más sobre su persona, y para preguntarse sobre los acontecimientos y el sentido de la vida. La multitud escucha el reto, pero no comprende bien el sentido de las palabras de Jesús: «¿qué hemos de hacer para llevar a cabo las obras de Dios?». Ellos entendían que se trataba de aumentar las obras piadosas para salvarse, según los maestros de la ley mosaica: oraciones, ayunos, ritos…Jesús, les sorprende diciendo que la obra de Dios no consiste en hacer más cosas, como también creemos nosotros. Jesús exige una sola cosa: creer en él, acogerlo como el enviado del Padre.  

La fe en Cristo es el alimento que llena la vida de sentido y de sabor. Si entablamos una relación de amor y confianza con Cristo también podremos hacer "buenas obras" que huelan a Evangelio, para gloria de Dios y el bien de nuestros hermanos. La fe es gracia y don de Dios, pero también tarea y respuesta del creyente que tiene que reflejarse en su estilo de vida. 

 “Señor, danos siempre de este pan”, suplican los oyentes, igual que hizo la Samaritana pidiendo el agua viva. Entonces Jesús se ve precisado a revelar abiertamente: “Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre y el que cree en mí no tendrá nunca sed". Dios sigue dando a su nuevo pueblo, la Iglesia, y a todos los hombres, ese pan que sacia y que no es otro que Cristo Jesús, su propio Hijo. 



 Pan fermentado antes de cocer, en la dehesa de Sierra Morena.

Se nos pide:

1.- Renovación de mente y espíritu, para acoger las inspiraciones del Espíritu y vivir de acuerdo con nuestra condición de hijos de Dios. De esta manera seremos humanos según el proyecto de Dios: corazón y mente abiertos y sensibles a las llamadas del bien, de la verdad, de la belleza. 

2.- Muchos presentarán como contrapropuesta al plan de Dios una vida consumida por la avidez insaciable, la codicia de la posesión de cosas y personas con lo que se pretende colmar el vacío de la persona; sin embargo, la vida del creyente en Cristo, consiste en aprender de él y, aún en nuestra pobreza y fragilidad, adoptar un estilo de vida conforme con la voluntad de Dios. Esta novedad, nos asegura San Pablo, no procede de nosotros, sino que es don de Dios (Ef 2,8). 

¿Qué es lo que buscamos y lo que centra nuestra vida y trabajo? Parece que hay poca diferencia práctica entre bastantes cristianos y otros que no se dicen creyentes.  Dada nuestra hambre existencial, no podemos prescindir del alimento que perdura para la vida eterna. El pan de vida que nos abre a su amor y al de los hermanos. Necesitamos creer en Jesús, orar y hablar con Dios, para vivir y transmitir esperanza, vida y dignidad humana. Solo el pan material, el tener y el consumir, nos dejarán interiormente vacíos. 

Antonio Aranda Calvo. Sacerdote. 

 



EN LA FIESTA DE LA VIRGEN DEL CARMEN 16 de Julio.

  (Dedicado a los fieles de Monte Lope Álvarez en la Fiesta de su PATRONA )   !VIVA LA VIRGEN DEL CARMEN! ¡Virgen del Carmen! Reina de mares...