LECTURAS:
Hechos de los Apóstoles, 2, 14-36-41. SALMO “EL SEÑOR ES MI PASTOR NADA ME
FALTA”. 1ª de San Pedro 2,20-25; Evangelio de Juan, 10,1-10.
1.-JESUS EL BUEN
PASTOR:
Jesús nos conoce, lo cual significa su amor por cada uno de nosotros y por toda
la comunidad; su cuidado por nosotros es tal que ofrece y da su vida por
nosotros, muere en la Cruz, pero venciendo la muerte nos incorpora a la Vida, en
esa luz salvadora para que nosotros mismos vivamos y resucitemos un día con
Jesús. Como cristianos debemos guiarnos siempre por este Buen Pastor, el cual
está significado en la Imagen de Ntro. P. Jesús, quien se abraza a su Cruz y en
ella a quienes le seguimos. Jesús, Buen Pastor, es nuestro camino, nuestra
verdad y nuestra vida… Entremos en Él,
para seguir sus llamadas, aprender se su ejemplo de vida y mirar el horizonte
que nos propone: Esperanza y Vida para siempre.
2.- Santa María,
Pastora maternal, Virgen de la Cabeza, Patrona de la Diócesis: te invocamos desde el
corazón y ponemos en tus manos el cuidado de este rebaño de tu Hijo Señora y
Madre nuestra, consuelo de afligidos, abraza a todos tus hijos atribulados,
ayúdanos a expresar nuestra solidaridad de forma creativa para hacer frente a
las consecuencias de esta sequía que nos amenaza, haznos crecer en la búsqueda
del bien común. Acrecienta en el mundo el sentido de pertenencia a una
única y gran familia, tomando conciencia del vínculo que nos une a todos, en el
PADRE DIOS para que, con espíritu fraterno, salgamos en ayuda de las numerosas
formas de pobreza y situaciones de miseria. Anima
la firmeza en la fe, la perseverancia en el servicio, y la constancia en la
oración. Nos encomendamos a Ti, que siempre has acompañado
nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. ¡Oh clemente, oh
piadosa, oh dulce Virgen, María! Amén.
3.- Y ahora, pues es
Jornada de oración por la Vocaciones, unámonos a toda la Iglesia para
hacer una viva Oración por las Vocaciones. Se nos invita a
rezar para que aumenten las vocaciones a la vida matrimonial, familia
cristiana, vocaciones sacerdotales, escucha de la llamada de Dios para la vida
religiosa y misionera. Necesitamos y pedimos para que haya
buenos padres, buenos sacerdotes que no piensen sólo en sí, que se consagren al
servicio de la familia, de sus feligreses, ovejas del rebaño de Cristo; que
tengamos como modelo de referencia siempre al Buen Pastor del evangelio.
Pastores que atiendan con predilección a los más débiles, pobres y necesitados; que hagan propias sus necesidades, sus quejas y sus esperanzas. Que cuiden a las ovejas enfermas, orienten a las que se equivocan, pacifiquen a las enfrentadas y atraigan a las descarriadas. Pastores que sepan reconocer sus errores y no tengan miedo en reconocerse pecadores.
Necesitamos pastores
que hagan presente a Jesús nuestro único y verdadero Maestro y Buen Pastor.
Sabemos las dificultades que existen para que la llamada de Dios prenda en el
corazón de los jóvenes: el miedo a comprometerse para siempre, el subjetivismo,
la dificultad para aceptar lo que lleve consigo renuncia y sacrificio, la falta
de modelos auténticos; el poco valor que las familias cristianas conceden a la
vocación religiosa, la falta de fe, el desconocimiento verdadero de Dios, hacen
como que parezca que Dios se ha olvidado de llamar en nuestros tiempos. No es
así, Dios sigue llamando, pero no tenemos sintonizada la onda por donde Él
habla, escuchamos otras voces, otras llamadas que distorsionan y producen
interferencias, en la que es la verdadera sintonía de Dios. Por eso en este
domingo, después de haber celebrado la resurrección, y a la espera de recibir
el Espíritu, pedimos que llegue su llamada a los corazones, para que se
consagren al servicio de Dios y de los hermanos en la vida sacerdotal,
religiosa y de seglares comprometidos, verdaderos testigos suyos. Le pedimos al
Señor que nos ayude a saber esperar la llegada de ese Espíritu que nos
transforme y cambie, lo hacemos especialmente para nosotros los que
estamos aquí reunidos celebrando la presencia de Jesús entre nosotros, y lo
hacemos al tiempo que recordamos a nuestros jóvenes y familias.
Antonio Aranda Calvo. Sacerdote.
No hay comentarios:
Publicar un comentario