“Madre de todos los hombres enséñanos a decir Amén”
Hoy que
celebramos la fiesta de la Madre Inmaculada hagamos sólo unas referencias sobre
el papel que la mujer tuvo en la vida de Jesús, su relación y su acción a favor
de ellas, por su dignidad y su salvación definitiva: Comienza presentándose
Jesús en las Bodas de Cana, y allí la
novia y las mujeres que normalmente asistirían y tratarían con Jesús “y su
Madre”; en la parábola de las diez jóvenes que esperan la Boda, Jesús aparece
como buen conocedor de las costumbres porque había participado de ellas…; las
amigas de Betania, Marta y María, se hospedaba en su casa y les hablaba con
toda libertad y cariño. Jesús hizo
muchos milagros en favor de la mujer, como la viuda de Naín, le devuelve su hijo único que había fallecido y
esto sin que nadie se lo pidiera; la mujer cananea, madre, quien consigue para su hija la curación y
para ella el reconocimiento y comprensión de Jesús; la joven hija de Jairo, a la que tomó de la mano Jesús para
volverla a la vida… y Jairo, de muy buena posición, comprendió que Jesús era la
Verdad y la Vida; la mujer que sigue a Jesús, pues las hemorragias internas no la
dejaban vivir
y ya se había gastado toda su fortuna pero en vez de mejorar iba a peor, ahora
solo con tocar el manto del Señor y su gran fe, los flujos de sangre se secan y
pudo escuchar de Jesús “hija tu fe te ha hecho salva, vete en paz y queda
curada de tu mal”; la suegra de
Pedro,
postrada por la fiebre, vuelve a sus quehaceres, servir a Jesús y a los
invitados, con sólo que Él le tocara con su mano. La Samaritana merece un largo capítulo en el Evangelio de San
Juan, Jesús la está esperando y el brocal del pozo, se dirige a ella contra
toda costumbres, dialoga y habla largamente con ella, tanto que los discípulos
quedan extrañados de que hablara con una mujer… le da a conocer y a desear el
“agua viva” y “la fuente de donde dimana” que es Él Mismo, tanto que se
convierte en una apóstol entre sus paisanos. Las mujeres que le seguían y atendían a Él y al grupo de apóstoles, hasta con sus
propios bienes; las que le acompañaron hasta el Pié de la Cruz y venían desde
Galilea, después terminaron por ser testigos de la Resurrección y la primera de
todas María Magdalena, enviada a anunciar a los discípulos que
vivía; pero también Juana y
María la de Santiago… también Susana y otras muchas…; la mujer del gobernador
romano Pilato, Claudia Prócula, la cual lo reconocía inocente e intercedió ante su
marido, haciéndole pasar un escrito en el propio tribunal: “No te mezcles en el
asunto de ese justo, porque a causa de Él esta noche, he sufrido mucho en
sueños”; la pobre viuda a la que alaba
porque lo ha dado todo lo que tenía para vivir, frente a los poderosos que echaban
mucho de lo que les sobraba, para que los alabara las gentes; las mujeres que aparecen “como
pecadoras” p. e. la mujer de la ciudad en la comida de Simón; la que querían apedrear junto al
Templo; aquella María “de la que
había sacado siete demonios”; la misma Samaritana… siempre reciben el aprecio, la defensa
y el perdón de Jesús en nombre de Dios…; enseñanzas y parábolas en las que las
pone de ejemplo como “la mujer que
padece dolores de parto, pero siente la alegría de traer una vida al mundo”; la que barre la casa para encontrar la
moneda perdida; la mujer del pueblo que alabó a su Madre; la
viuda que pide justicia al juez inicuo. Jesús conoce la vida de la mujer y
nunca la menosprecia, más bien parece que se vuelca hacia ella frente a los
poderes y frente a la sociedad…
Así lo encontraremos en los Evangelios, si los examinamos bajo esta perspectiva. Pero tendremos que admitir que ninguna de ellas mereció tanto aprecio, tanta consideración y tanto amor como su Madre María, primero por ser su Madre y a la vez por ser fiel como nadie. Es la joven muchacha de Nazaret, a la que hoy estamos celebrando en su CONCEPCIÓN INMACULADA
LA VIDA DE LA VIRGEN RECREADA EN
OCHO PEQUEÑOS LIENZOS CONSERVADOS EN EL MUSEO CARMEN THYSSEN
(MÁLAGA).
POR ESTA ÍNTIMA UNIÓN CON SU HIJO… Nuestra Señora jamás fue esclava del mal, del pecado, del enemigo de Dios, es decir, fue liberada del pecado original, que nos afecta a todos, preservada de el y colmada de gracia ya desde el comienzo de su ser en el seno de su madre. En la historia de la teología encontramos la dificultad de si “todos pecaron y todos fueron redimidos ¿Cómo sería esto en María? La dificultad se resolvió con el concepto de “preservada de todo pecado” y por tanto no perdonada de pecado alguno.
Antonio Aranda
Calvo. Sacerdote.
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