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viernes, 9 de octubre de 2020

DOMINGO XXVIII T. O. 11 DE CTUBRE

 “EL SUEÑO DE DIOS, QUE TODOS VENGAN A MI REINO” 

Como siempre la Palabra de Dios es rica e ilumina nuestras vidas; reflexionemos en ella. 

 I.1. Isaías (25,6-10a) nos envía este Mensaje: Dios salvará a todos los pueblos; tal Mensaje forma parte del libro del profeta (cc. 24-27), conocido como «apocalipsis de Isaías». En él aparece una visión escatológica, una gran liturgia, himnos, cánticos, y se predice el triunfo de Dios sobre sus enemigos en el monte Sión, en Jerusalén.  

 I.2. Es un texto hermoso: después del cántico al Dios liberador, el profeta habla de un momento admirable, bajo el símbolo del banquete, de un festín escatológico (¿?) donde será destruida la muerte y el oprobio de su pueblo. Entonces todos reconocerán a Dios como «salvador» en el monte santo, en la nueva Jerusalén.  

 I.3. Aquí se expresa perfectamente lo que es la esperanza bíblica. Porque la palabra profética convoca a algo que verdaderamente no se realizará en este mundo, ni en esta historia; es necesaria otra "historia nueva” que necesariamente está en las manos de Dios; y esto es determinante. El "velo" que tienen todos los pueblos, según el texto debe caer para que todos los hombres puedan ver algo nuevo y definitivo. Ni siquiera Jerusalén podrá soportar este sueño profético. Será una Jerusalén nueva: un cielo nuevo y una tierra nueva. Un sueño, desde luego, de esperanza. ¡Dios sueña con nosotros! 

      
Salmo 23(22) ,1-3a.3b-4.5.6.

El Señor es mi pastor,
nada me puede faltar.
El me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el recto sendero…

 II.1. San Pablo da las gracias a la comunidad filipense, muy querida por él y generosa con él y con la comunidad madre de Jerusalén, según el compromiso que habían pactado Pedro y Pablo. Pablo está acostumbrado a todo, a la hartura y a pasar hambre. Ahora, mientras permanece en prisión, recibe la ayuda con Epafrodito, y se lo agradece. Cristo le da fuerza para todo, es la afirmación más contundente y significativa. II.2. La vida cristiana, es pues, una llamada a la caridad en las necesidades básicas, lo cual debe ser consecuencia de una comunión de fe y de amor. Compartir los dones espirituales podría ser, en algunos casos, demasiado poco ante la angustia y las necesidades que muchos experimentan. Dios es el primero que comparte la creación con nosotros y debemos ser consecuentes. Pablo, en este pequeño "billete" que escribe, le agradece a la comunidad que ha sabido compartir el evangelio mismo como don recibido.  

III.1. El Evangelio de Mateo (22,1-14) nos muestra un banquete que marca diferencias con el relato de Lucas (14,15-24); Mateo habla de un rey rechazado por los magnates, de enviados maltratados y asesinados, y así manda destruir la ciudad. Manda ir a los cruces de los caminos para instar a los transeúntes a que vengan al banquete. Como es lógico, vinieron toda clase de gentes, buenas y malas. ¿Qué significa, pues, que tras esta invitación tan generosa e informal, el rey venga a la sala del banquete y encuentre a uno que no tiene traje de bodas? Esto cambia el sentido de la interpretación de los vv. 1-10, cuando la sala se llenó de invitados, poniendo de manifiesto que incluso los que no estaban preparados son invitados a un banquete de bodas. Aquí nos encontramos con lo más extraño, quizás lo más importante y original de la parábola de Jesús redactada por Mateo. III.2. Los vv. 11-14, sobre el traje de bodas  

Parábola del gran banquete. 

Óleo sobre tabla (Hacia 1525)
Maestro del monograma de Brunswick. Jan van Hemessen.
Museo Nacional de Varsovia

+Puede significar una llamada de Mateo a la comunidad a la que desea inculcar más y más las exigencias cristianas con objeto de que sepan responder siempre a la llamada que se les ha hecho: «justicia», buenas obras, compromiso constante y perseverancia a favor de los más necesitados.

+En todo caso la parábola es pronunciada por Jesús para poner de manifiesto la fiesta de la libertad de Dios que llama a todo el que encuentra. Por ello el traje de boda, debe estar supeditado a lo primero, porque no es lógico que los invitados por los caminos estén preparados para una boda. No obstante deberíamos suponer que el vestido en cuestión, que incluso los más pobres, encuentran unas ropas especiales para ir a una boda o a un banquete; de lo contrario no tendrían sentido los vv. 11-14.III.3.En todo caso, la parábola es escandalosa, y debe seguir siéndolo +en cuanto a los motivos de los que rechazan el banquete,

+En la actitud del rey que, en vez de suprimir el banquete, invita a todo el mundo que se encuentre por los caminos: hay que buscar a las personas que no están atadas a nada ni a nadie; son libres.

+El banquete no es un acto burlesco, sino que Jesús piensa en el festín de la salvación; no en una fiesta de compromiso, sino de libertad. +Hasta el hombre que no lleva vestido de boda, debe entender, hoy y ahora, que ha de estar allí libre para la gracia de Dios.

+Quien no posea esa actitud, “ese vestido”, estará echando por tierra la fiesta de la libertad y de la gracia.  

Antonio Aranda Calvo. Sacerdote diocesano

 

 

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