Vistas de página en total

viernes, 25 de febrero de 2022

DOMINGO VIII DE T. O. 27 DE FEBRERO DE 2022

 


LECTURAS: LIBRO DE LA SABIDURÍA 27, 4-7; SALMO 91 “ES BUENO DAR GRACIAS AL SEÑOR”; PRIMERA CARTA A LOS CORINTIOS 15, 54-58; EVANGELIO DE LUCAS 6, 39-45.

  

La próxima semana entramos en el tiempo litúrgico de la Cuaresma, miércoles de ceniza, día 2 de marzo, en el que debemos examinar nuestra vida cristiana, profundizar en ella y proponernos morir al pecado para resucitar con Cristo Resucitado a UNA VIDA NUEVA.

 +++Avisos: Miércoles de Ceniza, imposición de ceniza y Vía Crucis después. Todos los Viernes Vía Crucis después de la Misa. 

   La Palabra de Dios, proclamada en este Domingo, continúa llamándonos a una conducta leal y honrada, de verdadero respeto a nuestros hermanos, tratando de parecernos a Jesús, siguiendo no sólo su doctrina sino sus mismos pasos pues que nuestra vida no se debe cimentar en un conjunto de normas y leyes morales, éticas, culturales o del momento… sino que el estilo de Jesús, la Piedra Angular sobre la que hemos de construir nuestro ser, nuestro vivir, nuestra conducta de cada día…ese estilo debe ser el nuestro. “Que quien me mire te vea” 

 Y lo primero la palabra: se nos pide hacer un buen uso de ella. Descubrir lo bueno de la vida, lo bueno de las situaciones concretas y todo lo bueno de nuestros hermanos, proclamándolo a los cuatro vientos. Dediquemos nuestras palabras siempre para el bien y para difundirlo… nunca sean portadoras de envidias y rencores, de falsos testimonios, mentiras y maledicencia.  También, como nos dice el Salmo, usemos la palabra para dar gracias al Señor, cantar en su Nombre y alabarlo, lo cual nos llevará a crecer en la presencia del Dios Altísimo “como la palmera o el cedro del Líbano plantado en la casa del Señor” 

  Y todo ello para discípulos de JESÚS, asemejarnos a Él, por quien  «La muerte fue absorbida en la victoria. Y así  se nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo, de modo que, nos mantengamos firmes e inconmovibles y nos entreguemos siempre constantes y sin reservas a la obra del Señor, convencidos de que nuestro esfuerzo no  será nulo a los ojos del Padre Misericordioso. Todo esto, Gracias a Dios, que nos eligió y nos llamó. 

   El Evangelio, finalmente, continúa las enseñanzas y el estilo del Domingo pasado, dándonos llamadas sobre el trato a nuestros hermanos (lo de la paja en el ojo ajeno y la viga en el nuestro es muy significativo y puede servirnos a todos)… se nos dice que nuestra conducta y nuestra vida cristiana deben medirse por los buenos frutos que  demos, como el árbol bueno que produce buenos frutos. pues “de la bondad que se atesora en el corazón sacamos el bien; mientras de la maldad sacamos el mal…porque de lo que rebosa el corazón habla la boca. 

 Y todo cuanto venimos diciendo, no lo debemos ver sólo como prácticas morales o reglas de comportamiento, que vienen de fuera, o un código basado en normas y costumbres que se nos impone por leyes salidas de cuantos ostentan el poder, para así convivir, gobernarnos o poder someternos… La motivación en nosotros está en que Cristo es nuestro Maestro y Modelo, a Él debemos parecernos y su camino hemos de seguir: “Aprended de Mí que soy manso y humilde de corazón”, nos dice Jesús. En la llamada de Jesús está siempre patente el “sed perfectos como mi Padre es perfecto…” porque quiere de nosotros que seamos felices, vivamos como hermanos, lleguemos a la plenitud para la que fuimos creados, “a imagen y semejanza de Dios, en Cristo Jesús en quien todo fue hecho para su gloria y alabanza”.  

Antonio Aranda Calvo. Sacerdote.

 

 

 

 

 


viernes, 18 de febrero de 2022

VII DOMINGO DEL T.O. 20 DE FEBRERO 20022.


 

“Con la misma medida con que medís, os volverán a medir”

 

LECTURAS: 1er. LIBRO  DE SAMUEL: Primer Libro de Samuel 26, 2.7-9; Salmo 102 “El Señor es Compasivo y Misericordioso; Primera a los Corintios 15, 45-49;  Lucas 6, 27-38. 

 

Cercanos ya al tiempo de Cuaresma, cuando se vive con mayor intensidad el MISTERIO PASCUAL… nos disponemos a cantar las misericordias del Señor… Así el Salmo responsorial y toda la Palabra de Dios, hoy, pone ante nosotros dos opciones para que desde nuestra libertad nos dirijamos por el camino del bien o del mal, siguiendo al Señor en el Espíritu o siguiendo lo terreno y carnal… en nuestras manos está, nuestra verdadera realización, el hombre nuevo de la segunda lectura. 

 El mensaje de la palabra de Dios es claro, no lo debemos “reinterpretar”. Dice lo que dice y lo expresa con claridad: “Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, sed compasivos…, perdonad…” Pero nos cuesta aceptar esta enseñanza que es el ejemplo que Cristo nos ha dado… Amamos a los que nos aman, hacemos el bien a quien nos lo hace, prestamos cuando esperamos sacar alguna ganancia. A lo largo de los siglos hemos  reducido el evangelio a unas cuantas -pocas- normas éticas razonables, escogidas nuestro gusto, como “un evangelio a la carta”. Sin embargo, Cristo quiere llevarnos a lo infinito: «Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso, no juzguéis, no condenéis…». Y el “modelo” está en Cristo, lejos del “viejo Adán” quien rompió la verdadera imagen de Dios.  

     Vivimos en sociedades que tienden a la violencia física y psicológica, donde el respeto, el perdón, la compasión o el compartir no son valores de moda. Solo leer el periódico o ver las noticias cada día nos pone al tanto de cuantos asaltos, accidentes, hechos de corrupción, homicidios de hombres y mujeres suceden cada jornada. Además, en nuestra vida más cotidiana, el “ojo por ojo y diente por diente”, “el que me la hace me la paga”, el “yo perdono, pero no olvido…”  están a la orden del día. 

 


 

El regreso del hijo pródigo. 1668. Murillo 

Óleo sobre lienzo. 236x262 cm. 

The National Gallery of Art. Washington

 

    

    Pero Jesús nos llama a amar y no a condenar, su clamor recorre la historia y llega hasta nosotros aquí y ahora: ante nuestra extrañeza, nos pide abrirnos de corazón al prójimo y a no ponerle límites legales o doctrinales a nuestra disposición de comprenderlo y aceptarlo tal como es y tal como nos necesita. Sólo desde la relación cercana con Dios es inteligible el mandato de Cristo de amar, de perdonar o de ser compasivos... como ha hecho Cristo. Quien va entendiendo así el perdón, comprende que el mensaje de Jesús, lejos de ser algo extraño y absurdo o imposible e irritante, es el camino más acertado para ir curando las relaciones humanas, siempre amenazadas por nuestras injusticias y conflictos.

   Si lo que Jesús nos pide nos parece imposible, entonces entenderemos  que nuestra respuesta dependerá no solo de nosotros mismos, sino de la gracia que viene de Dios. Solo con el espíritu que Dios nos promete seremos capaces de ser testigos del amor, perdón y paz, a lo que Jesús nos llama. El perdón y misericordia son actitudes fundamentales del cristiano porque son de Dios.  Brotan siempre de una experiencia religiosa. El cristiano perdona porque se siente perdonado por Dios.  Perdona quien sabe que vive del perdón de Dios. Ésa es la fuente última. «Perdonaos mutuamente como Dios os ha perdonado en Cristo». Olvidar esto es hablar de otra cosa muy diferente del perdón evangélico. Así, el perdón cristiano no es un acto de justicia. No se le puede reclamar ni exigir a nadie como un deber social. En un juicio, “si se es culpable se condena y si no los es no hay juicio alguno”  

    Para concluir, otra vez Jesús nos advierte: “Con la misma medida con que medís, os volverán a medir” ¿En verdad creemos esto? Porque somos mezquinos y negativos para juzgar, para dar, para amar… y sin embargo, la vara con la que medimos nos mide y afecta a nosotros y a nuestro entorno. Es como  una vara que a lo largo de los siglos se ha ido forjando de un hierro  tan fuerte que en él estamos atrapados, porque es de todo, menos de “amar al enemigo,” “no juzgar” y “no condenar.” 

     Pensemos que, si no podemos imitar la misericordia, el amor y el perdón de Dios, seamos al menos un canal para que ese amor y perdón lleguen a quienes más los necesitan. 

 

Antonio Aranda Calvo. Sacerdote. 

 

 

 

 

jueves, 10 de febrero de 2022

VI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. 13 de Febrero de 2022.

 


“Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor”

 

LECTURAS: Jeremías 17,5-8; Salmo 1, “Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor” Segunda a Corintios 15, 12. 16-20; Evangelio de Lucas 6, 17-20.26. 

 

Se ha venido trabajando durante la semana en las Comunidades Cristianas en torno a la CAMPAÑA CONTRA EL  HAMBRE que lleva adelante la asociación Cristiana “MANOS UNIDAS”  fundada por un grupo de mujeres cristianas desde su condición de miembros de Acción Católica. La labor que realizan es verdaderamente encomiable: bajo programas del desarrollo de los pueblos, de las familias y de la persona, llevan a cabo una serie de proyectos en que los mismos grupos necesitados son los protagonistas de su propio progreso…El lema podría resumirse en esa frase conocida “no les des los peces para que coman, dales una caña y enséñales a pescar”. En este domingo se concluye la Campaña y celebramos en la Acción Litúrgica de la Eucaristía la fraternidad con Cristo y con nuestros hermanos más necesitados.



Podría ser bueno reflexionáramos sobre ello, pues además el Evangelio de hoy comienza con el «Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados” ¿Qué sentido tienen estas bienaventuranzas?

 Jesús no quiere que se pase hambre, ni la pobreza que disminuye a la persona…quiere más bien que no estemos agobiados por los bienes terrenos y que sepamos compartir con nuestros hermanos lo que tenemos y así disfrutar los bienes de la tierra en fraternidad humana.

No se trata de alegrarse por ser pobre, o por estar hambriento, o por llorar, tampoco se trata de resignarse. ¡Dios no quiere la pobreza! La dicha que brota de estas Bienaventuranzas tiene su base en que Dios está al lado de esas personas, que se inspiran en ellas y que su Reino les pertenece aquí y ahora. Por el contrario, los “ay” que Jesús dirige a continuación nos advierten para que no nos dejemos seducir por las riquezas, por el poder y el placer etc. y para que no olvidemos a los  necesitados y desvalidos.

Situados aquí podríamos distinguir el “hambre de pan” y el “hambre de humanidad”:

1.-Bien conocemos por estadísticas, informaciones de los medios y otras, que “el hambre de pan” en el mundo es la verdadera plaga de nuestro tiempo; la responsabilidad personal e individual queda muchas veces disimulada por la pregunta ¿y yo qué puedo hacer?... pero no podemos cerrar los ojos a la vergüenza que debería suponer el HAMBRE en una sociedad llamada “del bienestar”, en la que  sobran tantas cosas, en la que los alimentos están en contenedores de basura y en la que se gasta para la guerra lo que esos pueblos hambrientos necesitarían para satisfacer sus necesidades corporales básicas. Por otra parte el ambiente, del que estamos presos la mayoría, es el de tener más, el gozar y pasarlo bien, destrozando, a veces, hasta la naturaleza de la que, según el plan de Dios, podemos y debemos de vivir todos.

Se nos llama a trabajar por un justo reparto de los bienes de la tierra, de los adelantos conseguidos  por la inteligencia humana, de todos los bienes materiales que tenemos en  el mundo desarrollado y que hacen bien a la persona. Por nuestra  parte en este día de la Campaña contra el hambre seamos generosos para colaborar con la Asociación “Manos Unidas” y en los proyectos que se llevan a cabo a través de nuestras propias Parroquias o Arciprestazgos.

 2.-Pero no es menos grave el hambre de humanidad, en la que incluyo como carencia básica el hambre de Dios. El ser humano no se satisface sólo con el pan de cada día,  necesita el desarrollo humano integral,  de mente, afectos, convivencia y la apertura  a  lo divino, a lo trascendente. La apertura a Dios,  que da sentido a la vida y respuesta a los porqués profundos de nuestra conciencia. Y con ello, realidades como la educación-enseñanza, la salud, la cultura en el más amplio sentido, la acogida de los niños  y ancianos, el cuidado de los enfermos más allá de  lo sanitario… todos estos son aspectos que nos han de interesar y como cristianos tenemos que luchar  por que la humanidad llegue a disfrutarlos.

Pero  en  este  mundo más humano que se nos llama a construir, hemos de tener muy presente el anuncio del Dios misericordia y amor, que desea seamos felices y nos espera en el Cielo. El verdadero Dios que ha deseado compartir con nosotros nuestra propia realidad y se ha hecho hombre en Jesús hasta la muerte… y muerte en Cruz, pero Resucitado nos da la esperanza de la Vida en felicidad plena. Nos promete nuestro desarrollo pleno en la felicidad que nunca termina.

 

Antonio Aranda Calvo. Sacerdote.

 

 


lunes, 7 de febrero de 2022

AQUEL AMANECER

 

 

AQUEL AMANECER 

Esta mañana, gracias Señor, 

todavía adornada por la luna, 

en el silencio y con la claridad, 

que se acercaba, te dije: 

Buenos días, Señor, a Ti el primero, 

y después a los que quiero 

y me quieren a mi sin merecerlo. 

 

Esta mañana, Señor, 

con la luna todavía en el alto cielo, 

recorrí el entorno de tu Templo, 

mole de piedra, bellamente labrada… 

y al entrar después de tanta grandeza… 

sólo una luz parpadeante, me indicaba 

donde estabas Tú presente, siempre en  

vela, en la Hostia por siempre Sacrosanta. 

 

Tanto esplendor de arte en piedra, 

en madera, pintura y decorados, 

flores, dorados de plata y oro, 

artificios, obras de las manos, 

para decir a los ojos de la fe 

que allí estás Tú: 

Soberana Pequeñez  

de un Dios, hecho hombre, 

de un Dios-hombre hecho pan, 

alimento permanente, 

presencia y sacrificio 

en nuestro bien. 

 

Porque Tú, ahí, 

Reconocido u olvidado, 

Envuelto en todo aquello 

Que veía en el silencioso 

Amanecer de brillante luna  

Todo Tú estás para gloria 

Del Padre Celestial 

Que a través del Espíritu Divino 

El hombre puede estar un día 

Junto a la Trinidad Divina. 

 

Antonio Aranda Calvo. Sacerdote.  

 


sábado, 5 de febrero de 2022

TÚ y yo

 

    Tú, misericordia y perdón, 

Amor sin fin, 

ternura y dulce mirada, 

brazos que acogen, 

hombros que cargan 

conmigo. 

 

   Tú todo, Jesús, Palabra 

en la que todo es creado, 

Cuerpo partido y Sangre derramada, 

Salvación de todo hombre 

y de la humanidad entera. 

 

    Tú, sanación de enfermos  

y menesterosos; 

luz de ciegos, 

camino de descarriados, 

quien puede llenar mi corazón, 

 

   Tú, descanso para cansados y 

agobiados, 

alimento que satisface 

pan y vino que calma la  

necesidad y el hambre, 

fuente de agua viva 

que sacia mi sed. 

 

   Yo me presentaré ante Ti, 

vacío, sin lastre que me retenga; 

llevaré ante Ti, lo que no pesa: 

muchos nombres de amigos, 

hermanos con su propia historia, 

todos los rostros que se enzarzan en mi vida. 

TE LOS PRESENTARÉ Y TÚ LOS ABRAZARÁS 

 

    Oraré por ellos y sus propias vidas…y 

te diré: 

“A Ti, Señor, levanto mi alma, 

en Ti confío, no me dejes. 

Enséñame tu camino. 

Mira mi esfuerzo y 

perdona mis faltas.  

Acoge a cuantos quiero 

y a cuantos me quieren. 

Ilumina la oscuridad de este mundo, 

fortalece mi vida, porque espero en Ti.” 

 

Antonio Aranda Calvo. Sacerdote 

 

 



viernes, 4 de febrero de 2022

V DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. 6 de Febrero 2022

 


         

“Desde hoy serás pescador de hombres”

`[LECTURAS: Isaías 6, 1-2. 3-8; Salmo 137 “Delante de los Ángeles tañeré para ti, Señor”. Iª Corintios 15, 1-11; Lucas 5,1-11.]

(Después de un paréntesis, desde la Epifanía del Señor 6 de Enero, continuamos en este Domingo V del Tiempo Ordinario; en él veremos la eficacia de la Palabra de Dios, Jesús mismo, la experiencia de la llamada y el seguimiento en medio de dificultades… y la invitación a vivir nosotros esa misma experiencia) 

     En el centro de las lecturas, como mensaje fundamental, está la fuerza de la Palabra de Dios para cambiar la vida de aquellos que la escuchan, la acogen y la siguen. Así Pedro y los Apóstoles en el Evangelio, Isaías en la lectura profética y Pablo en el “credo” que propone a la comunidad de Corinto, recordándoles que si ellos son una comunidad de creyentes, se debe a que han acogido el mensaje, que él mismo, recibió de los testigos de Jesús: que Cristo murió por nosotros y ha resucitado para darnos a todos la Vida. 

En la primera lectura, Isaías  nos muestra cómo la palabra de Dios transforma. Se nos describe la experiencia de Isaías  cuando es llamado para enviarlo a hablar al pueblo en nombre de Dios. Se siente indigno, ante una experiencia tan intensa de lo que es Dios, su Palabra, que no se atreve a hablar a un pueblo infiel, ya que él mismo se considera parte de ese pueblo. Pero el serafín, que significa “arder” toca sus labios, la acción curativa y purificadora de la Palabra de Dios…, y entonces se siente impulsado a hablar a los hombres de ese Dios. He aquí cómo se transforma la situación del hombre pecador  a través de la intervención salvífica de Dios. Lo que se quiere poner de manifiesto en esta experiencia del propio profeta, no es algo que solo vivirá él, sino todo el pueblo a causa de su palabra profética, que es Palabra de Dios. Quien es llamado a ser profeta siente que le arde el alma y el corazón. ¡Da miedo, claro! Pero la misma Palabra transforma el miedo en valentía y audacia. Cuando ruge el león… (Dice Amós 3, “Ruge el león, ¿Quién no temerá?”   Habla el Señor Yahvé, ¿Quién no profetizará?). Dios tiene esas intervenciones extraordinarias, a base de experiencias personales, que arranca de la indolencia y la trivialidad. El profeta que tiene esta “suerte” no dormirá tranquilo. Ya verá la vida y la religión de otra manera. A cada uno le llega esta experiencia en su “status”. Es probable que Isaías fuera de familia distinguida, quizás sacerdotal. Ahí llega también la palabra de Dios para purificar y transformar.

    En la Iª Carta a los Corintios, aparece el credo fundamental de los primeros cristianos. La experiencia vivida por Pablo a través del anuncio recibido “…Cristo que murió por nosotros, fue resucitado y vive….” Le recuerda su nueva situación y la comunica a los fieles de Corinto: les habla de la resurrección, locura para los judíos y necedad para los griegos… pero salvación para los que creen en Él. Este “Evangelio” es el principio y la base de toda su argumentación posterior. Si no se acepta que Cristo ha sido resucitado por Dios, el cristianismo que ellos han aceptado, el evangelio, no tiene sentido. Si Cristo no vive con una vida nueva entonces… el cristianismo no tiene nada que ofrecer a los hombres. ¡Pero no! Cristo ha resucitado… y él mismo ha tenido experiencia de ello, de la misma manera que los otros apóstoles la tuvieron antes que él.

  


LA PESCA MILAGROSA 
(Rafael Sanzio. 1515-1516)
Victoria and Albert Museum (Londres)

 

    El Evangelio. Y ahora viene el Evangelio: la Palabra de Dios, Dios mismo, Jesucristo resucitado, se va imponiendo en la vida de todos aquellos que deben colaborar en el proyecto salvífico sobre este mundo y va transformando la existencia de cada uno. La Palabra de Dios tiene una eficacia que motiva la respuesta de Isaías, de Pedro,  los apóstoles y de Pablo. No eran santos, sino  alejados de la “santidad divina”. La Palabra, Jesucristo, su evangelio, se impone en sus vidas… como en nosotros, pero no nos agrede: nos interpela, nos envuelve misteriosamente, nos renueva, cambia los horizontes de nuestra existencia y nos lleva a colaborar en la misión profética del evangelio, que es la misión fundamental de la Iglesia en el mundo. Si al principio dan un poco de miedo las respuestas, estas se hacen radicales, porque no es necesario ser santo o perfecto para colaborar con Dios. Hace falta prestarle nuestra voz, nuestro trabajo y todo será distinto. Traduciendo el Evangelio de hoy a la actualidad, se nos propone una vida nueva, de pescadores de mar a pescadores de hombres, en perspectiva de futuro, sin cálculos... sígueme…y todo cambiará, como cambiaron Isaías, Pedro,  Pablo y cuantos siguieron la llamada. Pero, si no somos perfectos ¿cómo podremos? Cuando aprendamos a fiarnos de Jesús y de su evangelio; cuando queramos salir de nuestros límites, la Palabra de Dios será más eficaz que nuestras propias razones para no echar las redes en el agua, en la vida, en la familia, entre los amigos, en el trabajo... y seremos profetas, y seremos pescadores, como Dios nos quiere.

Antonio Aranda Calvo. Sacerdote.


EN LA FIESTA DE LA VIRGEN DEL CARMEN 16 de Julio.

  (Dedicado a los fieles de Monte Lope Álvarez en la Fiesta de su PATRONA )   !VIVA LA VIRGEN DEL CARMEN! ¡Virgen del Carmen! Reina de mares...