AQUEL AMANECER
Esta mañana, gracias Señor,
todavía adornada por la luna,
en el silencio y con la claridad,
que se acercaba, te dije:
Buenos días, Señor, a Ti el primero,
y después a los que quiero
y me quieren a mi sin merecerlo.
Esta mañana, Señor,
con la luna todavía en el alto cielo,
recorrí el entorno de tu Templo,
mole de piedra, bellamente labrada…
y al entrar después de tanta grandeza…
sólo una luz parpadeante, me indicaba
donde estabas Tú presente, siempre en
vela, en la Hostia por siempre Sacrosanta.
Tanto esplendor de arte en piedra,
en madera, pintura y decorados,
flores, dorados de plata y oro,
artificios, obras de las manos,
para decir a los ojos de la fe
que allí estás Tú:
Soberana Pequeñez
de un Dios, hecho hombre,
de un Dios-hombre hecho pan,
alimento permanente,
presencia y sacrificio
en nuestro bien.
Porque Tú, ahí,
Reconocido u olvidado,
Envuelto en todo aquello
Que veía en el silencioso
Amanecer de brillante luna
Todo Tú estás para gloria
Del Padre Celestial
Que a través del Espíritu Divino
El hombre puede estar un día
Junto a la Trinidad Divina.
Antonio Aranda Calvo. Sacerdote.
No hay comentarios:
Publicar un comentario