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viernes, 27 de noviembre de 2020

DOMINGO PRIMERO DE ADVIENTO 29-XI-2020

 

“Viene el Señor, vayamos a Él”

  El Adviento de este 2020 se puede resumir en ese “viene el Señor, vayamos a Él”  y nos sitúa como en  una marcha  en la que recorrer el camino por el que llegaremos al encuentro maravilloso con “Aquel que nos viene” y, no es otro que “la Palabra de Dios, por quien se hizo todo, quien contiene la Vida, que es la luz del hombre, la que brilla en las tinieblas”

 Adviento es un camino hacia la realización plena de todo lo creado, la naturaleza, la humanidad entera, tú, yo y nosotros, porque en realidad todos buscamos, ansiamos llegar a la propia plenitud (vamos a tientas, a veces creemos haberla encontrado, pero cuando menos acordamos, vuelve la inquietud, el vacío, el buscar y buscar…) y es que nuestro corazón está insatisfecho hasta que no encuentre la “luz de la vida”, esa que nos trae el que viene.  

 Importa, ahora, que quienes vamos hacia el encuentro, marchemos por el mismo camino, para poder converger con el que viene, y el camino del que viene, bien lo sabemos, es la “encarnación”; Él, despojándose de su condición divina se hizo hombre en el seno de María la Virgen, por y para nosotros, y así se puso en disposición del encuentro; Él es el  “Emmanuel” el “Dios con nosotros”,  Jesús nacido en Belén.  

      Pero es necesario que hallemos y recorramos el camino del encuentro, ¡vayamos a Él, como hicieron los Pastores! (¡Vamos pastores, vamos, vamos hacia Belén, para ver quien ha nacido, la gloria de Israel… sí, sí,  nuestra gloria, nuestro bien!) 

1.-Hemos de partir del deseo de buscar… y de encontrar, porque en lo más íntimo de nosotros mismos no estamos satisfechos; a pesar de lo mucho que hemos progresado, de tener tantas cosas y sentirnos llenos de nosotros mismos, somos unos indigentes… 

2.-Saber si las cosas son el tesoro de nuestro corazón, o, lo son los placeres humanos, el poder, la fuerza, el dinero… ¿Cuál es nuestro tesoro? ¿qué apetecemos? ¿qué pensamos nos puede hacer felices?  ¿Podemos  decir, desde lo hondo del corazón, al que viene,  “restáuranos, que brille tu rostro y nos salve” como hemos proclamado en el Salmo? 

3.-La 1ª Lectura nos dice como el pueblo vuelve a su Dios después del destierro, cuando han experimentado su debilidad y han sufrido toda clase de vejaciones, injurias y escarnios, han perdido el Templo y su tierra está desolada…entonces claman “ven Señor, restáuranos”. El Pueblo reconoce: “Tú eres nuestro Padre, nosotros el barro y Tú el alfarero, todos somos hechura de tus manos”, así  van y buscan del Señor 

4.-El camino a seguir es el dejarnos hacer por el que viene, llevar a la práctica lo de “Padre, me pongo en tus manos, haz de mi lo que quieras, sea lo que sea te doy las gracias, ¡Tú eres mi Padre!” 


     Tú sabes que si vamos por ahí, nos encontraremos con el que viene a salvarnos, así estaremos recorriendo las distancias que nos podían separar, porque ambos
nos ponemos en las manos de Padre: Él dice: “Padre aquí estoy para hacer tu Voluntad…” Y tú te pones en las manos del Padre…  Él es enviado para mostrar su amor a todos los hombres, hasta la muerte… “Tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo, no para condenar el mundo sino para dar la vida por él”… Así también nosotros hemos de amar a nuestros hermanos. 


   
En la 2ª Lectura, Pablo nos recuerda que Dios nos ha enriquecido con toda clase de dones en su Hijo Jesucristo, el Niño que esperamos, el Salvador que se acerca…y como Dios permanece fiel, lo regalado gratuitamente permanecerá para siempre, y así podemos esperar la Venida con Esperanza firme. Por eso, al principio del Adviento se nos abre el horizonte de la eternidad, pues  al constatar que nuestra seguridad no está en nosotros sino en la fidelidad de Dios, se engendra la esperanza firme contra toda esperanza. 

 


    El Evangelio de Marcos (13, 33-37) Nos presenta tres actitudes que debemos tener en este tiempo de adviento, tiempo de espera para la hora de su llegada, y nos lo explica con una sencilla parábola la causa por la que debemos permanecer así…  “porque no sabéis cuándo llegará vuestro Señor”, por ello:   

- Estad atentos 

-  Vigilad 

- Velad 

    Ante los días que estamos viviendo, la pandemia que puede llegar a angustiarnos, desde la luz del Adviento se nos pide una mirada amplia para descubrir la presencia del Señor en todo ello; estemos atentos al sufrimiento de tantos hermanos (sufrimiento, desconsuelo, necesidades materiales, de atención, de escucha, acogida etc.); vigilemos nuestro corazón, inclinaciones, deseos, búsquedas etc. Precisamente por estar envueltos en estas dificultades, podemos equivocar el camino y dirigirnos por la vía contraria a la que Dios trae; velemos para mantener nuestra confianza en el Señor.

 

Antonio Aranda Calvo. Sacerdote. 

jueves, 26 de noviembre de 2020

TIEMPO DE ADVIENTO

 


Tiempo de Adviento, tiempo de Esperanza,
es el Señor quien se acerca,
¡ven a nosotros, Señor

   He aquí la gran noticia para la humanidad, Dios está cerca de nosotros en su Hijo Jesús de Nazaret, nacido en Belén; en los hermanos que le hacen presente “lo que hagáis con uno de estos mis más humildes hermanos conmigo lo estáis haciendo”; en los acontecimientos de la vida: alegrías o penas, salud o enfermedad… y así todos los días de nuestra vida.  Salgamos a su encuentro y le encontraremos, porque Él es un “Dios con nosotros Enmanuel” LA NAVIDAD ES UN MODO DE VIVIR ESTA REALIDAD DEL DIOS CON  NOSOTROS. 


De Antonio Aranda para cuantos lo lean. 

 

 

viernes, 20 de noviembre de 2020

DOMINGO DE CRISTO REY DEL UNIVERSO. 22- XI- 2020.

                                                                

“Cristo Rey de nuestros corazones”


   Último domingo del año litúrgico, Los Domingos anteriores nos han ido preparando a recibir, bien dispuestos, a Cristo Rey del Universo, de nuestras vidas y de nuestra historia. En él podemos destacar: 

 

  • El Evangelio nos recuerda el momento de la segunda venida del Señor. Separará a los buenos de los malos, y dirá a los buenos: "Venid benditos de mi Padre, porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber..." A los malos arrojará a las tinieblas, porque tuvo hambre y no le dieron de comer... Y se entiende el dar de comer y beber no al Cristo físico que ya no está en cuerpo pasible entre nosotros, sino a las personas necesitadas, que son los hijos de Dios. 

  • Presenta como verdadera señal de salvación: el compartir y trabajar  en favor de nuestros hermanos, nuestros  prójimos: en concreto las obras de misericordia; APLICÁNDOLO TODO ELLO A NUESTRO MUNDO DE HOY.  La actitud es salir de sí mismo para hacer cuanto se pueda en favor del que lo necesita, en cualquier circunstancia en la que podamos actuar. Tener misericordia con el que sufre; consolar, acoger, tratar con respeto,  compasión, amabilidad y hasta con ternura a los que carecen de ello. 

  • Otro signo de salvación es lo que nos dijo Jesús: "El que come mi carne y bebe mi sangre, tendrá vida eterna y yo le resucitaré en el último día". También a esto hemos de prepararnos,  valorar el Misterio de la Santa Misa, la Presencia Real de Cristo en el Sagrario. Vayamos a comulgar siempre muy conscientes de lo que hacemos. Sin rutina.    

    Por otra parte, este domingo, nos abre muy de lleno a una dimensión salvífica de la historia de la humanidad, historia que no es simplemente producir cosas, aunque sean los mejores valores culturales, sino que más allá de ello estamos llamados a transformar el mundo para que un día, Cristo, quien ha dado su vida por todos, pueda presentarlo redimido y liberado de todo lo que es oprobio e ignominia. Los cristianos confesamos que nosotros, la humanidad sola, no puede hacer una historia hermosa y liberadora y que  solo Cristo es nuestra esperanza.
 

La 1ª lectura es una llamada a esa esperanza, con la que todo puede cambiar y todo cambiará pues  el Dios de Israel ama entrañablemente a su pueblo. El profeta Ezequiel presenta la alternativa a los dirigentes de su pueblo… el Señor será un pastor de verdad; un pastor que buscará a sus ovejas, las cuidará, las curará si es necesario. El Señor de Israel no es un rey sin corazón, como los que hasta ahora condujeron al pueblo, sino quien sabe entregar su vida. 




En la 2ª lectura, Pablo establece una comparativa entre Adán y Cristo, para poner de manifiesto que si por ser descendientes de Adán vamos a la muerte, el creer en Cristo nos introduce en la dinámica de la vida verdadera. No hemos nacido para la muerte, sino para la vida. Dios, en Cristo como primicia, nos ha revelado que su creación es tan positiva, que no caeremos nunca en la nada, aunque tengamos que pasar por la muerte; ella nos lleva, a la vida que el Creador nos regala.




MURAL QUE CUBRE LA CABECERA PLANA DEL ÁBSIDE O TRASALTAR MAYOR Y PRESBITERIO, EN LA IGLESIA DE CRISTO-REY, DE JAÉN, INAUGURADO EN 1956 .AUTOR: FRANCISCO BAÑOS MARTOS (1956)

   El Evangelio de hoy, se conoce como el “juicio de las naciones”, está en conexión con la primera lectura, pero ahora, aquél pastor pasa a ser rey de las naciones, y va a juzgar al modo de los reyes (“trono de gloria”)… pero el “reinado de Dios”, clave del mensaje de Jesús, no se expresa en monarquías, ni sistemas políticos determinados, sino en un planteamiento válido para todos… universal en una dimensión cósmica, colectiva, de la acción del Señor. Todo el mundo, toda la historia, pues, están bajo la acción salvadora y redentora del Señor y no sólo Israel o ahora los cristianos, como así lo había manifestado en otras ocasiones. Es verdad que el relato tiende a una interpretación de carácter “filantrópico” y de solidaridad con ningún elemento “religioso”. Algunos no estarían de acuerdo porque esto plantea o justifica un seguimiento de Jesús casi “sin religión” o que cualquier hombre o mujer sin fe, están llamados a la salvación, simplemente por solidaridad con sus hermanos. En realidad el texto dice lo que dice y eso es lo que enseña. Es verdad que esos “hermanos míos pequeños” son los seguidores de Jesús que sufren y son perseguidos… pero también son todos los hombres y mujeres que sufren. Y eso significa que la religión del “reinado de Dios” es universal, y en ella caben aquellos que aún sin pertenecer a una estructura religiosa confesional pueden hacer posible lo que el Reino de Dios pretende, hacer de este mundo un “reinado de vida” por la justicia y la paz. Jesús comienza algo radicalmente nuevo, desde su continuidad-discontinuidad con la religión de Israel. 


Tendríamos que ver aquí una afirmación rotunda y atrevida: todos los hombres, sean creyentes o no, pueden entrar en el proyecto salvífico de Cristo. Y la pregunta podría ser, ¿qué criterios pueden servir para los que no creen en Dios ni en Cristo? Pues el mismo criterio que para los cristianos y creyentes: el amor y la misericordia con los hermanos. Ese es el único criterio divino y evangélico de salvación y de felicidad futura: la caridad y la ayuda a los pobres, a los hambrientos y a los desheredados. Cristo, es el rey de la historia y del universo, porque su justicia es la aspiración de todos los corazones.


Antonio Aranda Calvo. Sacerdote. 

  

Nota: A continuación encontraréis, a modo de epílogo, una descripción del mural que cubre la cabecera plana del ábside o trasaltar mayor y presbiterio, en la iglesia de Cristo-Rey, de Jaén. Esta parte se debe a Don Miguel Mesa Molinos, colaborador valioso en este Blog, a quien damos las gracias.

Del Boletín del Instituto de Estudios Giennenses de fecha julio/diciembre 2006 nº 194, entresaco del artículo que figura con el título: Francisco Baños Martos, pintor sublime de Linares, lo siguiente: “… Francisco Baños ha preferido los soportes abiertos, los amplios paramentos y el coloquio espacial, donde nadan las teologías, como en los muros románicos, o surgen sus iconografías como en un nuevo mundo.

 El primero de sus murales fue el que cubre la cabecera plana del ábside o trasaltar mayor y presbiterio, en la iglesia de Cristo-Rey, de Jaén, inaugurado en 1956, y cuya monumental composición mantiene intacta la frescura de sus pigmentos, aglutinados con colas y temples de su invención y eleva majestuosamente la original iconografía de Cristo Rey, de pie y delante del trono tradicional, con sus manos alzadas, como dirigiendo el curso de la Historia. Él es el centro y punto áureo en el que confluyen -con prismas de luz y colores refractados- cada uno de los capítulos o grupos de orantes, en ésta su lección de teología: La iglesia militante en la base de la pirámide (posibles santos y santas, con corbata y faldas de chaqueta); más arriba, 2 peldaños de iglesia triunfante: primero y bajo arcos, sus santos y prelados, reyes y soldados preferidos (San Agustín, San Ignacio, San Sebastián, San Gregorio Magno, Santa Elena, San Francisco y Santa Teresa, San Eufrasio, los primos-reyes San Fernando y San Luis de Francia, Santa Inés y Santa Catalina); el otro es el grupo de los contemporáneos de Cristo, colocados a su altura y a ambos lados: Los Evangelistas arrodillados que levantan acta de cuanto han visto y oído, los Anunciadores del Reino o de la Palabra como San Juan Bautista y Santa María Magdalena; de pie, los Apóstoles Mayores, San Pedro y San Andrés, San Pablo y Santiago; y en la celeste esfera superior, los coros angélicos que atienden al Padre en la cúspide del Triángulo y, en la misma vertical, hasta Cristo, la Virgen y el Espíritu Santo. Todos ellos con la gracia gestual de sus advocaciones, el tratamiento facetado de sus volúmenes y modelado geométrico están dentro de un espacio planista y de colores atemperados, que generan una sabia estructura cubista, sorpresa de sus intimidades y de acento religioso.

 Fue ésta, la primera y más importante obra mural de cuantas ha realizado Francisco Baños pero, puso en ella tal empeño y creatividad, que ha constituido la fuente de inspiración de todas sus realizaciones posteriores y la de aquellos que lo han imitado..."

 


CABECERA PLANA DEL ÁBSIDE O TRASALTAR MAYOR Y PRESBITERIO, EN LA IGLESIA DE CRISTO-REY, DE JAÉN.

 



viernes, 13 de noviembre de 2020

DOMINGO XXXIII de T. O. 15 de Noviembre de 2020

Parábola de los talentos. 2013. 
Lienzo, óleo. 60 x 50. 
Artista Andrey Mironov

“NO PODEMOS ESPERAR AL SEÑOR DE BRAZOS CAIDOS” 

   El Evangelio que acaba de ser proclamado y que encontramos en Mateo 25, 14-30, subraya la necesidad de la colaboración humana, de cada uno de nosotros, al Plan de Dios y la responsabilidad ante Él, que nos lo ofrece. La Parábola podría enseñarnos: 

·  Que debemos ser activos en la espera del Señor; si obramos así: El Señor nos felicitará, y se sentirá muy alegre y feliz con nosotros. 

·  Nos invitará a su fiesta, al Gran Banquete de su Reino y nos dará “cargos mayores”: “Venid benditos de mi Padre…” 

   El hombre de la Parábola con estilo de comerciante, pero que en el fondo deseaba  hacer el bien a aquellos criados, era Jesucristo, el cual vendrá al fin de los tiempos como Señor y Juez de la Historia.

       La parábola de los Talentos. S. XVII.
Óleo sobre lienzo.
Autor: Willem de Poorter
Galería Nacional de Praga (República Checa)

     Estamos para terminar el Año Litúrgico, el próximo domingo es ya Cristo Rey, el siguiente, último de noviembre, será Adviento. En la liturgia de estos domingos  se nos llama a prepararnos a la venida del Señor  “… que no nos sorprenda como un ladrón, pues todos somos hijos de la luz, hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas… así pues estemos en vela y vivamos sobriamente” (2ª Lectura I Tesal. 5, 1-6) Sólo entonces podremos recibir el premio del Reino y las alabanzas al modo de la mujer de los  Proverbios 31, 10-13. 19, 20. 30-31, “a la que deben alabar por el éxito de su trabajo” y por la generosidad con los demás,  en especial con los pobres.

 

                                      

   Los dos primeros servidores, cada uno en sus posibilidades concretas, cumplen perfectamente y se llevan su premio, ellos muestran una relación de confianza y fe con su Señor tal que les estimula  a obrar el bien  y hasta se vislumbra una conciencia tranquila y en paz, que les hace felices; la mujer de los Proverbios y el hombre del Salmo pueden ser personalización de ambos… en el fondo será el “temor de Dios,” que es y significa fidelidad,  lo que hace a aquellos siervos agradables a su Señor y al fin de cuentas EL AMOR, pues sin él nada es posible.. 

    El tercero, designado como malo y perezoso, es desposeído, aún de lo poco que tiene y será condenado; en verdad lo más grave del “siervo holgazán”  es la desconfianza y el miedo hacia  su Señor, tanto que le paraliza, se desentiende “del Amo” y de sus cosas y por ello pierde aquel regalo-don,  que gratuitamente le había entregado… su propia conciencia le recrimina porque en realidad es él quien se condena a sí mismo. El  ajuste de cuentas al final de la Parábola, nos revela a un Señor que valora y premia, no tanto la cantidad como la generosidad y entrega de cada siervo. Y es la confianza del siervo en su Señor lo que le lleva a arriesgarlo todo y a ser agradable a su Señor. 

   ¿Pretende Jesús infundir miedo o angustia ante lo que se acerca, su Venida Gloriosa? NO. Porque 1º es su Triunfo y vendrá en gloria y majestad; 2º porque nos encontraremos con Él y se efectuará nuestra liberación definitiva, llegaremos a nuestra plenitud ¿Cómo vamos a temer ese momento?  Por el contrario, quiere el Señor * que tomemos conciencia del momento, porque cada día nos acerca más a Él, * que con gozo y viva esperanza nos preparemos a ello; * Afiancemos nuestra responsabilidad en el desarrollo de la sociedad de la que formamos parte, vayamos construyendo la historia con los valores humanos que Dios puso en nuestra naturaleza y, ante todo, edifiquémosla  junto a los hermanos. 

    ¡Atentos y vigilantes! ¿Cómo? Haciendo fructificar todo lo que recibimos de Dios, Creador y Señor de la Historia, lo que tenemos y somos como fruto  de la actividad humana, lo recibido de los que nos precedieron, porque al fin, todo es don, todo es regalo…  La vida es dádiva y  gratuidad, a lo que hemos de corresponder. Para los que dicen “mi vida es mía y hago con ella lo que quiero”… “mi cuerpo es mío y hago lo que quiero”, están manifestando el egoísmo más atroz y por ello una actitud inhumana. Lo propio de hombre es recibir y dar, compartir con el otro para edificarnos juntos en plenitud. 

    Pero también hemos de ser activos en la Historia de la Salvación; entramos la Vida por el Bautismo (el don de la Vida aún recibida “inconscientemente”) y desde él, hemos de hacer fructificar las semillas de la fe, esperanza y caridad, el gran don de hijos de Dios haciendo partícipes a los hermanos. 

 PARA NUESTRO EXAMEN: 

 1. « ¿Qué tienes que no hayas recibido?» (1 Cor 4,7): ¿Vivo para dar  a los demás, o en cambio, el egoísmo me encierra en mí mismo? 

2. «Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, no puede dar fruto» (Jn 12,24). ¿La generosidad mueve mi corazón? ¿Qué lo mueve entonces? 

3. «El amor sólo con amor se paga» (san Juan de la Cruz). ¿Cómo devuelvo a Dios, a través de los hermanos, el amor que me regala? 

Antonio Aranda Calvo. Sacerdote.

 

 

 

viernes, 6 de noviembre de 2020

DOMINGO XXXII, Día 8 de noviembre 2020

 

“NO DEJES PASAR DE LARGO AL SEÑOR”

LA SABIDURÍA:


“Abrirnos a la Sabiduría” La liturgia de este domingo, intenta marcar lo que es la apertura al último destino del hombre y de la vida. La sabiduría, que es la esencia de lo bueno, de la felicidad, de lo ético y estético, nos descubre en la vida su hermosura, más allá de nuestra finitud y de la muerte. Nos muestra hacia dónde vamos. Ser sabio, en la Biblia, no es saber muchas cosas; es descubrir la dimensión más profunda de nosotros mismos y de Dios. La Sabiduría es lo que tuvo Salomón para conducir a su pueblo, lo que transmite Dios a su pueblo para llevarlo a plenitud, a la verdadera Felicidad, expresada de un modo práctico en los mandamientos. Pero, ¿dónde está esa sabiduría? Evidente: en Dios, el autor de la vida y de lo que somos. La Sabiduría nos habla de la acción de Dios que sale siempre al encuentro del hombre. Sin Dios, el ser humano no encontrará su verdadero destino. Sin Dios que es la Sabiduría, no aprenderemos a vivir con esperanza, ni a ser felices con aquello que merece la pena, ni a superar los traumas que nos rodean, ni a esperar siempre un minuto, una hora, un día, una eternidad mejor para todos. Tener sabiduría, en definitiva, es descubrir constantemente lo que nunca muere; aspirar a ello como lo más normal de la vida y así vivir en la verdadera sabiduría divina.


TESALONICENSES: “Nuestro destino, la Vida Eterna”. San Pablo en su carta Iª a los Tesalonicenses establece analogía, entre la felicidad y el gozo de Dios mismo con la suerte de los que habían muerto y qué sería de ellos cuando llegara el fin del mundo. Timoteo plantea a Pablo si los muertos resucitarán para gozar de esta felicidad y Pablo lo afirma como "palabra de Dios", independientemente del momento en que llegue esa resurrección para el goce de Dios. Es lógico pensar que en el texto esta " trasformación-resurrección" se contempla desde la perspectiva del "final de los tiempos" o de este mundo. El fin del mundo y la venida del Señor, expresada con tintes apocalípticos, será como un proceso, que se va consumando misteriosamente en esta historia; que por una parte va muriendo y por otra evoluciona hacia un mundo mejor y más hermoso en medio de acontecimientos críticos, de ciclos desconcertantes, para volver a resurgir en la esperanza y la luz. Jesús, pues, había afrontado la cuestión desde esa clave de la sabiduría que descubre en nosotros lo que nunca muere. 


EL EVANGELIO:


Las vírgenes sabias y las vírgenes necias (1838-1842) 
Städel Institute, Fráncfort del Meno. 
Autor: Friedrich Wilhelm von Schadow 

“La actitud frente a la felicidad eterna” Hemos escuchado la Parábola del Evangelio. La narración está llena de simbolismos. Se habla de “diez”, es parábola de carácter comunitario, e incluso la boda, es útil para enmarcar el punto final: la llegada o venida del esposo. Sin esposo no hay boda, ni lamento, ni gozo: las vírgenes, quiere decir simplemente "no casadas" pero que también un día serán desposadas. Entre tanto, acompañan a su amiga a lo más importante de su vida pero, sin el esposo, nada tiene sentido. El aceite era el signo de las buenas obras, así como de la alegría de la acogida e incluso de la unción mesiánica (Sal 45,8; 89,21). 

Jesús, se vale de este marco para hablar de algo trascendental: nuestra espera y nuestra esperanza… como cuando la novia está ardiendo de amor por la llegada de su amado, del esposo. Pero los protagonistas todavía no son ni el novio ni la novia, más bien las doncellas que acompañaban para este momento; ellas se gozaban con este acontecimiento, como si ellas mismas estuvieran implicadas. Aquí estamos representados nosotros, que caminamos hacia Él; pero para este acontecimiento de amor y de gracia hemos de estar preparados, o lo que es lo mismo, estar abiertos a la sabiduría; el júbilo que se respiraba en una boda como la que Jesús describe es lo propio de algo que alcanza su cenit en la venida del esposo.

 LA VUELTA DE JESÚS, SU VENIDA FINAL.

   Jesús, en la parábola, se está refiriendo al destino decisivo y trascendental de la vida de todo hombre, de cada uno de nosotros. Estamos invitados a participar en el banquete del reino, es decir, a correalizar la felicidad misma de Dios. Las diez vírgenes son representación de la comunidad cristiana. ¿Habría aceite en las lámparas para ese momento? En definitiva ¿habría sabiduría? Recordemos la primera lectura. Esta es una parábola de "crisis", no para atemorizar; sino para mantener abierta la esperanza a esa dimensión de la vida: el Gozo con el Señor. Entonces, ¿qué significa el fin del mundo? Lo importante es estar preparados para la venida del esposo, el personaje que se hace esperar. Se habla de una "presencia"  ante los que esperan. Por tanto, es cuestión de entender cómo nos enfrentamos a lo más importante de nuestra vida: la muerte y la eternidad: ¿con sabiduría? ¿con alegría? ¿con aceite, con luz? ¿con esperanza? Este mundo puede ser "casi" eterno, pero nosotros aquí no lo seremos. Estamos llamados a una "presencia de Dios" (parusía) y eso es como unas bodas: debemos anhelar amorosamente ese momento o de lo contrario seremos unos necios y no podremos entender esos desposorios de amor eterno, de felicidad sin límites.   



Las jóvenes del cortejo se olvidaron de adquirir el aceite. Y el hombre moderno ha incurrido también en la pérdida de lo verdaderamente sustancial e importante, de su destino infinito y eterno. Ha perdido aquello que es lo mejor de sí mismo, lo más suyo de lo suyo, su vocación trascendente. Está dormido como las doncellas de la parábola, mientras el esposo, el sentido pleno de la vida, está aconteciendo. Muchos cristianos han adormecido terriblemente su fe. Han oxidado su vida creyente. No tienen aceite, consistencia, en sus vidas. Viven el colmo de la insensatez, una existencia grotesca, pues no llevan el vestido de bodas y viven una temporalidad fugaz y torpe. Dios les podría ya decir “no os conozco”. Porque no son imagen de Dios, al contrario, deformación de Dios y de lo eterno. Dios no quisiera nunca proclamar aquello de “apartaos de mí”, pero somos nosotros los que de hecho vivimos apartados. Somos irreconocibles. La puerta del banquete se está cerrando porque somos nosotros quienes la cierran. Y nosotros los que causamos aquello de “no os conozco”. 


El fenómeno más triste de la vida es el endurecimiento del corazón. “Cerrarse la puerta”, hacer posible el “no os conozco”, escuchar “apartaos de mí”, perder la fe y la esperanza, es lo más desafortunado de la vida del hombre. Dios nos ama. Hemos caído en gracia a Dios. Y nadie puede sustituir nuestra presencia y responsabilidad. No puedo recibir de otros mi personal relación con Dios. No me salva el otro. Soy insustituible en mi presencia ante Dios. Dios nos ama y nosotros tenemos que amar personalmente a Dios. Amar de verdad: esta es la vida eterna. 


“Este es el tiempo en que llegas, Esposo, tan de repente, que invitas a los que velan y olvidas a los que duermen. Salen cantando a tu encuentro doncellas con ramos verdes y lámparas que guardaron copioso y claro el aceite. ¡Cómo golpean las necias las puertas de tu banquete! ¡Y cómo lloran a oscuras los ojos que no han de verte! Mira que estamos alerta, Esposo, por si vinieres, y está el corazón velando, mientras los ojos se duermen. Danos un puesto a tu mesa, Amor que a la noche vienes, antes que la noche acabe y que la puerta se cierre. Amén” 


Antonio Aranda Calvo. Sacerdote diocesano.

 

 


EN LA FIESTA DE LA VIRGEN DEL CARMEN 16 de Julio.

  (Dedicado a los fieles de Monte Lope Álvarez en la Fiesta de su PATRONA )   !VIVA LA VIRGEN DEL CARMEN! ¡Virgen del Carmen! Reina de mares...