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sábado, 25 de marzo de 2023

NOVENA A NUESTRO PADRE JESÚS EL ABUELO 24 de marzo. DÍA OCTAVO.

 

NOVENA A NUESTRO PADRE JESÚS EL ABUELO 24 de marzo. DÍA OCTAVO.  

Demos un repaso esta tarde a la Pasión del Señor: Última Cena. Pasión y Muerte de Jesús. Sepultura. La Madre Dolorosa. Estamos finalizando la Novena; todavía tenemos que afrontar  y mañana La Resurrección Gloriosa. Jesús llegó a Jerusalén con el ambiente festivo de palmas y olivos pero, a la vez, con el rencor crecido y mayores intrigas contra su Misión y su Persona, por parte de Fariseos, Sacerdotes y de Judas. Llegamos a la Última Cena. Los discípulos con Jesús celebran el rito judío, el Cordero Pascual con todos los salmos y ceremonias propias. Llega la Despedida y el Amor de Jesús llegó hasta el extremo, su servicio más vivo y humilde: el lavatorio de pies. Ahora su mandato “amaos como yo os he amado” y lo que nadie podía imaginar: el que se hizo hombre como nosotros, su Cuerpo lo hace Pan, su Sangre la hace Vino; Cuerpo partido y Sangre derramada que serán entregados por nosotros y por muchos para la salvación; y completa cuantas veces lo hagáis hacedlo en Memoria Mía.  Marcha al Huerto de los olivos, allí vislumbra su Pasión, hasta sudar sangre; nos pide acompañarle y rezar con Él. Ya de noche, Judas, al frente de una patrulla, con un beso lo entrega y todos le abandonan. Comienza una serie de injurias contra su persona, contra su dignidad de hombre y su majestad de Dios; Pedro le niega tres veces, Jesús le miró y lloró amargamente; los esbirros le abofetean, escupen su rostro, le azotan y blasfeman,  hasta coronarlo de espinas. Se burlan de él y así también se burlan de Dios. Lo condena el Sumo Sacerdote, lo condena el poder romano Pilato y el mismo mequetrefe de Herodes, lo condena el pueblo que grita ¡Crucifícalo! Lo desprecian frete a Barrabás. Así carga con la Cruz camino del Calvario, llevando la Cruz y el Cirineo detrás.  Aquí tenemos ya a Nuestro Padre Jesús Nazareno, el  Señor de Jaén y de nuestras vidas. En el camino al Calvario, Vía Dolorosa se le llama ahora, Jesús ha encontrado varios consuelos: Nuestra Verónica que le ha  confortado  y limpiado las heridas con inmenso amor y piedad, por lo cual recibió el regalo de su Divino Rostro plasmado en el paño y que ahora, leyenda, tradición, misterio, regalo de Amor, tenemos en nuestra Catedral de Jaén. ¡Cómo me gustaría que “las verónicas” aprendieran de La Verónica a amar a ese reo, Jesús Nuestro Salvador, y les mostraran su cariño dándole a conocer y haciendo que otros le amen. También un grupo de mujeres le confortaron  y limpiaron las heridas; Jesús les devolvió el consuelo para ellas y para sus hijos, en ellas estabais todas representadas y Nuestro Padre Jesús con el Amor que os profesa os manda también hoy un consuelo, para vosotras, un abrazo para vuestros hijos, para todos los vuestros ¡No dejéis nunca de quererle! Finalmente, pero lo más valioso, su Madre, María Dolorosa, Nuestra Señora… apareció a la entrada de un callejón, cuando todavía Jesús estaba a cierta distancia, Ella le contempló más con el alma que con sus ojos, mientras la espada de dolor se iba clavando en su corazón; pero la esperanza en la resurrección gloriosa, los mismos ojos de Cristo la instalaron en su ser ¡Madre Dolorosa, cuya Imagen creada por su autor en este Templo, lo presides desde hace unos cuantos años, míranos bondadosa, y haz que sintamos el dolor de haber ofendido a tu Hijo, nos arrepintamos de nuestros pecado y, llenos de esperanza, con una buena confesión nos pongamos en paz con Él y contigo. A primeras horas de la tarde, Jesús llega hasta el Calvario, la Cruz y los clavos preparados, los sayones dispuestos a cumplir su oficio, le despojan de sus vestidos y queda desnudo; sin cuidado y sin miramiento de ninguna clase le van clavando al leño seco y rugoso… ¡qué diferencia al mimo con que nuestras camareras, hermanos e  invitados de la Cofradía van mudando los vestidos, la túnica y el manto a Nuestro Padre Jesús cada vez que le cambian! Ha quedado sujeto a la Cruz, ya está elevado sobre ella y comienza a atraer todo hacia sí, pero antes nos ha de dejar su Testamento salvador y dolorido, aunque, como siempre en JESÚS, “testamento lleno de Amor”.

En ese testamento estás tú, estamos nosotros, está la humanidad entera, firmado con su Sangre y escrito con Palabras que parten el corazón, he aquí: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Esto nos dice a nosotros en esta tarde, es la primera donación que nos hace en su última voluntad, el perdón. “Hoy mismo estarás conmigo en el paraíso” Padre Jesús Nazareno, quiero heredarte en esta promesa, y como estoy tan convencido de tu fidelidad, de que tu Palabra no falla, estoy seguro que nos encontraremos contigo en el cielo, estos pecadores que un día se sintieron honrados con  pertenecer a la hermandad de Jesús Nazareno, el Abuelo de Jaén. “Mujer, he ahí tu hijo. Hijo he ahí a tu Madre. Maravilloso regalo: Me das a tu madre como madre mía. ¡Cómo el corazón se llena de emoción y ternura! ¡qué tesoro nos dejas, Señor! La mujer vestida de sol, con la tierra a sus pies y coronada de estrellas, es mi madre…con lo cual estoy revestido de Dios, puedo vencer todo lo mundano que me aparte de Él y la Gracia, el Amor y la fuerza del Espíritu me llenan… y todo ello porque Tú, Virgen María, eres mi madre y yo tu hijo. “Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado”. Jesús sientes hasta el abandono de Dios, de tu Padre nuestro Padre Dios, pero Dios quiere probarte hasta el extremo y Tú no pierdes la confianza. Gracias Jesús por esta nueva herencia, la Confianza en el Amor de Dios que nunca falla. “¡Tengo sed!” Padre Jesús, pienso que tengas ser de agua, tu boca en la Imagen está entreabierta, como seca por la sed, pero Tú quieres decirme algo más…Tengo sed de Ti, te quiero y espero que me respondas; soy capaz de todo por ti y veo que algunas veces no me haces caso, he aquí la sed de donde me viene. Yo quiero desearte a Ti, Señor, tened sed de ti, de tu mirada, de tu palabra, de tu luz y de tu gracia. Padre Jesús, Abuelo de Jaén, riega también nuestros campos, llena nuestros pantanos y dale corriente a los ríos que llevan las aguas. ¡Danos tu el agua de tu Gracia, Señor! “Todo está consumado” Tu Amor, Jesús, sigue vivo, pero ya lo has repartido para todos… esa maravillosa herencia que nos has dejado en el testamento que estamos terminando de leer. Ayúdanos a conservar tu herencia, a compartirla con nuestros hermanos, a darle parte de ella a quien pueda sentirse perjudicado… pero que todos sepan que tu herencia, divina herencia es AMOR. “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. OH Jesús, Padre Bueno, mientras así lo quieras, permaneceré en este mundo para dar testimonio de Ti, hablar de tu Persona, tu Mensaje, tu estilo de Vida; cuando así lo quieras llévame hasta Ti para que con tus santos te alabe por lo siglos de los siglos. Que allí nos encontremos y que nuestras últimas palabras antes de nuestra muerte sean: ¡Jesús y Dios mío, te amo con todo el corazón, en tus manos encomiendo mi espíritu. Terminemos con una oración en silencio, ferviente y salida del corazón, que nos ocupe por unos momentos, cargada de sentimientos de amor hacia nuestro Señor Jesús y su Madre Santísima de los Dolores.

ORACIÓN.- ¡Dulce Jesús Nazareno, Dios y Redentor mío, que llevas sobre tus hombros la cruz y caminas al Calvario para ser clavado en ella! Yo pecador soy la causa de tu Pasión dolorosa. Te alabo y te doy gracias, porque como manso cordero, cargaste el madero de tu suplicio, para expiar mis pecados y los del mundo entero. Perdóname, ¡buen Jesús! Reconozco mis culpas y tu bondad inmensa al borrarlas con tu preciosa Sangre. Te amo sobre todas las cosas y prometo serte fiel hasta la muerte. Sostenme, oh buen Jesús, con tu gracia y condúceme por el camino de tus mandamientos a tu reino celestial. Así sea.

ORACIÓN A María, María Santísima de los Dolores, a la que acompañamos en tus momentos de dolor y le pedimos que intercedas por nosotros: Afligida por las palabras de Simeón. Temerosa por cuanto sufriste e la huida a Egipto. Turbada por haber perdido a Jesús en el Templo de Jerusalén. Llena de amargura al ver al hijo cargado con la Cruz. Afligida al ver morir a su hijo en la Cruz. Dolorosa, María Santísima de los Dolores al tener entre tus brazos a tu amado Hijo. Virgen de la Soledad, cuando dejaste a tu Hijo en el sepulcro; pero VIRGEN DE LA ALEGRÍA CUANDO LE VISTE RESUCITADO-

Antonio Aranda Calvo

 


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