NOVENA A NUESTRO PADRE
JESÚS NAZARENO EL ABUELO. 25 de Marzo. DIA NOVENO.
Resurrección. Apariciones. El
Espíritu Santo. La iglesia y su Misión. Santa María de la Alegría. Cerremos
esta Novena con un sonoro grito de fe ¡Cristo ha resucitado, creemos en Él,
vivimos por Él! Lo repetiremos la Noche Santa de Resurrección, pasado el Sábado
Santo o Sábado de Gloria, al amanecer de aquel primer día de la semana, la
tierra no pudo contenerse y se abrió para dejar salir al Autor de la vida, y la
Vida misma apareció a la puerta del Sepulcro, más luminosa que el sol, pues que
él era el Sol que eclipsa toda luz, Luz Verdadera que ya había derrotado las
tinieblas. ¡Alegría y paz hermanos, que el Señor Resucitó! Esta convicción es
nuestro fundamento y apoyo para vivir como cristianos. Preciosa coincidencia
que hoy sea la ENCARNACIÓN DE JESÚS EN EL SENO DE LA VIRGEN y que la Iglesia
haya puesto en él, la JORNADA SOBRE LA VIDA.
Jesús es un Dios hecho hombre; Dios es el Dios de vida, la Vida Misma de
donde surgió todo lo creado; los seres humanos salimos de su corazón, cual destello
de luz, como una explosión de Amor. El sexto día nos formó con mimo,
acariciándonos con sus manos de alfarero divino, y con la suave brisa de su
aliento nos infundió su espíritu y, haciéndonos hombre y mujer puso en nosotros
la fuerza del amor, por la que el hombre se une a su mujer y es capaz de
cumplir el mandato divino: “creced y multiplicaos y llenad la faz de la
tierra”. Dios bendijo el don de la vida como fruto del amor. Al vivir en este
día de Novena, la Encarnación en el seno de María y su Resurrección Gloriosa,
lo unimos a la defensa de la Vida y sentimos la necesidad de valorar la vida,
la del ser humano, la de otros animales, los vegetales y la naturaleza misma.
Hemos de apreciarla en el seno de la misma familia, en el ambiente educativo y en
nuestra misma legislación. Favorezcamos las leyes en favor de la vida, la vida
del ser humano concebido y no nacido; y también el respeto a la naturaleza: los
animales, las fieras del campo, los peces del mar, los ríos, los bosques y el
aíre poblado de pájaros que cantan y alaban a Dios. Que nuestro Padre Jesús Nazareno, que
vive con nosotros pues venció a la muerte, nos inspire sentimientos de vida y
no de muerte, amor a la vida, defensa de la vida, no a la guerra y a la muerte;
con Él venceremos también al mal y al pecado que siempre es semilla de
destrucción y de agonía. Él nos conduce y ayuda, nos guía por el camino recto y
también nos llevará junto Él a la hora de la muerte. La Vida definitiva nos la
ganó Cristo con su Resurrección gozosa.
Cristo Jesús resucitó verdaderamente al tercer
día como lo había prometido. Ya desde el comienzo se opusieron a esta verdad,
aunque no encontraban explicación al “sepulcro vacío” ni a la “sábana doblada y
aparte las vendas liadas”; los judíos lo consideraron como una locura, los
griegos una necedad pero, nosotros lo creemos con toda el alma y es que si Cristo no ha resucitado vana es
nuestra fe, ¿qué sentido tendría nuestro seguimiento del Señor? ¿Cómo explicar
los testimonios hasta dar la propia vida por defender esa verdad, y al Señor
Resucitado? ¡Pero SÍ! ¡Ha resucitado, he aquí que los sentimos y vivimos, ha
resucitado y habita en nuestros corazones! Este es el mensaje que debemos vivir
todos los cristianos para llevarlo, como primer anuncio, a quienes no le conocen.
“Jesús es Hijo de Dios y de María, Dios y hombre verdadero, que pasó por esta
tierra haciendo el bien, padeció y murió en la Cruz por nosotros y al tercer
día resucitó, subiendo al cielo de donde esperamos su última venida”.
Jesús se apareció a María Magdalena
y a otras mujeres que iban al Sepulcro para terminar de embalsamarlo, fueron
testigos los guardias colocados para que no robaran el Cuerpo que después de
muerto seguía interesando tanto, aquel
cuya vida o muerte tanto valor tenía. Se corrió la voz por la Ciudad y
muchos tratarían de comprobarlo. Fueron a ver el Sepulcro Pedro y Juan; se
apareció a dos que salieron muy temprano hacía de Emaús a reincorporarse en sus
trabajos, pero que volvieron con la gran noticia “Cristo ha resucitado y se nos
ha aparecido por el camino” y le reconocimos al partir el pan. Por unos
cincuenta días, se apareció a todos sus apóstoles dando pruebas de que vivía
y fortaleciendo su fe; les dio el mandato de anunciarle por todo el mundo
con las instrucciones pertinentes. Un día a las afueras de la Ciudad los
bendijo y fue desapareciendo de su presencia y subió al cielo, donde está
sentado junto al Padre, desde allí esperamos su Venida para juzgar a este
mundo. Los discípulos aguardaron
la venida del Espíritu Santo, que Jesús les había prometido y les llegó en
forma de llamas de fuego, que se posaron sobre ellos, sobre la Madre María y
sobre algunos más, quienes formaban la primera comunidad eclesial. Muy pronto
comenzó la persecución, tal como había
anunciado el Maestro “os perseguirán como han hecho conmigo” pero no os
preocupéis por vuestra defensa, el Espíritu
pondrá en vuestra lengua lo que tengáis que decir. La primera comunidad
cristiana de Jerusalén no llegaría a mucho más de 500 seguidores; se llamaban a
sí mismo “los que seguían el nuevo camino”
Los dirigentes varias veces llamaron a los Apóstoles al tribunal, los
juzgaban, imponiéndole el silencio, los acotes y hasta la prisión; les hacían
la vida imposible, hasta que llegó la muerte de Esteban, apedreado por
blasfemia, porque decía que Jesús estaba
junto a Dios. Así las cosas, algunos se
dispersaron por pueblos y ciudades y
hasta salieron de Palestina. Pero el Espíritu se iba difundiendo por todas
partes, se proclamaba al Señor Resucitado, el Cristo Salvador. De este
modo la Iglesia se iba extendiendo hasta los confines del mundo y así ha llegado hasta nosotros la fe, que
vivimos. Pertenecemos a la Iglesia de Jesús Resucitado, es la fe transmitido
por la comunidad hasta nuestros días; formamos la Iglesia Diocesana de Jaén,
con el Obispo Sebastián y unidos al Papa Francisco, somos miembros de la
Iglesia Universal, y formando la Cofradía de Ntro. P. Jesús y María Santísima de los Dolores, con siglos de
antigüedad. Como tales cofrades hemos de anunciar la Persona y su mensaje salvador a nuestros
hermanos, en especial a los más débiles y necesitados. María, Madre de Jesús
y Madre de la Iglesia, nos ayude en lo
que es misión de cada uno de los cristianos y cofrades, amantes, de Nuestro
Padre Jesús.
ORACIÓN.-
¡Dulce
Jesús Nazareno, fuente de amor, Padre de misericordia y Dios de toda
consolación, que tanto amor tienes a quien tan poco te ama!, haz que te
reconozca Resucitado, que te amé de corazón y que de corazón te diga: ¡Jesús
mío, te amo! ¡Ojalá!, Jesús Resucitado, pudiera amarte por todas los que no te
aman, amarte más que puedan ofenderte todos los pecadores. Llénanos, Jesús mío,
a todos, de tu santo amor, y haz que mi corazón, te amé siempre y muera
amándote. Señor Jesús Nazareno, te pido que cuantas veces abra mis labios,
mueva mis pies y manos, con los latidos mi corazón, quiera decirte en verdad
que te amo. Deseo repetir este deseo de amarte más veces que estrellas hay en
el ciclo, más que hojas tienen los árboles, más que gotas contiene el océano,
más que arenas se encuentren en las playas y más que hierbas cubren los campos.
Amén.
Antonio Aranda Calvo.
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