(LECTURAS: Job 38, 1, 8-11; Salmo 106; 2Corintios 4, 35-40 y Evangelio de Marcos 4,35-41).
El Evangelio de este Domingo nos da una bonita y necesaria lección: Jesús sin razón aparente manda a los discípulos ir a la otra orilla, saliendo como estaban y seguidos de otras barcas (“sin razón aparente” pues ya es el atardecer y dejando atrás a la gente…) pero he aquí que apenas salen, en el bello Lago de Galilea donde Jesús ha iniciado su MISIÓN, se levanta una fuerte tempestad, se convierte en un lugar tenebroso, y la barca se llena de agua (la barca de Jesús… no las otras… los apóstoles se ponen nerviosos…) y Jesús dormía, como si no se enterara ni le importara la cosa.
1596 por Jan Brueghel el Viejo (1568-1625) Bélgica belga Flamenco
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid
Mirad: en medio del lago de mundo tantas veces aparece el poder del mal, las fuerzas de la naturaleza se vuelven contra nosotros y tratan de hundirnos y destrozar hasta la labor que llevamos adelante, LA MISIÓN es decir LA EDIFICACIÓN DEL REINO… y Jesús seguía durmiendo… La situación descrita es reflejo de lo que nos sucede a nosotros en la vida y en nuestro quehacer por el Reino; no sabemos explicarla; con frecuencia no encontramos razón para que suceda así. Cuantas veces nos vemos en fuertes tormentas en las que parece que el mal avanza y gana terreno sin que nadie lo detenga.
La primera lectura nos muestra un ejemplo de ello: Job se ha visto envuelto en la desgracia… no encuentra respuesta, hasta los amigos y familia se vuelven contra él, en lo que más quiere que es su fe en Dios… parece que Dios Mismo le ha vuelto las espaldas. Por ello JOB, contra viento y marea, tiene que armarse de fe: “Dios me lo dio, Dios me lo quito, bendito sea el nombre del Señor”. Ha de terminar reconociendo que todo, su vida entera, está en manos de Dios. ¡Por encima de toda desgracia, Dios nos espera con sus manos abiertas! Aunque el miedo ronde nuestros corazones y sintamos que se parte el alma, despertémosle con nuestra oración y no dejemos de gritar: “Maestro, ¿no te importa que perezcamos?”
(1633) Rembrandt van Rijn - Pintura al óleo
Desaparecido. Museo Isabella Stewart Gardner, Boston.
Cuando esa furia se abalance sobre nuestras barcas, nuestra vida personal, nuestra comunidad-grupo o parroquia, nuestra Cofradía, nuestra Iglesia…cuando el horizonte pierda toda claridad, todavía hay uno que se pone en pie para increpar al viento y para mandar al mar y hacer la luz en las tinieblas… y dirá: “Silencio, enmudece” entonces la paz lo envolverá todo. Y, aún, vendrán otros días en que Jesús estará abrazado a la Cruz, caminando hacia el Calvario, Ntro. P. Jesús Nazareno con la CRUZ al hombro, “los viernes santos de la vida”; Él, Cabeza de esta Iglesia Peregrina, de nuevo llegará hasta el Calvario, extenderá sus brazos, y su Sangre derramada clamará fuerte al Padre Misericordioso… nos lo dará todo, hasta a su propia Madre. Cuando quieras darte cuenta, el viento se habrá calmado, y llegará la LUZ de la Vida: CRISTO RESUCITADO.
Hoy Jesús continúa en pie, nosotros somos sus testigos, es Domingo, Día del Señor, CAMINO, VERDAD Y VIDA Es domingo. El Señor JESÚS sigue siendo el Señor de la historia y de la vida. ¡No temas! Escucharemos, como respuesta a nuestra confianza y oración, unas palabras llenas de comprensión, de cercanía y, a veces, hasta de dulzura ¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?
Y esta Palabra, su Presencia, la fuerza de su Espíritu
harán que sigamos adelante hasta el fin de los tiempos… porque Él estará
siempre con nosotros.
Antonio Aranda Calvo. Sacerdote.
Nota: A continuación, encontraréis, a modo de epílogo, una presentación del lugar histórico, según la tradición, donde se sitúan los hechos narrados en el Evangelio. Esta parte se debe a Miguel Mesa Molinos, colaborador valioso en este Blog, a quien damos las gracias.
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