Entre las flores que escoltan tu
figura,
sobresale el color de los claveles,
embriaga el perfume de las rosas,
enamoran azucenas y alelíes,
bellas son las clavelinas y
violetas,
la flor del romero, el tulipán,
el lirio, la flor de lis…
las flores del olivo o del
almendro,
la margarita amarilla, verde o
azul;
en fin, flores mil, pues tantas son…
y todas ellas se honran en tu presencia.
Pero la Flor de las flores eres
Tú:
belleza sin fin, bondad exquisita,
manantial de vida, verdad sin
quebranto,
dulzura infinita, beldad de mujer,
ternura de madre,
amor a medida del Amor.
Se escapó una semilla divina
que del cielo cayó en esta tierra
y naciste Tú…Todo pendiente de Ti.
Tu presencia inundó el universo
por aquel SÍ trascendente y,
en profundo silencio, alumbraste al
retoño:
niño pequeño y bonito,
Dios y hombre con carne rosada,
labios balbucientes y manos
extendidas.
¡Oh Misterio!
Él, creador de tu hermosura,
Tú, madre del amor eterno,
Él tu Señor, Tú su Señora.
Que se abran las flores y contemplen tu
gloria,
que brillen las luces y vean tu
luz,
que canten las voces y oigan tu
voz,
contemplen los hombres la luna y el
sol
estrellas del cielo, contemplad,
contemplad
en Ella al Amor.
La coronación de la Virgen
Velázquez, Diego Rodríguez De Silva
Copyright de la imagen ©Museo Nacional del Prado
Antonio
Aranda Calvo. Sacerdote.
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