“Señor mío y Dios mío, gracias por tu gran Misericordia”
Os ofrezco a modo de puntos las reflexiones para este Domingo:
Tiempo Pascual. Resurrección. Luz y Vida. ¡Cristo ha resucitado!
Terminamos en este Domingo la Octava de Pascua. Domingo de la Divina Misericordia. En él se nos propone:
- 1º.- La fe en Cristo Resucitado desde el proceder del Apóstol Tomás, como nos lo ha narrado el Evangelio (si no lo veo no lo creo) y cómo gracias al Don Misericordioso de Dios termina por el ¡Señor mío y Dios mío! Y la alabanza de Jesús para todos los que sin ver creemos…
LA
INCREDULIDAD DE SANTO TOMÁS
Michelangelo Merisi da Caravaggio,
Pintura al óleo sobre lienzo (1602)
(Altura: 107; Ancho: 146 cm)
Galería de imágenes del Palacio Sanssouci en Potsdam (Alemania)
- 2º.- La vida de la Comunidad Cristiana, punto de referencia siempre que deseemos orientar nuestra vida según el Evangelio. Nos presenta a los cristianos, unidos en la fe y el amor, viven de tal manera que llegan a compartir los bienes materiales, unos con los otros, de modo que nadie tuviera necesidad. Así quienes le veían quedaban admirados.
- TODO LO CUAL tiene su fundamento y razón de ser en JESÚS RESUCITADO, exponente de la Divina Misericordia, que nos sigue amando con “Gran Misericordia” y nos pide vivamos entre nosotros con ese mismo amor misericordioso, lo extendamos a los demás, aún aquellos que no son “de los nuestros” porque “Dios lo es de todos”
- El Resucitado nos trae la Paz, el Gozo y la Alegría sin fin, con el mandato de compartirlo con los demás
- Convirtiéndonos en TESTIGOS DEL RESUCITADO.
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