En la convivencia y en el trato de unos con otros,
descubrimos los muchos defectos que pueden acompañar a nuestros prójimos; nadie
es perfecto y al mirar a los demás podríamos descubrir y analizar nuestros
propios defectos.
El ser humano es sociable, estamos hechos para
vivir en comunidad y en sociedad más o menos amplia, no podemos salirnos de
esta condición, aunque algunos hayan hecho la experiencia de vivir “solos”, sin
conseguirlo plenamente (recordemos los eremitas que se aislaban y en solitario
pensaban servir mejor a Dios, aunque pronto pasaron al “cenobio” en el que aún
alejados de la ciudad, vivían en comunidad, se ayudaban y compartían, hasta
acogían a los peregrinos y transeúntes en la misma comunidad y así servían a Dios como Jesús nos enseñó: comunidad
fraterna) por ello hemos de convivir con los defectos de los demás
y esforzarnos porque los otros puedan soportar los nuestros. En la línea de la
corrección fraterna y del perdón, que ya hemos tratado más arriba, hemos de
responder a los defectos del prójimo, y en esa misma línea actuar:
* Respetemos el
modo de ser de cada uno, ayudémonos mutuamente a superar los
propios defectos y sepamos perdonar todo aquello que nos hiera de los hermanos…
*Cuando ese modo de ser se manifieste en defectos que hacen mal a los demás o los escandalizan, entraría la corrección pacífica y serena; debemos, en todo caso, manifestar nuestro perdón con generosidad de corazón.
*Cuando esos
defectos nos fastidian y hasta pueden llegar a hacernos daño…, por el respeto al otro,
por el espíritu de sacrificio con que he de vivir y porque así me lo pide el
Señor…he de saber pacientemente sobrellevarlos, disculpar en lo posible esos
defectos y soportar con grandeza de espíritu el propio fastidio.
*Cuando vivimos en
comunidad, nunca deben airearse los defectos de los convivientes, por el contrario, hemos de
tratar con verdadero respeto la vida interna del grupo. Aún entre vecinos y
personas más o menos cercanas, las críticas deben evitarse y mucho más la
mentira sobre la conducta de los demás, y que a veces pueden rallar en falsos
testimonios.
Antonio
Aranda Calvo. Sacerdote
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