En nuestra sociedad, que aparece a veces tan festiva y bulliciosa, tan llamada a divertirse y a gozar hasta el desenfreno… la tristeza está instalada en nuestras propias vidas, como lo está en los rincones de las ciudades y pueblos, en los hogares, en los hospitales, en los tanatorios, por las calles y hasta en el último repliegue del alma, ya sea del niño, del adolescente, de la persona madura o del anciano.
La tristeza es como una planta que se seca o una flor que se marchita; la tristeza hace que la vida vaya languideciendo y pierda toda su belleza y atractivo, se puede perder hasta el deseo de vivir; a veces se ha oído decir “aquel o aquella murió de tristeza y abatimiento” y hasta eso se puede llegar. La tristeza es una manifestación del dolor en el ser humano… y los seres humanos tenemos que ayudarnos a superar la tristeza… ¿Cómo?
*Compartir los problemas que puede ser causa de esa tristeza, decir la palabra oportuna, los consejos adecuados y hasta acompañar al hermano con amabilidad y espíritu de servicio.
* No sólo consejos, sino también ayudas materiales si con ello puedo hacer más alegre la vida de la persona en cuestión, ofrecer un rato de compañía, un paseo o cuanto pueda alegrarle.
*Hasta podríamos abrirles nuestro propio ambiente para que encontrara en él la alegría que le falta.
Algunas veces Jesús se ha referido en el Evangelio a la tristeza: no quería que sus discípulos estuvieran tristes y sufría al ver a las gentes tristes y apenadas:
- Jesús sintió pena de ver a la gente que no tenían para comer… lloró ante la muerte de su amigo Lázaro y también a la vista de la ciudad de Jerusalén y cuando veía a las gentes desorientadas… todo esto era causa de “tristeza” para Jesús, pero Él vino a superar todo ello…
- A sus discípulos les decía: no se entristezca vuestro corazón… Los primeros cristianos vivían muy alegres en medio de las persecuciones. La Carta a los Filipenses nos repite muchas veces: “estad alegres, os lo repito, estad alegres…” Nosotros cantamos “Alegría y paz hermanos que el Señor resucitó”. “No estéis tristes como los que no tiene esperanza…”
- Los Salmos nos invitan a despojarnos de toda tristeza: “El Señor es mis Pastor nada me falta…” Gaudete in domino…
- Sobre la alegría cristianas
escribió San Pablo VI la encíclica “Gaudete in Domino…”
La fe cristiana, la
esperanza y la caridad son incompatibles con la tristeza.
Antonio
Aranda Calvo. Sacerdote
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