PERO EL EJEMPLO
Y LA INTERCESIÓN DE SAN JOSÉ ESTÁ PRESENTE EN LA COMUNIDAD CRISTIANA. Declarado el 2021 año jubilar de San
José por el Papa Francisco, volvemos la mirada a él y reavivamos la devoción a
San José como Patrono de la Iglesia, Abogado de la buena muerte, Intercesor
eficacísimo ante Jesús y María, Protector de la Familia; Padre de muchas
Congregaciones Religiosas; Guardián del Seminario… Para los que celebramos en
la Iglesia de JESÚS, tenemos muy presente que a San José está dedicado este
antiguo templo de Carmelitas Descalzos, hoy Iglesia, Camarín, Santuario de
Jesús en Jaén; único templo dedicado al Santo Patriarca en la Ciudad del Santo
Reino. Ya habéis participado los domingos y sábados en el ejercicio piadoso de
los “los siete domingos” y el próximo día 19 presidirá la Santa Misa, nuestro
Obispo Don Amadeo. Motivo de júbilo, también, celebrar a San José en la Novena
a JESÚS que con tanto fervor se viene desarrollando.
Os invito a
seguir el ejemplo de Santa Teresa e invoquémosle en nuestra vida. Ella
escribe así: "Tomé
por abogado y señor al glorioso San José." "No me acuerdo hasta ahora
haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer. Es cosa que espanta las
grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado
santo...No he conocido persona que de veras le sea devota que no la vea más
aprovechada en virtud, porque aprovecha en gran manera a las almas que a Él se
encomiendan...Solo pido por amor de Dios que lo pruebe quien no le creyere y
verá por experiencia el gran bien que es encomendarse a este glorioso patriarca
y tenerle devoción...".
Imagen de “San José con el Niño” en la capilla barroca de la nave central de la iglesia del convento de las Carmelitas Descalzas.
- Carmelo de Jaén-
San José es el hombre justo y honrado en quien Dios puso sus dos tesoros más preciados: Jesús y María. Cada uno de nosotros nos ponemos hoy bajo su patrocinio para que nos cuide en la fe y en el seguimiento de Jesús. San José fue fiel a Dios, obediente en todo cuanto le mandaba en sueños. Aprendamos de esa obediencia, aunque las cosas no las veamos con claridad y se presenten difíciles, pues si son la voluntad de Dios, eso es lo que más nos conviene.…
Los evangelios apenas nos hablan de José, y es que los evangelistas no
pretendían escribir la biografía de Jesús de Nazaret, sino más bien fijar por
escrito la predicación y el testimonio de los apóstoles, de aquellos que
estuvieron con Jesús a partir de su bautismo en el Jordán y confesaron después
que este mismo Jesús, muerto en la cruz bajo Poncio Pilato, es el Señor que
vive para siempre y el Hijo de Dios. Pero dicen lo suficiente: José dio nombre
al hijo de María y lo llamó "Jesús", que quiere decir "Dios
salva", “el Enmanuel” el Dios con nosotros.
Y he aquí que si Jesús es la
palabra de Dios, José es el silencio del hombre. Si Jesús es la revelación del
Padre, José es la fe y la obediencia. Si Jesús es la promesa y el cumplimiento,
José es la esperanza. Porque José está en
la base, haciendo posible con su silencio, con su fe y con su obediencia, con
su esperanza y su paciencia, y con su trabajo, que surja la Palabra en el mundo
y venga el reino de Dios. José, hijo del pueblo y en medio del pueblo, pertenece
así a la historia de la salvación como todo el pueblo de Dios.
Imagen del Santo Patriarca San José
Talla barroca del siglo XVIII (65 cms de altura)
Coro bajo del Carmelo de Jaén
José, uno de nosotros, pero justo y bueno más que todos nosotros. Pongámonos hoy en su lugar: esto es, en el lugar de la obediencia a la palabra de Dios, de la responsabilidad, en la fe, en la esperanza con el sueño misionero de anunciar a Dios, en medio del pueblo, con María, su esposa -que todo lo de Jesús lo guardaba en su corazón-, llevando delante a Jesús. Así contribuiremos a la historia de salvación que opera Dios en el mundo. Así con Jesús María y José, seremos testigos de lo que se fraguó en aquella Sagrada Familia, ser testigos de Cristo, como José desde la Encarnación que celebraremos el 25, con María, llevando a Jesús por todas partes muy dentro de nuestro corazón y proclamándolo con la palabra y el ejemplo. Así lo pedimos: Oh custodio de María y padre de Jesús, a cuya fiel custodia fueron encomendadas la misma inocencia, Cristo Jesús, y la Virgen María; por estas dos queridísimas prendas, te ruego y suplico me alcances que, preservado de toda impureza, sirva siempre con limpio corazón los intereses de Dios en bien de los hombres.
Mueso Carmen
THISSEN
Antonio Aranda Calvo. Sacerdote.
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