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viernes, 19 de marzo de 2021

DOMINGO QUINTO DE CUARESMA 21-III-2021

 ¡Queremos ver a Jesús!

 

    Y antes de nada hagamos esta oración al Señor: “Señor Jesús, grano de trigo que caíste en tierra hasta morir y diste  fruto abundante para toda la humanidad. Al ser elevado en la Cruz me atraes poderosamente hacia Ti, a pesar de mis debilidades y traiciones.  Aborrezco mis pecados y quiero servirte y seguirte hasta la CRUZ. ¡Ayúdame Señor! 

 

    Recordamos el Evangelio y oímos a aquellos “griegos” que en realidad no querían sólo ver a Jesús, sino más bien entrar en contacto con Él, encontrarle, conocerle, aprender sus enseñanzas, tal vez seguirle y hasta llevarle a sus propias familias y a sus vecinos… ¡tanto era el fervor y entusiasmo que tenían por Jesús! Según este sentir podemos nosotros aprender de ellos… es justo que queramos ver a Jesús por nuestras calles, ver salir esta Imagen tan querida, pasar ante nuestros ojos después de dos años… pero no nos contentemos solo con ello, con verle en la madrugá, atravesando la puerta del Camarín, salir a vista de todos, subir los cantones, La Merced hasta San Lorenzo y recorrer el camino al encuentro en Santa María, frente a la Catedral con la Señora, Señora de los Dolores…, Santa María, Madre de Dios y Madre Nuestra, y desde aquí a las calles que le abren a Jaén…(precioso desfile, lleno de emoción y sentimientos, Jesús recorriendo las calles de su Jaén y exponiéndose ante las miradas de sus hijos) pero no basta, más bien debemos aspirar a que Jesús quede impreso en nuestros corazones y en la vida del día a día, en el hacer y actuar; abramos nuestro corazón a Él, base de contemplarle en su Imagen, en la Sagrada Eucaristía, en los Santos Evangelios, en la oración, en el encuentro comunitario con los hermanos.

     Pero vayamos al mensaje completo de este domingo 5º: Estamos ya en víspera de la Semana Mayor, próximo domingo, Domingo de Ramos, y vemos como Jesús ha llegado al corazón de Jerusalén, donde cumplir su Misión:                                                

Habiendo compartido la vida como un hombre cualquiera, después de pasar haciendo el bien, dando ejemplo de vida, como había predicho, padeció hasta la muerte y resucitó al tercer día para darnos la vida como hijos del Padre. Jesús es consciente del camino que ha de seguir, de aquí la comparación con el grano de trigo, y desea que llegue pronto ese momento: “¿Qué diré? Padre pase de mí esta hora…pero si para esto he venido, para esta hora. ¡Padre glorifica tu Nombre!”. Él está decidido, por obediencia al Padre y amor a nosotros, a morir en la Cruz “cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí”. Los griegos ya tienen una respuesta a ese “queremos ver a Jesús” tendrán que mirar a la CRUZ y leer el letrero que en latín, griego y hebreo expresa claramente que es “Jesús Nazareno Rey de los judíos” y esperar al tercer día para escuchar el grito gozoso: “¡No está aquí, ha resucitado. No busquéis entre los muertos al que vive! ¡Aleluya, aleluya, aleluya! el Señor Resucitó. “Alegría y paz hermanos que el Señor resucitó!  

     Por eso, la celebración de este domingo, nos pide que miremos a Cristo en la CRUZ o pongamos los ojos en la bendita Imagen de Ntro. P. Jesús Nazareno, cargado con la CRUZ, desde donde sale la luz, la resurrección y la vida, como brotaba la salud para los mordidos de serpiente al mirar aquella otra de bronce elevada sobre la tierra. Él es la salvación para la humanidad de todos los tiempos, pues en sus llagas fuimos curados; miremos dentro hasta el corazón de Jesús, intentemos hacerlo a través de las llagas de su cuerpo y aprendamos de la sabiduría de la Cruz, fuente de fecundidad, pues al igual que el grano cae en tierra y da mucho fruto, así también Jesús fuente de fecundidad, dará mucha vida para el mundo, cumpliendo la voluntad del Padre que le envió, no para condenar el mundo sino para darle la vida plena. 

    Con la Encarnación (25 de marzo) Jesús vino a la tierra, pero tenía que caer en ella hasta morir para rescatarnos, a mí, a ti, a nosotros… se pagó por ello un gran precio, para que quedara palpable “el Amor que no tiene fin: Misterio de Amor”… pues que nadie tiene más amor que quien da la vida por la persona amada… acércate, contempla, mira a tu Señor y que ese dinamismo de su amor penetre en tu propio corazón e irrumpa en él como un volcán que se desliza en todo tu ser; responde a ello, perdiendo de algún modo tu propia vida, sal de ti mismo y piensa en los demás; deja tus intereses y mira cómo se desarrolla la vida de los últimos y más necesitados; trata de cumplir las Obras de Misericordia; con verdadera alegría actúa a favor de los que no saber, de los enfermos, los presos, los que tienen hambre, o sed; acoge a emigrantes y personas sin hogar, corrige a quien obra mal, da buen consejo al que lo necesita, consuela al triste y reza al Dios Misericordioso por vivos y difuntos. Así nos pareceremos al Padre del Cielo que hace salir el sol y manda la lluvia para buenos y malos. Así iremos muriendo al egoísmo que nos domina y resucitando con Cristo Jesús a una vida nueva, sin levadura de corrupción ni pecado.  

Antonio Aranda Calvo. Sacerdote. 

 

LECTURAS DEL V DOMINGO DE CUARESMA

  • Libro de Jeremías 31,31-34.
  • Salmo 51(50),3-4.12-13.14-15.
  • Carta a los Hebreos 5,7-9.
  • Evangelio según San Juan 12,20-33.

 

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