Aún en lo más oscuro de la noche de la
vida, no olvides que algún lucero quiere darte su luz… ¡Para qué servirían si
no los luceros?
Luna de la noche, celosa mujer,
vigilante siempre
sobre los tejados y la torre del
pueblo,
que paseas las calles y recorres las
plazas,
que al dedillo conoces todos los
rincones,
burlona, atrevida, de barba
afilada;
atraviesas los cristales y las celosías,
te asomas gozosa por los
ventanales
y cual vieja bruja, huyes por
detrás.
Luna, luna, luna de la
noche… así no te quiero.
Luna de los cielos, madre amante y
buena,
sencilla señora, dulce, cariñosa,
triste, algunas veces,
que pasas la noches cuidando a tus
hijos
y desapareces cuando viene el sol.
luna, luna, luna cual la madre
buena.
Luna, luna del cielo, así sí te quiero.
Luna de las tardes, cuando cae el
día,
que al filo del cielo rozas con el
mar,
blanca, llena, limpia, portadora de
sueños,
que enamoran y llaman y dan
ilusión,
penetrando dentro del corazón
dolido…
¡me ofreces el gozo de un inmenso
amor!
Luna, luna de las tardes: mujer, Luna de la noche, Luna de los
cielos... Luna, luna, amor.
Antonio Aranda Calvo. Sacerdote
No hay comentarios:
Publicar un comentario