DOMINGO XXIV DEL T. O. DÍA
SANTO, DÍA DEL SEÑOR, EL PRIMERO DE ESTE TRIDUO A NUESTRA SEÑORA, LA VIRGEN DE
LOS DOLORES, QUE LA COFRADÍA OFRECE A LA REINA DEL CIELO.
La Liturgia de la Palabra nos ha
ofrecido el texto evangélico de San Mateo, continuación del Domingo pasado, en
que ya se hablaba del perdón y que ahora se concreta, pues no es un número más
o menos de veces, sino de una actitud verdaderamente fraterna en que el amor
perdona siempre; el Señor nos ha puesto un ejemplo práctico, como solía hacer
Él, para que nadie pueda decir que no se ha enterado.
¿Verdad que el ejemplo del criado
perdonado por el Señor y que después no quiere perdonar a su compañero lo hemos
entendido todos?... Pues obremos en consecuencia.
Pero para reflexionar sobre la Virgen
María, me vino a la mente aquel canto de la mística Doctora, Santa Teresa de
Jesús, madre, maestra y reformadora de la Orden Carmelitana, que tantas raíces
tiene en este lugar, Camarín de Nuestro Padre Jesús Nazareno.
Nada te turbe, nada te espante, todo se
pasa
Dios no se muda, la paciencia todo lo
alcanza.
Quien a Dios tiene nada le falta; sólo
Dios basta…
Y quiero aplicar a la Virgen María
aquella expresión de Santa Teresa, “quien a Dios tiene nada le falta, sólo Dios basta” y ponerla de ejemplo para nosotros
seguidores de la Señora.
Efectivamente, la sencilla muchacha de
Nazaret, de nombre María perteneció siempre a Dios y experimentó como nadie
aquel “quien a Dios tiene nada le falta”; el ser de María, humano como
era, estuvo tan unido a Dios que nada le faltó en su realidad de persona
humana, por el contrario, fue llevada a la plenitud.
ELLA:
- Elegida por Dios Padre, desde la eternidad, para ser Madre del Verbo y realizada esa elección, según los relatos del Génesis, cuando ante el pecado del hombre, de la mujer-Eva y ante la serpiente provocadora… aparece otra Mujer-María, integrada en el Proyecto de Dios, cuyo linaje quebrantaría la cabeza del reptil tentador. Ella es María y en su descendencia nos llega la salvación…, por los cual cooperadora de la Gracia… desde ese momento Dios estuvo siempre en María y Ella siempre en Él y para Él.
- María fue concebida sin pecado original, en previsión de su Maternidad Divina, pues no podía anidar en aquel corazón, nada que se opusiera al Hijo y que llegaría en la plenitud de los tiempos, el Verbo Encarnado. María quedó en su vida terrena fusionada a Dios, de tal manera que en su seno se engendró el mismo Verbo Divino…
- María nacida de Joaquín y Ana, consagrada a Dios, ya desde su infancia por sus padres, según la tradición piadosa de Israel, vivió en su niñez entregada a Dios y a su servicio… y ya de jovencita en su hogar, también estuvo consagrada a Dios en espera de que la Voluntad Divina se manifestara claramente…
- Llegada la plenitud de los tiempos, se abrieron los Cielos y bajó de ellos el Ángel Gabriel, como un raudal de gracia y encanto, un rayo de luz, ráfaga de coloridos miles, figura de inmensa belleza, y comenzó a volar por la tierra hasta encontrar el lugar y la persona designada… y fue a posarse en Nazaret, y siendo quien era, quedó admirado de tanto candor y pureza, ante una doncella llamada María y la encontró tan dispuesta, tan bella, tan llena de Dios, tan entregada a Él, que de su boca angelical salieron unas palabras que cambiaron el mundo y la humanidad: Ave María Gratia Plena…Dios te Salve María, llena eres de Gracia y EL SEÑOR ESTA CONTIGO Y BENDITA TÚ… y siguió el Ángel: …es que Dios quiere que seas su propia Madre, de una manera misteriosa, por la fuerza del Espíritu, para lo cual me basta tu SI…
Y ELLA QUE TENÍA A DIOS, y siempre lo había tenido, dio la respuesta que esperaban los siglos, pues comprendió que sólo Dios basta.
- Y se realizó el milagro más maravilloso que en el mundo pudo darse… el Proyecto de Dios comenzaba a germinar; un SI fecundó el seno de aquella doncella, se encarnó el Verbo, el Hijo de Dios se hizo carne y comenzó a habitar entre nosotros… por la Gracia del Espíritu Santo y porque María, llena de Dios, le dio la respuesta esperada, tan satisfactoria y tan primorosa como “He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra”
ELLA TUVO A DIOS SIEMPRE CONSIGO, Y NADA LE FALTÓ… porque sólo
Dios basta.
- Y así comienza el Misterio de nuestra Redención, con la Encarnación. En el seno de María comenzó a estar Dios hecho hombre, un Dios con nosotros, el Emmanuel, el que nació en Belén y aparece en los brazos de su Madre para darlo a los pastores, a los Reyes y salvarlo de Herodes; ese Dios con nosotros que con nosotros comparte la vida, nacido en el establo, adorado por ángeles, pastores y reyes, perseguido por Herodes… ese Dios con nosotros que huye a Egipto, vive en Nazaret, siempre con María su Madre y maestra, y con José, el tutor del humilde hogar de Nazaret.
Por María tenemos al anunciado por los
Profetas, al Mesías Prometido; el maestro y predicador que recorría los
caminos, caseríos y pueblos de Palestina, se compadecía de los pobres, curaba a
los enfermos, hablaba junto al lago de
Galilea y a cuantos le escuchaban les anunciaba el Reino de Dios, el Proyecto
que vino a realizar entre nosotros; perdonaba y sanaba los corazones… ¡tanto y
tan bien lo había aprendido de María! pues Ella supo hacer un Dios tan
hombre, que nos amó hasta el extremo de
dar la vida en la Cruz y quedarse en el Santísimo Sacramento del Altar, en su
Iglesia Santa y en cada uno de los hombres que le acogen y desean seguirle. Y
todo por María, porque
ELLA TUVO A DIOS SIEMPRE CONSIGO Y NADA LE FALTÓ… porque sólo Dios basta.
MARÍA SANTÍSIMA, bajo la advocación de
los Dolores, se convierte hoy en nuestra Madre y Maestra y nos enseña a tener a
Dios siempre con nosotros, a seguir a su Hijo Jesús, acoger sus enseñanzas, su
estilo de vida, su modo de proceder con los demás y así poder un día gozar con
Ella en el Cielo.
Amén.
Antonio Aranda Calvo
Capellán de la cofradía de
Ntro. P. Jesús Nazareno
Y María Santísima de los
Dolores de Jaén.
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