Introducción: Efectivamente,
el mensaje o llamada de este Domingo es: ALBERGAR
LA CRUZ: “Abrir nuestras puertas a la Cruz
de Cristo y seguirlo; esa cruz que para nosotros es la que se nos va ofreciendo día a día, en las
circunstancias más comunes y a veces más imprevistas; pero no sólo, también
abrir de par en par nuestro corazón y nuestra vida a ella, de modo que nos
vayamos conformando con ese modo de vida y de sentir, como Cristo, y como
después se dirá.
Carmelo de Sevilla
No temamos seguir a Jesús al
escuchar su Palabra en el domingo de hoy. La Cruz de Cristo le llevó a la
Resurrección. Por eso miremos el gozo de Jeremías en un momento crucial de su
vida, cuando todo se vuelca contra él y al fin de cuentas por querer ser fiel a
Dios… y entonces florece su experiencia, comunicada en este bello canto “Me sedujiste, Señor y me dejé seducir”
Feliz Jeremías que pudo decir y vivir aquello de: Tú ardías dentro de mí, yo intentaba apagarte y no podía…me dejé quemar
por Ti y ahora veo cumplida mi misión y mi realización plena.
Pablo, vivió este misterio, él nos
dejó su ejemplo, nada quería saber sino a Cristo y a Este Crucificado y así
hasta decir: he recorrido mi camino, he
llegado a la meta… me queda recibir la corona que me dará mi Señor. Bien
merece la pena “albergar la Cruz a cambio de la Victoria”
Y Jesús en el Evangelio: “Si alguno quiere venir en pos de Mi
niéguese a sí mismo, cargue con su Cruz y me siga…”
“He recorrido mi camino,
he llegado a la meta… me queda recibir la corona que me dará mi Señor”
La Cruz, puede hacerse dura y casi insoportable, pero renunciar a ella, darle de
lado, nos llevaría a cerrarnos en los
bienes pasajeros y perder la perspectiva amplia de nuestra propia
realización.
La Cruz, puede hacerse
dura y casi insoportable
En el Evangelio aparece Pedro, nuevamente Pedro; el Domingo pasado
merecía la alabanza de Jesús “Tú eres
Pedro y sobre esta Piedra construiré mi Iglesia… Bienaventurado eres, Simón
Pedro… Ahora trata de rechazar la invitación de Jesús y librar al mismo Jesús
de toda pasión, de la Cruz ¡“Lejos de ti,
tal cosa, Señor; eso no puede pasarte”!. Y Jesús, ¡apártate de mí Satanás…!
(Yo que soy Capellán de Ntro. PADRE
Jesús Nazareno (EL ABUELO) en Jaén, los fieles saben muy bien que a JESÚS no se
le puede quitar la CRUZ, cuando para
arreglarlo se hace, sigue tendiendo las manos hacia ella, pues que le falta
algo, sus hombros está hechos para la CRUZ y su cuerpo está curvado para
llevarla. ¡Qué sería esa Imagen sin su CRUZ! Y para los hombres y mujeres,
jóvenes y niños, fieles, de fe sencilla, a los que Dios les revela su Misterio,
ellos ven a Jesús con su Cruz y la Cruz con Jesús. El pasado 8 de agosto
celebramos el martirio del Beato Manuel Aranda y este joven está vinculado, en
las afueras de su pueblo, a un lugar-espacio, entre olivos…Y es LA CRUZ. LA
CRUZ DEL SEMINARISTA MANUEL ARANDA)
Monumento al Beato Manuel
Aranda
(Monte Lope-Álvarez – Jaén)
Tanto a Jeremías, como a Pablo y a
Pedro, les costó mucho hacer el camino de la Cruz. El mismo Jesús, aunque de
modo muy distinto, sintió el escalofrío de su CRUZ, recordemos que dijo “pase de Mí este cáliz, pero no se haga lo
que yo quiero sino lo que quieres Tú” y siempre “hágase tu voluntad…” Ellos
no saben lo que hacen, diría Jesús, porque no comprendían la CRUZ, al igual que
Pedro.
El domingo pasado el Evangelio de Mateo
nos presentaba a Pedro proclamando a Jesús como el Mesías esperado, el Hijo de
Dios; pero casi a renglón seguido rechaza el camino que Jesús le muestra.
Con frecuencia somos nosotros, un vez
más, como Pedro: impulsivos, con intereses sólo a “ojos
vista”, deseosos de dominar y de poder. Al igual Jeremías sintió el gozo de ser llamado por Dios para profeta, pero
luego se encontró con lo que llevaba consigo… y llegó el rechazo, pero la
fuerza del amor era más fuerte. Y
Pablo ¿Quién podrá apartarme del amor de Cristo?… y enumera muchas dificultades… pero yo, dice Pablo, todo
lo dejo por Cristo y este Crucificado. JESÚS
nos dio ejemplo hasta el fin… y
nosotros debemos seguirle hasta el fin… sólo así entraremos en la gloriosa
resurrección.
Antonio Aranda Calvo. Sacerdote
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