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jueves, 18 de junio de 2020

DOMINGO DÍA DEL SEÑOR, XII T. O. 21 JUNIO 2020.

Nota: Continuamos ahora los Domingos llamados de "Tiempo Ordinario", Domingos, siempre Día del Señor, pero que no tienen un algo propio, como han sido, " El Nacimiento, Ramos, la Resurrección... o tiempos específicos como Adviento, Cuaresma...". En este T. O.  nos iremos acercando a la Persona de Jesús, sus enseñanzas, sus milagros, su estilo de entender y de ser, el ejemplo de su vida... para que lo vayamos esculpiendo en nosotros... y así hasta que comencemos de nuevo el "Adviento". Iré ofreciendo en estas páginas, reflexiones sobre el Domingo que corresponda e intercalaré algunas otros escritos sobre el momento y alguno de los poemas de mi cosecha. Os agradezco me dediquéis un tiempo. GRACIAS. 


“No tengáis miedo” nos repite el Señor en este Evangelio del Domingo; así el Gran Papa San Juan Pablo II inició su Pontificado en aquel memorable día, desde la Basílica de San Pedro: “Abrid las puertas al Señor, no tengáis miedo” y lo repitió varias veces “Non avete paúra”

1.- La Palabra de Dios, hoy, nos ilumina con claridad meridiana, sobre la realidad del mal en los corazones y por tanto en la sociedad, en las diversas situaciones de la vida, en la realidad misma… existe el mal, está ahí, y está en lo más íntimo de nosotros mismos. PERO, a la vez, esta Palabra nos muestra el antídoto contra ese mal: “No tengáis miedo”, cuatro veces nos  dice el breve texto evangélico que se ha proclamado. Y no tengáis miedo:

  • a los hombres (seres humanos) que nos traen el mal
  • a las enfermedades, el dolor, el sufrimiento
  • a la muerte misma que es el mayor mal
  • a la pérdida del trabajo, a la escasez de bienes, límites de toda índole…
  • Jeremías, en la Primera Lectura, se presenta destrozado y hundido, pero pone su Confianza en Dios “El Señor es mi fuerte defensor… mis enemigos me persiguen, pero tropiezan y caen…”
  • La Carta de San Pablo nos sitúa en una perspectiva de total Confianza en Dios: “Si por un hombre entró el pecado, EL MAL, en el mundo… por otro entró la Gracia y la Salvación”…”Sin embargo no hay proporción entre el delito y el don; si por el delito de uno sólo, todos murieron… con mayor razón la Gracia de Dios y el Don otorgado en virtud de un hombre, Jesucristo, se han desbordado sobre todos”¡…No, no tengáis miedo!


      Y es que frente al MAL, el creyente sabe que este mundo, el hombre (ser humanos) la realidad misma no está abandonada a la desgracia, a la perdición, al sin sentido, SINO que está en las MANOS DE DIOS.

   + Nosotros, hermanos, también nuestro Maestro Jesús, conocemos la fuerza del mal, pero creemos que Dios-Padre no nos olvida en nuestras desgracias; que Él está ahí, con los brazos abiertos y también el corazón, para acogernos, enjugar nuestras lágrimas y danos la Paz. (“¿Pero cómo te digo que me esperes si está para esperar los pies clavados?”)

   + Cristo-Jesús ha ido delante de nosotros, de la humanidad misma; en los momentos difíciles: “Pase de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”.- “Dios mío, Dios, mío, ¿por qué me has abandonado?” (A Él recurre Jesús)  y vuelve a Él en el último momento: “En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu”

NOTA: Al final de su existencia, Jesús no grita desesperado su abandono, sino que expresa su confianza filial. Sus primeras y últimas palabras quedan referidas al Padre y serán expresión de su Confianza absoluta: Perdido y hallado en el Templo, sus primeras palabras fueron: “No sabíais que yo tengo que estar en las cosas de mi Padre”. Y a la hora de sexta, la hora del poder de las tinieblas, las últimas palabras de Jesús quedan también referidas al Padre “Eloí, Eloí , lama sabatani”

     Hoy día vivimos con miedo, con temor… y no sólo al “Virus” (decía D. Pedro Calderón de la Barca: “Tanto miedo tengo, que aún para huir valor no tengo”; los hombres de Dios nos invitan a vencer el temor, al igual que Jesucristo, ¡no tengáis miedo! Y San Juan Pablo II, Jeremías en la primera lectura…

Llenémonos de valentía, fuera el miedo, fuera el temor, “el qué dirán” que a veces nos paraliza…y esto porque ante todo CONFIAMOS EN ÉL

2.- Pero la Fe en Dios, de lo que venimos hablando, no puede ser un refugio, como un amparo, donde nos escondamos y hasta estemos huyendo de los problemas de la vida y de los hermanos más débiles. Dios no puede ser un agarradero para ocultar nuestras cobardías. La Fe en Dios no nos libera de nuestra propia responsabilidad ante los problemas de la vida; por el contrario, la verdadera Fe, la Confianza en el Amor de Dios no elude las contrariedades, sino que llena el corazón de fuerza para vivir con más intensidad el riesgo y para luchar por superarlo.



  • Jeremías, en la Primera Lectura, se presenta destrozado y hundido, pero pone su Confianza en Dios “El Señor es mi fuerte defensor… mis enemigos me persiguen, pero tropiezan y caen…”
  • La Carta de San Pablo nos sitúa en una perspectiva de total Confianza en Dios: “Si por un hombre entró el pecado, EL MAL, en el mundo… por otro entró la Gracia y la Salvación”…”Sin embargo no hay proporción entre el delito y el don; si por el delito de uno sólo, todos murieron… con mayor razón la Gracia de Dios y el Don otorgado en virtud de un hombre, Jesucristo, se han desbordado sobre todos” 

“No tengáis miedo” 

Nada te turbe,
Nada te espante,
Todo se pasa,
Dios no se muda.
La paciencia
Todo lo alcanza;
Quien a Dios tiene
Nada le falta:
Sólo Dios basta.


Teresa de Jesús




Jaén, 20 de junio 2020

Antonio Aranda Calvo. Sacerdote

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