LECTURAS: ÉXODO 32, 11.13-14. SALMO “Me levantaré me pondré en camino
donde está mi Padre” I TIMOTEO 1, 12-17.
EVANGELIO de Lucas 13, 1-10.
INTRODUCIÓN: Para el hombre es difícil hablar de Dios, pues se puede confundir lo que es revelación de Él mismo con lo que es proyección humana; Cristo Jesús, verdadero Dios y hombre es el único que nos habla con propiedad, nos sólo con su Palabra, sino con su propia realidad…Así acomodándose a nosotros, nos habla en parábolas y lo hace muy frecuentemente; en este Cap. 15 de San Lucas nos habla del verdadero Dios, través de cuatro parábolas que son el “alma y esencia del mensaje del Reino, /la cuarta será el hijo pródigo/… hoy no se lee, pues está mejor en la Cuaresma.
Conectando la 1ª y 2ª lecturas con el Evangelio se expresa la experiencia del Éxodo, la actitud de Dios frente a los que le abandonan por un “becerro de oro” y la experiencia íntima y personal habida por Pablo, manifestada en la Carta a Timoteo, porque el Dios que ha venido para perdonar es el que ha actuado en él, “se fio de mí y me confió el ministerio, yo que antes era un blasfemo perseguidor e insolente”
Podemos hablar pues de la generosidad de Dios para
con su Pueblo de Israel, así como para con Pablo y con todos los
pecadores.
Nos
encontramos con el texto evangélico, “corazón del Evangelio de Lucas” y teniendo en cuenta lo dicho, Jesús
nos está hablando de Dios; se trata de responder a los fariseos en sus
acusaciones críticas contra Jesús y responder a los sencillos que le siguen
“todos…una gran muchedumbre” y que desean ver reflejada la presencia de Dios en
sus vidas y en las realidades que viven.
[Si alguien tiene
cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a
buscar la que se había perdido, hasta encontrarla?]
Jesús en las parábolas de la oveja y la
dracma perdidas, presenta el tema de la generosidad y misericordia de Dios con
los pecadores y abandonados; además expresa vivamente la “alegría del encuentro”. Con ellas intenta
contradecir muchos comportamientos que parecen legales o religiosos, e incluso
lógicos, pero que ni siquiera son humanos. El Reino de Dios llega por Jesús a
todos, pero muy especialmente a los que no tienen oportunidad de ser algo.
Jesús, con su comportamiento, y con este tipo de predicación profética, en
parábolas trasmite los criterios de Dios. Los que se escandalizan, pues, no
entienden de generosidad y misericordia.
No se trata de decir que Dios ama más a los malos que a los buenos. Eso sería una infamia, un fundamentalismo religioso irracional. Lo que Dios hace, según Jesús, según el evangelista Lucas, es comprender por qué. El ponerte en lugar del otro, comprenderle, ayudándole confiando en la persona, esta terapia del Reino, debería ser la clave del cristianismo.
La mejor manera para abandonar la vida sin sentido, no es hablar de un Dios inmisericorde, sino del Dios real de Jesús que espera siempre sentir alegría por la vuelta, por la recomposición de la existencia y de la dignidad personal, el ser humano hecho a semejanza de Dios y por el que Cristo entregó su vida.
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