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viernes, 25 de marzo de 2022

IV DOMINGO DE CUARESMA, 27 de marzo 2022

 


“Aprendamos a ser hijos de Dios y hermanos unos de otros”

 

LECTURAS: Josué 5,9. 10-12; Salmo  33. “Gustad y ved que bueno es el Señor”. IIª Carta de San Pablo a los Corintios 5, 17-21. Evangelio de San Lucas 15, 1-3. 11-32

 

La Palabra del Señor nos muestra hoy de modo anticipado la PASCUA DEL SEÑOR:  

 I.- El Pueblo de Dios, según el relato de Josué, pasa de la esclavitud y el oprobio de Egipto, donde eran maltratados por el Faraón,  a celebrar la Pascua en la tierra prometida, la estepa de Jericó, gracias al poder del Señor; desde ese día ya no volvieron a comer el maná ni a ser sustentados desde arriba, comieron los frutos de la tierra de Canaán. Hemos de acostumbrarnos a una relación con Dios, no desde lo extraordinario sino desde la tierra, desde la experiencia del  día a día y en la lucha que ello trae consigo. Así el Salmista canta y nos invita a decir  “el Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres” nos da la vida en la que nos encontramos con Él porque la mano de Dios está en todos los momentos y aconteceres de la vida.  

II.- La segunda lectura pone ante nuestros ojos la realidad de nuestra reconciliación.  El evangelio de Cristo, para Pablo, se centra en eso: en la reconciliación de todos los hombres con Dios; por lo que Cristo dio su vida y eso es lo que los cristianos celebramos en las Pascua, a la que nos prepara la Cuaresma. La Pascua de Cristo abre, pues, una nueva era: la era de la reconciliación. Y… ¿cómo reconciliarnos con Dios? Aceptando su mensaje de salvación y proclamarlo como Pablo por el mundo,  mensaje centrado en la muerte y resurrección de Jesús.  

III.- Con la Parábola del Hijo Pródigo nos encontramos en el centro de la Cuaresma y en el corazón del Evangelio. El misterio de la reconciliación  se expresa maravillosamente en el evangelio de este día: es una preciosa historia de amor de padre frente a egoísmos y rencores de hijos. Jesús, ante las acusaciones de hipócritas y fariseos contesta con esta parábola, para dejar bien claro que eso es lo que quiere Dios y eso es lo que hace Dios por medio de él.  Se podrían escribir páginas enteras de la narración, la interpretación exacta de la misma podría decirnos que no es un texto sagrado, sino de simple humanidad. Pero no es verdad, en boca de Jesús, precisamente, es sagrado: Él describe lo divino por lo humano. 

El hijo pródigo

(Obra realizada por Bartolomé Esteban Murillo para el Hospital de la Caridad de Sevilla y robada en el siglo XIX por el mariscal francés Soult, que la desperdigó por Europa. Murillo representa La llegada del hijo pródigo, que es abrazado por su padre).

  

Es toda una justificación y una defensa incuestionable de Dios, de Dios como Padre. Es la realidad de Dios, que nunca abandona a sus hijos, que nunca los olvida; aunque es muy importante también la vuelta del hijo menor y su arrepentimiento así como la del hijo mayor, el que no quiere entrar a la fiesta que da el padre por haber encontrado a su hijo. A este, a quien le corresponden los derechos legales le falta la capacidad del padre para tener la alegría de ver que su hermano ha vuelto. No tiene mentalidad de hijo, de hermano; es alguien que está centrado en sí mismo, sólo en él, en su mundo, en su salvación. (Tres personajes: El Padre, el hijo arrepentido, el hijo que no quiere celebrar la vuelta del hermano… ¿Con cual nos quedamos?)  

EL PADRE DIOS nos espera siempre… siempre espera la llegada de su hijo. Él nos deja libres, deja que nos equivoquemos y aprendamos  de esta manera a volver a Él.  

EL HIJO MENOR ya ha quedado bien descrito en el texto… ha vuelto a reconciliarse. 

EL HIJO MAYOR, en el fondo, no quiere que su padre sea padre, sino un juez inmisericorde. Y esto es lo importante de la parábola: que se ha organizado una fiesta por un hermano perdido, y no está dispuesto a participar en ella.   

Jesús está hablando de Dios y es la forma de contestarle a los escribas y fariseos que se escandalizan de dar oportunidades a los perdidos: el Dios que él trae es el de la parábola; el que viendo de lejos que su hijo vuelve, sale a su encuentro para hacerle menos penosa y más humana su conversión, su vuelta, su cambio de mentalidad y de rumbo. Esta es su significación última y definitiva. ¿Estaríamos nosotros dispuestos a entrar a esa fiesta de la alegría? ¿Queremos para los otros el mismo Dios que queremos para nosotros?  

ORACIÓN: Señor Jesús dame sabiduría para  acordarme de ti cuando mi corazón a causa de mi egoísmo, esté hambriento de Amor y que esté abierto a mis hermanos para entrar juntos en tu Corazón.  

Antonio Aranda Calvo. Sacerdote. 

 


viernes, 18 de marzo de 2022

DOMINGO III DE CUARESMA. 20 de Marzo 2022.

 


“El Señor se compadece de nosotros… y cura nuestras heridas”

LECTURAS: Éxodo 3, 1-8. 13-15. Salmo 103. “El Señor es compasivo y misericordioso”. 1ª Carta a los Corintios 10, 1-6.10-12. Evangelio de Lucas 13, 1-9.

    La Palabra de Dios en este Domingo III de Cuaresma nos ilumina sobre la relación que Dios tiene con nosotros, que somos su pueblo y al que tanto ama que pide a su propio Hijo Jesús, Dios y Hombre Verdadero,  entregue la vida por nosotros en la CRUZ. 

    Por encima de todo, hemos de subrayar para nosotros creyentes cristianos, que: 

    Nuestro Dios no es indiferente al dolor y al sufrimiento de sus hijos… y habría que proclamarlo en medio de la sociedad y en este tiempo que nos ha tocado vivir,  en el cual parece como si la desgracia nos estuviera llegando por todas partes (enfermedades comunes, epidemia, crisis económicas, invasión de naciones y lucha subsiguiente, pueblos destrozados, personas desterradas, refugiadas fuera de sus casas, personas sin hogar y sin lo necesario para la vida… etc.) 

 Este domingo nos dice la Palabra proclamada:

1. La maldad de los hombres, ayer y hoy, el pecado, la tentación a la que el maligno quiere someternos y por la que nos dejamos, muchas veces, vencer… LA MALDAD, que repercute en toda la sociedad y se manifiesta en los males que nos aquejan; el pecado, Satanás, el demonio, el maligno (como queramos llamarle) está ahí y hemos de luchar contra él. 

Ahí tenemos, en la primera lectura, como el pueblo de Israel, sometido a la esclavitud de Egipto, padece grandes desgracias, trabajos de esclavos y lo más grave “la esclavitud”, la falta de libertad que les impedía honrar a su Dios y practicad su propia fe; también hemos oído en el Evangelio lo de aquellos galileos que Pilato había masacrado  y aquellos otros que perecieron por el derrumbe de la torre de Siloé… y en nuestra propia vida, aquí estamos nosotros padeciendo el egoísmo de los poderosos, el mal gobierno de los directivos de la naciones, el mal hacer de las organizaciones sociales… todo lo cual repercute tan negativamente en el pueblo y en los más débiles.

2. Pero, el creyente, el hombre de fe, nosotros aquí y ahora, hemos de mirar a  nuestro Dios, Padre Misericordioso y lleno de bondad, que no está ausente de nuestras vidas, que de una manera u otra  comparte nuestros avatares y  se hace presente para liberarnos de tanto mal. “No nos dejes caer en la tentación” “Danos, Señor un corazón nuevo…” Confiemos en Él, pues con la oración y siguiéndolo en las buenas obras, podremos convertir nuestras vidas, vencer el pecado y entrar en la Vida Nueva, conquistada por la muerte y resurrección de Cristo.


 

  3. Es Cristo, quien nos lleva de la mano en este Camino Cuaresmal, el camino de la vida…el que nos invita a cambiar, a convertirnos, a recibir el Sacramento de la Penitencia, a renovar nuestros propósitos de ser mejores, mediante las obras buenas. Como en la Parábola del Evangelio: Cristo es el “viñador” que pone la cara por nosotros, que nos ama con todo el corazón y tiene piedad de cada uno; así ante la inminencia de nuestra condena (sacar la viña de la tierra y mandarla al fuego) se pone de  nuestra parte y con el corazón dolorido, dolencia de amor, dice: “Señor déjala todavía este año, y mientras tanto, yo cavaré alrededor y le echaré estiércol… a ver si da fruto en adelante. Si no puedes cortarla” ¡¡¡!!! (Él sabe que seguirá así año tras año…)

 4. También, el Señor nos da esos avisos a través de sus enviados, la Santa Iglesia, Comunidad Cristiana de Pastores y Pueblo que con sus palabras y ejemplos de vida nos van señalando el camino… y hasta con los propios pecados nos muestran lo que hemos de evitar para ser fieles a aquel que es fiel y verdadero. Igualmente a través de los contratiempos de la vida, los desastres sociales, los hechos naturales, esos que llamamos desórdenes de la naturaleza…, sean enfermedades, epidemias, catástrofes, o aquellas otras provocadas por el propio hombre, el Señor nos envía avisos a través de la historia para que rectifiquemos y nos convirtamos a Él de todo corazón.  

CUARESMA: tiempo para estar atentos a Dios (oración) a los hermanos (en las buenas obras) y a la vida misma (respeto a la naturaleza) y de ahí sacar la fuerza necesaria para una conversión sincera, muriendo al pecado y resucitando con Cristo a la Vida  a la que nos llama en su Misterio de Muerte y Resurrección.

 

Antonio Aranda Calvo. Sacerdote.

 

 

 

 


jueves, 17 de marzo de 2022

AL BEATO MANUEL ARANDA, SEMINARISTA MÁRTIR, EN EL ANIVERSARIO DE SU NACIMIENTO.

 


Señor ¡qué bueno fuiste con llamarle! 

Seguimiento, primero, en el camino, 

despojarse más y más 

de sí mismo 

y seguirte, seguirte hasta entregarse: 

 

Entrega total y plena ¡hasta la muerte! 

cual apóstol valeroso, 

que al amante silbido del maestro 

abrió su corazón, joven y fuerte, 

para decirte ¡SI! 

 

En solitario, cual atleta que corre hasta la meta,  

confiado en Ti, pues solo le bastabas, 

sin mirar para atrás, 

en misteriosa comunión contigo mismo 

te dio su vida. 

 

Cuantas veces en el silencio de la noche le dirías:  

¡te basta mi gracia… 

te bastan mis manos! 

Y él, nobleza sin igual, 

enamorado de Ti, se fió 

y dijo ¡SI!  


 “Seguimiento y entrega ¡SI! 

de todo lo que soy para quien amo” 

es lo que hizo en ti, joven Manuel, 

fundirte en Él: pastor con el Pastor 

sarmiento y Vid. 

 

Hoy podemos mirarte a la luz de tu vida, 

desmedida confianza en quien no falla, 

y aprender de ti, quien seguirle quiera, 

la alegría misteriosa  de tu ¡SI!. 

 

Antonio Aranda Calvo. Sacerdote. 

  Su biográfica:

    Manuel Aranda Espejo, hijo de Francisco y Dolores, nació y vivió en Monte Lope Álvarez–Martos (Jaén). Cinco años en el Seminario: 2 en Baeza; 3 en Jaén, le colocaron a las puertas de los estudios teológicos. Fue un apóstol de su pueblo en las vacaciones: catequesis, visita a enfermos, cercanía a los más necesitados y pobres, enseñanza a niños y jóvenes. Fue un joven de plena confianza en el Señor, amor a la Eucaristía, al Sagrado Corazón y a la Virgen María con el rezo del Rosario… pero el verano de 1936, en las “obligadas” vacaciones de verano, fue hecho prisionero y terminó el 8 de agosto por dar la vida antes de blasfemar el Nombre de Dios, al que se había entregado totalmente y al que siempre fue fiel. 

 


      Para la  conmemoración del  aniversario de su nacimiento, el día 20 de los corrientes  en el Monte,  la Asociación Beato Manuel Aranda ha programo los siguientes actos:

  • Encuentro 10,30 en la plaza de la Iglesia
  • Santa Misa a las 11,00
  • Breve Reunión Socios
  • Peregrinación a la CRUZ para pedir la intercesión del Beato Manuel Aranda

 

Jaén, marzo del 2022

viernes, 11 de marzo de 2022

DOMINGO II DE Cuaresma, 13 de Marzo de 2022.

 


Escena principal del ábside del presbiterio en la Basílica de la Transfiguración. Monte Tabor 
(Tierra Santa)

 

    “Jesús es el Hijo del Padre, el Elegido, escuchadle”

“Él es nuestra Luz y Salvación”

 

LECTURAS: Génesis 15, 5-12. 17-18. Salmo 26, “El Señor es mi Luz y mi Salvación”. Filipenses 3, 20-4, 1. Evangelio Lucas 9, 28-3. 

 

El segundo Domingo de Cuaresma es un nuevo paso en nuestro recorrido cuaresmal: comenzamos en el desierto, tierra árida y de sequedad, pero lugar de experiencia de Dios, pues en la soledad y lejos de las cosas puedes experimentar su presencia, aunque tropieces con las tentaciones, las que vencemos con Cristo, poniendo toda nuestra confianza, nuestra fidelidad, nuestro sí absoluto a Dios. Hoy subimos al Monte de la Gloria, la proclamación del Hijo, el Amado… y se nos pide “escucharle”, fidelidad y adhesión total, escucha de su Palabra Salvadora… Esta experiencia nos preparará para la Muerte y Resurrección del Señor. 

 

         En la primera lectura se nos presenta a Abrahán: elegido, llamado para un pacto con Dios  y Abrahán fue fiel, “creyó contra toda esperanza” y entregó a su propio hijo…Abrahán en su fidelidad y entrega se convierte en figura de Jesús y ejemplo para nosotros. 

 

La segunda lectura nos sitúa como ciudadanos del cielo porque Jesucristo el Señor nos ha trasformado en Él por su muerte y resurrección para realizarnos según la voluntad del Padre.

 

Evangelio: Lucas (9,28-36): La Transfiguración desde la oración Jesús subió al monte a orar. Siempre en momentos importantes de la vida de Jesús, aparece la oración: el contacto con el Padre. Vive en el monte una experiencia trascendente… la escena nos sobrepasa, nos sorprende, no nos es fácil entender lo que allí sucede. La Transfiguración es una escena llena de contenidos simbólicos. Es como un respiro que Dios le concede a Jesús en su camino hacia Jerusalén, un contrapunto  a las tentaciones del desierto… y pues que se dirige hacia la pasión y muerte, se le ofrece experimentar, antes de que suceda, la meta. Solo desde la oración,  es posible vislumbrar lo que sucede en el alma de Jesús. El coloquio que Jesús mantiene con Moisés y Elías, representantes de la Ley y los Profetas es un diálogo en profundidad sobre su “partida” (éxodo), sobre su futuro, en definitiva, sobre su muerte. 


La Transfiguración del Señor
Anónimo
©Museo Nacional del Prado

  

La Transfiguración, pues, quiere ser una preparación para la hora tan decisiva que le espera a Jesús. Y serán los tres  discípulos más cercanos los  que le acompañan en este momento, como sucederá también en el relato de Getsemaní, en el momento de la pasión; pero tanto aquí como allí, el verdadero protagonista es Jesús, porque es él quien afronta las consecuencias de su vida y del evangelio que ha predicado. No obstante, los discípulos se ven envueltos en esa experiencia de la montaña, tan profunda y trascendente, que les hace evadirse de la misma realidad. Dos personajes, Moisés y Elías, que subieron cada uno en su momento al Sinaí para encontrarse con Dios, ahora se hacen testigos de esta experiencia. La presencia de estos personajes es significativa pero en realidad la escena se llena de contenido con la voz divina que proclama algo extraordinario. Quien está allí es alguien más importante que Moisés y Elías, más que la Ley y los Profetas ¡que ya es decir! En realidad la escena se configura sencillamente con un “hombre” que ora intensamente a Dios para que no le falten las fuerzas en su “éxodo”, en la subida a Jerusalén. Todo en un monte que ni siquiera tiene nombre y ni hay que buscarlo, aunque la tradición posterior lo haya designado como el Tabor. 

 


Transfiguración del Señor
Penni, Giovanni Francesco
 ©Museo Nacional del Prado

  

Todo  sucede, “mientras oraba”. Es especialmente significativo. Estas cosas intensas, espirituales, transformadoras, no pueden ocurrir más que en la otra dimensión humana… dejándonos guiar por el Espíritu. Es la dimensión en la que se revela que  el Hijo de Dios está allí. Los discípulos han vivido algo intenso, algo que no se esperaban; pero Jesús, que lo ha vivido más intensamente, sabe que debe bajar del monte misterioso de la Transfiguración para seguir su camino, para acercarse a los necesitados, para dar de beber a los sedientos y de comer a los hambrientos la palabra de vida…para lar la vida por todos nosotros.  Su “éxodo” no puede ser como le hubiera gustado a Pedro y a sus discípulos, que pretenden quedarse allí instalados. Queda mucho por hacer, y dejar huérfanos a los hombres que no han subido a las alturas espirituales y misteriosas de la Transfiguración, sería como abandonar su camino de profeta del Reino de Dios. Probablemente Jesús vivió e hizo vivir a los suyos experiencias profundas; la de la transfiguración  puede ser una de ellas, pero siempre estuvo muy cerca de las realidades más cotidianas. No obstante, su contacto con el Padre, “el aquí estoy para hacer tu voluntad”, la oración le valió para ir anunciando,  que tenía que llegar hasta dar la vida por el Reino y seguir su camino hasta que se cumpliera. 

 Antonio Aranda Calvo. Sacerdote. 

 

 



 

 

 


viernes, 4 de marzo de 2022

DOMINGO 1º DE CUARESMA 6 DE MARZO 2022

 



“Feliz el hombre que soporta la prueba” 
(Santiago 1,12)

 

LECTURAS: Deuteronomio 26,4-10; Salmo 91, “Quédate, Señor, conmigo en la tribulación” Romanos 10, 8-13. Lucas 4, 1-3.  “Camino de la Pascua: Cristo muerto y Resucitado” 

 

   De nuevo en Cuaresma…puede parecernos “más de los mismo”, pero NO, al igual que el deportista todos los días se entrena para conseguir la meta, es necesario que nosotros cada año y en cada momento sigamos luchando en el seguimiento de Cristo. Pues bien, con la Cuaresma se nos presentaría una ocasión de nuevo para experimentar nuestra cercanía y nuestro seguimiento del Dios de Jesucristo y el camino que hemos de seguir.  

 

   La primera lectura nos habla de la experiencia de Israel, en un relato precioso, en el que Dios se acerca a su pueblo, lo hace crecer como tal y lo libera de la esclavitud. Así también los cristianos según la carta a los Romanos, vivimos una experiencia íntima con Jesús por la fe, la expresamos a través de los labios y la difundimos ante todas las naciones para crear un pueblo fiel, ya sea judío o griego, con un solo Señor Jesucristo que se entregó por el mundo en la Cruz, derramó su Sangre y resucitó para nuestra salvación. 

 

   El Evangelio de las tentaciones, en la intención de San Lucas, trata de presentarnos el camino seguido por Jesús, camino de fidelidad al Padre, que le llevará hasta Jerusalén donde en una entrega total se dará para la salvación de la humanidad. 


 


LA TENTACIÓN DE CRISTO (Sandro Botticelli)

Fresco en la Capilla Sixtina (1480–1482)

 

   Este camino es el que hemos de seguir nosotros en nuestra fidelidad a Jesucristo… Es un camino de rectitud y lealtad hacia Dios, pero como es lógico “el enemigo” no está quieto, sino que se presentará a lo largo de él para desviarnos, sin conseguirlo siempre que nuestra defensa sea  el Dios Verdadero “Nuestro auxilio es el Nombre del Señor” y “Si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas”: Así las tres tentaciones son  una lucha entre el bien y el mal, tiene como objetivo romper con Dios y se vencen recurriendo a la Palabra que opta por Dios “está escrito…” y que es Dios mismo.  

 

   La primera tentación es un lanzarnos a lo material para satisfacer lo inmediato, poniendo nuestra realización en algo efímero y pasajero, echando la espalda a Dios único que puede satisfacer nuestros deseos… Se trata, en el fondo, de prescindir de Dios.  


 


 Satanás tienta a Jesús sobre un edificio diciéndole: «Si tú eres hijo de Dios, arrójate»

 

   La segunda es el poder y la gloria, frente al “he venido para servir” y “quien quiera ser primero que con humildad se ponga el último”. Siempre será Jesús quien nos dará ejemplo de vencer las tentaciones porque así las venció Él: Jesús es el Camino y nosotros hemos de seguirle venciendo las tentaciones como Él. 


 



Jesucristo encuentra al demonio bajo la apariencia de un eremita o un peregrino, quien le invita a transformar en pan las piedras y así comer después de cuarenta días de ayuno.

 

   En la tercera Jesús es llevado a la Ciudad Santa Jerusalén, donde cumplirá plenamente su misión de entrega al Padre en servicio nuestro, aquí padece una tentación similar a la de la Cruz “si eres Hijo de Dios baja de la Cruz y creeremos en Ti”; ahora el tentador quiere manipular a Dios y ponerlo a sus órdenes…hacer nulo el sacrificio de la Cruz. Pero Jesús todo lo reconviene al Dios Verdadero. 



 

De nuevo Satanás vuelve a tentarlo ofreciéndole toda la magnificencia del mundo. Cristo lo rechaza y hace caer al demonio desnudo desde una roca.

  

  Durante este tiempo de Cuaresma, dejémonos interpelar por el Señor y tomemos el camino que Jesús siguió, preparándonos a la Pascua, Resurrección del Señor, con generosidad y confianza: se trata de volver nuestra vida a Dios y al servicio de nuestros hermanos. Corramos el riesgo de que el Señor haga de nosotros mejores discípulos, mejores hijos del Padre Dios.  

 

   Para no desviarnos de la ruta cuaresmal, tomemos como punto de partida la Palabra de Dios, que acogida en el corazón es alimento del alma; las obras de Caridad fraterna, servicio a los más pequeños; sigamos el ejemplo de Jesús que venció al tentador en el desierto: esa será nuestra espada y nuestro escudo para vencer al tentador. Prefiramos a Dios sobre los ídolos que nos esclavizan; confiemos inquebrantablemente en sus promesas, aunque de momento no veamos, ni de lejos, su realización definitiva. 

 

Antonio Aranda Calvo. Sacerdote. 

 


martes, 1 de marzo de 2022

ORIENTACIONES PARA LA CUARESMA 2022

 



La Cuaresma es el tiempo litúrgico de conversión, que marca la Iglesia para prepararnos a la gran fiesta de la Pascua, para redescubrir a Cristo y poder vivir más cerca de Cristo. La Cuaresma dura 40 días; del Miércoles de Ceniza hasta la Misa de la Cena del Señor del Jueves Santo. Sobre todo, los domingos debemos vivir más intensamente como hijos de Dios. Es un tiempo de reflexión, de penitencia, de conversión espiritual; tiempo de preparación al misterio pascual.  

Cristo nos invita a cambiar de vida. La Iglesia nos invita a vivir la Cuaresma como un camino hacia Jesucristo, escuchando la Palabra de Dios, orando en la intimidad y comunitariamente, compartiendo con el prójimo y haciendo buenas obras. Por ello, la Cuaresma es el tiempo del perdón y de la reconciliación fraterna… “El Señor os ha perdonado haced vosotros lo mismo”. Cada día y durante toda la vida, hemos de arrojar de nuestros corazones el odio, el rencor, la envidia, los celos, que se oponen al amor a Dios y a los hermanos. En Cuaresma, aprendemos a conocer y apreciar la Cruz de Jesús y así también a tomar nuestra propia cruz con alegría para alcanzar la gloria de la resurrección.  

Son 40 días. La duración de la Cuaresma está basada en el símbolo bíblico de los cuarenta días del diluvio, los cuarenta años de la marcha del pueblo judío por el desierto, los cuarenta días de Moisés y de Elías en la montaña, los cuarenta días que pasó Jesús en el desierto antes de comenzar su vida pública, los 400 años que duró la estancia de los judíos en Egipto. En la Biblia, el número cuatro simboliza el universo material, seguido de ceros significa el tiempo de nuestra vida en la tierra, atenazado de pruebas y dificultades.  

La práctica de la Cuaresma data desde el siglo IV, cuando la Iglesia, después de su primer fervor tiene que renovarse, mediante la conversión, el arrepentimiento y la revisión de su caminar: Ante todo la oración, condición indispensable para el encuentro con Dios, en el diálogo íntimo, deja que la gracia divina penetre nuestro corazón y, a semejanza de Santa María, se abre al Espíritu cooperando a ella con su respuesta libre y generosa (ver Lc 1,38).  

La escucha y la meditación atenta a la Palabra de Dios, la asistencia frecuente al Sacramento de la Reconciliación y la Eucaristía, lo mismo la práctica del ayuno, según las posibilidades de cada uno.  

La mortificación y la renuncia en las circunstancias ordinarias de nuestra vida.  

La caridad y las obras buenas con el prójimo más necesitado. San León Magno decía: "Estos días cuaresmales nos invitan de manera apremiante al ejercicio de la caridad; si deseamos llegar a la Pascua santificados en nuestro ser, debemos poner un interés especialísimo en la adquisición de esta virtud, que contiene en si a las demás y cubre multitud de pecados". Esta vivencia de la caridad debemos vivirla de manera especial con aquél a quien tenemos más cerca.

 

¿Cómo vivir la Cuaresma?

 
1. Arrepintiéndome de mis pecados y confesándome

2. Luchando por cambiar

3. Haciendo sacrificios

4. Haciendo oración 


        La Pascua del Señor, constituye, sin duda, la fiesta primordial del año litúrgico. De aquí que, cuando en el siglo II, la Iglesia comenzó a celebrar anualmente el misterio pascual de Cristo, advirtió la necesidad de una preparación adecuada, por medio de la oración y del ayuno, según el modo prescrito por el Señor. Surgió así la piadosa costumbre del ayuno del viernes y sábado santos, como preparación al Domingo de Resurrección. Paso a paso, este período de preparación pascual fue consolidándose hasta llegar a constituir la realidad litúrgica que hoy conocemos como Tiempo de Cuaresma. Influyeron las exigencias del catecumenado y la disciplina penitencial para la reconciliación de los penitentes. 

           En el siglo IV se consolida la estructura cuaresmal de cuarenta días Habrá que esperar hasta el siglo IV para encontrar los primeros atisbos de una estructura orgánica de este tiempo litúrgico, aunque en Roma se vivía solo las tres semanas anteriores a la Pascua.  El período cuaresmal de seis semanas de duración nació probablemente vinculado a la práctica penitencial: los penitentes comenzaban su preparación más intensa el sexto domingo antes de Pascua hasta la Reconciliación que se celebraba en la Eucaristía del Jueves Santo. Durante el primer estadio se celebraban solo las reuniones eucarísticas del domingo, si bien entre semana existían asambleas no eucarísticas: los miércoles y viernes.  Pero a finales del siglo VI las reuniones eucarísticas se extendieron a toda la semana ¿Por qué la ceniza? Probablemente se trata de una praxis originada en la ascesis monástica y más tarde propagada entre la comunidad cristiana, aunque resulte difícil conocer sus características. 

 

 ¿Por qué cuarenta días?

  

El significado teológico de la Cuaresma es muy rico. Su estructura de cuarentena conlleva un enfoque doctrinal peculiar. En efecto, cuando el ayuno se limitaba a dos días —o una semana a lo sumo—, esta praxis litúrgica podía justificarse simplemente por la tristeza de la Iglesia ante la ausencia del Esposo, o por el clima de ansiosa espera; mientras que el ayuno cuaresmal supone desde el principio unas connotaciones propias, impuestas por el significado simbólico del número cuarenta, constituye, pues, una experiencia de desierto, que al igual que en el caso del Señor, se prolonga durante cuarenta días. La Iglesia vive un combate espiritual intenso, como tiempo de ayuno y de prueba. Así lo manifiestan también los cuarenta años de peregrinación del pueblo de Israel por el Sinaí. 

       Otros simbolismos: La cuarentena evoca la idea de preparación: cuarenta días de Moisés y Elías previos al encuentro de Yahveh; cuarenta días empleados por Jonás para alcanzar la penitencia y el perdón; cuarenta días de ayuno de Jesús antes del comienzo de su ministerio público. La Cuaresma es un período de preparación para la celebración de las solemnidades pascuales: iniciación cristiana y reconciliación de los penitentes. 


      El número cuarenta es interpretado como expresión del tiempo de la vida presente, anticipo del mundo futuro. El Concilio Vaticano II(cfr. SC 109) ha señalado que la Cuaresma posee una doble dimensión, bautismal y penitencial, y ha subrayado su carácter de tiempo de preparación para la Pascua en un clima de atenta escucha a la Palabra de Dios y oración incesante. 


     El período cuaresmal concluye la mañana del Jueves Santo con la Misa crismal —Missa Chrismalis— que el obispo concelebra con sus presbíteros. Esta Misa manifiesta la comunión del obispo y sus presbíteros en el único e idéntico sacerdocio y ministerio de Cristo. Durante la celebración se bendicen, además, los santos óleos y se consagra el crisma.
 


      El tiempo de Cuaresma se extiende desde el miércoles de Ceniza hasta la Misa de la cena del Señor exclusive. El miércoles de Ceniza es día de ayuno y abstinencia; los viernes de Cuaresma se observa la abstinencia de carne. El Viernes Santo también se viven el ayuno y la abstinencia. 

   

 Antonio Aranda Calvo. Sacerdote. 

 

 

 


EN LA FIESTA DE LA VIRGEN DEL CARMEN 16 de Julio.

  (Dedicado a los fieles de Monte Lope Álvarez en la Fiesta de su PATRONA )   !VIVA LA VIRGEN DEL CARMEN! ¡Virgen del Carmen! Reina de mares...