LECTURAS:
Deuteronomio 26,4-10; Salmo 91, “Quédate, Señor, conmigo en la tribulación”
Romanos 10, 8-13. Lucas 4, 1-3. “Camino de la Pascua: Cristo muerto y
Resucitado”
De nuevo en Cuaresma…puede parecernos “más de
los mismo”, pero NO, al igual que el deportista todos los días
se entrena para conseguir la meta, es necesario que nosotros cada año y en cada
momento sigamos luchando en el seguimiento de Cristo. Pues bien, con la Cuaresma se nos presentaría una ocasión de nuevo
para experimentar nuestra cercanía y nuestro seguimiento del Dios de Jesucristo
y el camino que hemos de seguir.
La primera lectura nos habla de
la experiencia de Israel, en un relato precioso, en el que Dios se acerca a su
pueblo, lo hace crecer como tal y lo libera de la esclavitud. Así también los cristianos según la carta a los Romanos,
vivimos una experiencia íntima con Jesús por la fe, la expresamos a través de
los labios y la difundimos ante todas las naciones para crear un pueblo fiel,
ya sea judío o griego, con un solo Señor Jesucristo que se entregó por el mundo
en la Cruz, derramó su Sangre y resucitó para nuestra salvación.
El
Evangelio de las tentaciones, en la intención de San Lucas,
trata de presentarnos el camino seguido por Jesús, camino de fidelidad al
Padre, que le llevará hasta Jerusalén donde en una entrega total se dará para
la salvación de la humanidad.
LA TENTACIÓN DE CRISTO (Sandro Botticelli)
Este camino es el que hemos de seguir
nosotros en nuestra fidelidad a Jesucristo… Es
un camino de rectitud y lealtad hacia Dios, pero como es lógico
“el enemigo” no está quieto, sino que se presentará a lo largo de él para
desviarnos, sin conseguirlo siempre que nuestra defensa sea el Dios Verdadero “Nuestro auxilio es el
Nombre del Señor” y “Si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los
centinelas”: Así las tres tentaciones son
una lucha entre el bien y el mal, tiene como objetivo romper con Dios y
se vencen recurriendo a la Palabra que opta por Dios “está escrito…” y que es
Dios mismo.
La primera tentación es un lanzarnos a lo material para satisfacer lo inmediato, poniendo nuestra realización en algo efímero y pasajero, echando la espalda a Dios único que puede satisfacer nuestros deseos… Se trata, en el fondo, de prescindir de Dios.
La segunda es el poder y la gloria, frente al “he venido para servir” y “quien quiera ser primero que con humildad se ponga el último”. Siempre será Jesús quien nos dará ejemplo de vencer las tentaciones porque así las venció Él: Jesús es el Camino y nosotros hemos de seguirle venciendo las tentaciones como Él.
En la tercera Jesús es llevado a la Ciudad Santa Jerusalén, donde cumplirá plenamente su misión de entrega al Padre en servicio nuestro, aquí padece una tentación similar a la de la Cruz “si eres Hijo de Dios baja de la Cruz y creeremos en Ti”; ahora el tentador quiere manipular a Dios y ponerlo a sus órdenes…hacer nulo el sacrificio de la Cruz. Pero Jesús todo lo reconviene al Dios Verdadero.
Durante este tiempo de Cuaresma, dejémonos
interpelar por el Señor y tomemos el camino que Jesús siguió, preparándonos a
la Pascua, Resurrección del Señor, con generosidad y confianza: se trata de volver nuestra vida a Dios y al servicio de
nuestros hermanos. Corramos el riesgo de que el Señor haga de
nosotros mejores discípulos, mejores hijos del Padre Dios.
Para no desviarnos de la ruta cuaresmal,
tomemos como punto de partida la Palabra de
Dios, que acogida en el corazón es alimento del alma; las obras de Caridad fraterna, servicio a
los más pequeños; sigamos el ejemplo de Jesús que venció al tentador en el
desierto: esa será nuestra espada y nuestro escudo para vencer al tentador. Prefiramos a Dios sobre los ídolos que nos esclavizan;
confiemos inquebrantablemente en sus promesas, aunque de momento no veamos, ni
de lejos, su realización definitiva.
Antonio Aranda Calvo. Sacerdote.
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