(Lecturas: Sabiduría 7,7-11.- Salmo 89: “Sácianos de tu misericordia, Señor, y estaremos alegres”. Hebreos 4,12-13. Marcos 10, 17-30).
Sabemos que los seres humanos son todos iguales, pero les distingue LA SABIDURÍA, que es un DON de Dios, que el hombre recibe libremente y por la que encuentra un sentido a la vida y a la muerte, al dolor, al sufrimiento, a la depresión… al gozo, a la alegría y al bienestar… La Sabiduría está por encima del poder, de las perlas preciosas… ella vale más que la riqueza… Ella da la dignidad a la persona humana que está por encima de todas las cosas.
La Palabra de Dios es para el cristiano la fuente de la Sabiduría; caminamos con Jesús, guiados por su Palabra, la cual, como espada de dos filos, descubre nuestro interior y nos pone frente a Señor para vernos en Él e identificarnos con su Persona. Es lo que nos ha dicho la Segunda Lectura.
Con
esta visión, el Evangelio nos sitúa en la dinámica del Seguimiento a Jesús
guiados por la Sabiduría, iluminados por su Palabra. El joven rico buscaba la
Sabiduría, no estaba exento de valores morales (pues cumplía los mandatos de la
Ley) pero la Sabiduría (respuesta de Jesús) le dirige por otro camino, el del seguimiento
radical. La riqueza en sí, más aún con el
cumplimiento de la ley (mandatos de Dios) no puede ser inmoral… PERO basar toda
la vida en buscar la riqueza, en el cuidado de la misma, en almacenar, ganar y
subir… eso es un contravalor para el REINO, el cual se construye confiados en
Dios, fiándonos de Él, acercándonos a su Hijo Jesús, sencillo, manso y humilde
de corazón, cercano a los pobres y desvalidos, que no tiene ni donde reclinar
su cabeza…
óleo sobre lienzo de Heinrich Hofmann (1889)
Riverside, Nueva York
Los apóstoles y el joven piensan que sin “las seguridades” que dan el dinero y los bienes terrenos bien poco se puede hacer… por ello hay que agarrarse a estos. JESÚS, por el contrario, quiere enseñarnos que la felicidad, el futuro, la salvación definitiva no está garantizada sólo por las posesiones, las riquezas y los poderes terrenos; todo ello tiene un sentido en cuanto se usa para el bien de todos en una justa distribución. No se condena la riqueza sino la acumulación de la misma en pocos y con detrimento de los más. Los criterios de Jesús son la generosidad, justicia y fraternidad. Jesús hizo reflexionar al joven rico, quien vio que su corazón no estaba dispuesto a seguir a Jesús… ¿CÓMO NOS PLANTEAMOS NOSOTROS LA VIDA Y NUESTRA RELACIÓN CON LOS BIENEN TERRENOS…?
Jesús nos propone un horizonte nuevo: entrar en el plan de Dios, asumir la libertad de los hijos de Dios, que no se dejan comprar por nada, proyecto de Dios que se encarna en la fraternidad y nos hace a cada cual corresponsable de la felicidad de los otros. HOY debemos entrar en el diálogo de Jesús con el joven y con sus discípulos. Jesús asume los anhelos de joven su entusiasmo inicial, los gozos y las alegrías, los sufrimientos y tristezas del hombre actual… PERO le abre el camino nuevo de su seguimiento, dejándolo todo por ÉL.
Antonio
Aranda Calvo. Sacerdote.
No hay comentarios:
Publicar un comentario