“DIOS LLAMA A TODAS
HORAS”
Buscad al Señor, no le dejéis marchar
mientras está cerca.
Él sale a tu encuentro y siempre te dará
su Gracia para seguirle.
En el Evangelio de hoy nos
ha puesto un ejemplo de esa cercanía, de su disposición siempre a llamarnos y
su determinación siempre decidida a acogernos.
Jesús está dispuesto a soportar las críticas y el enfado de muchos, pero
quiere dejar claro que es bueno con todos y que desea entremos todos en su
Reino:
Así el propietario del Reino sale muy de
mañana y contrata jornaleros para su viña, se ajusta con ellos por un
denario…lo que significa un puesto en su Corazón Grande… todos marchan
contentos a la Viña.
Vides
en el Bierzo en el “Camino de invierno” a Santiago de Compostela.
A media mañana encuentra a otros, que
estaban sin sentido en su vida, sin horizonte al que mirar, sin perspectiva
para realizarse personalmente, despreocupados de su Dios y Señor… y ¿qué les dice? “Id también
vosotros a mi Viña y os pagaré lo debido”.
Pero Jesús está sediento de más y más,
quiere que todos lleguen a su Reino, por
ello sale a medio día y al atardecer: todavía encuentra a muchos sentados en
los poyos de las plazas o tumbados a la sombra de un árbol; muchos sin saber
qué hacer en la vida… y también los llamó, porque DIOS LLAMA A TODAS HORAS.
Al fin salió al caer la tarde y encontró
¡cómo no! a gente parada, tristes, sin fe en la vida, porque ni la tenían en
Dios ni en ellos mismos… ¡Qué hacéis aquí, todo el día parados! Es que nadie
nos ha contratado… y como siempre la culpa es de otros; no obstante el Señor SIGUE LLAMANDO “Id También vosotros a mi Viña”.
¡Señor qué grande eres! Me escogiste
desde el primer momento y fui feliz contigo y te doy las gracias; más tarde me
seguiste llamando, en mi juventud; y yo, entregado a Ti, todas mis energías
puestas a tu servicio… ¡Gracias Señor!
Desde el amanecer hasta la media mañana,
cuando tal vez iba a iniciar un camino torcido, cuando prácticamente te había
olvidado… Tú me seguías llamando, me acompañabas en mí caminar, seguías a mi
lado a pesar de mí mismo. ¡Con cuanto amor y mimo! Es lo que se expresa en este
himno litúrgico:
“Ando por mi camino pasajero y a veces
creo que voy sin compañía, hasta que siento el paso que me guía,
al compás de mi andar de otro viajero…
Yo no lo veo pero está. Si voy ligero,
él apresura el paso…
Se diría, que quiere ir a mi lado todo
el día, invisible y seguro el compañero.
Al llegar a terreno solitario, Él me
presta valor para que siga
y, si descanso junto a mi reposa.
Y cuando hay que subir monte (Calvario
lo llama Él) siento en su mano amiga que me ayuda una llaga dolorosa”
Y es que a mi lado estuviste al medio día
y al atardecer. Siempre tu voz resonaba en mi corazón, con tonos distintos
para que en cada momento pudiera distinguirte, saber que eras Tú quien me
llamabas y así pudiera darte la respuesta adecuada… Siempre junto a mí.
¡Tanto cuidado tuviste de mí, Señor!
¡Especial predilección!
Un rosal de vigía al pie de los viñedos(El Bierzo en el “Camino de invierno” a Santiago de Compostela)
Pero lo más grande fue, que al final, cuando ya estaba atardeciendo, cuando declinaba el sol y casi anochecía, cuando se empezaba a recoger el hato y se iba a dar de mano… Tú me llamaste, también.
¿Por qué y para qué me llamas
Señor ahora? Y oigo una voz que dice: Siempre es tiempo de seguirme, despierte
el alma dormida.
Es la “Parábola de los obreros llamados
a la viña”. En ese ejemplo todos y cada uno de nosotros/as hemos sido llamados
por el Señor… y seguimos siendo llamados. A nosotros corresponde responder,
respuesta de aceptación y docilidad, respuesta de confianza en quien nos llama
y sabiendo que siempre nos dará lo que sea justo: SU AMOR… y ¡no es poco!
Ahora viene la recompensa: “Págales el
jornal, comenzando por los últimos hasta los primeros… y a cada uno dio un
denario” con el consiguiente enfado de los primeros, frente a los últimos.
Parábola de los obreros en el viñedo (Obra del pintor y grabador neerlandés Rembrandt)
PERO SE TRATA DEL JORNAL DE LA GRATUIDAD Y LA GRACIA, DON DEL AMOR INFINITO DE DIOS QUE SE HIZO PALABRAS PARA ILUMINAR NUESTRA FE, ASÍ COMO CUERPO PARTIDO Y SANGRE DERRAMADA PARA NUESTRO ALIMENTO, CRUENTAMENTE EN LA CRUZ Y EN LA EUCARISTÍA, QUE ESTAMOS CELEBRANDO, DE UN MODO INCRUENTO SOBRE EL ALTAR.
Antonio Aranda Calvo. Sacerdote
diocesano
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