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viernes, 18 de septiembre de 2020

DOMINGO XXV DEL T. O. 20 de Septiembre


“DIOS LLAMA A TODAS HORAS” 

Buscad al Señor, no le dejéis marchar mientras está cerca. 

Él sale a tu encuentro y siempre te dará su Gracia para seguirle.  

En el Evangelio de hoy nos ha puesto un ejemplo de esa cercanía, de su disposición siempre a llamarnos y su determinación siempre decidida a acogernos.  Jesús está dispuesto a soportar las críticas y el enfado de muchos, pero quiere dejar claro que es bueno con todos y que desea entremos todos en su Reino:  

Así el propietario del Reino sale muy de mañana y contrata jornaleros para su viña, se ajusta con ellos por un denario…lo que significa un puesto en su Corazón Grande… todos marchan contentos a la Viña.


Vides en el Bierzo en el “Camino de invierno” a Santiago de Compostela.

A media mañana encuentra a otros, que estaban sin sentido en su vida, sin horizonte al que mirar, sin perspectiva para realizarse personalmente, despreocupados de  su Dios y Señor… y ¿qué les dice? “Id también vosotros a mi Viña y os pagaré lo debido”. 

Pero Jesús está sediento de más y más, quiere que todos  lleguen a su Reino, por ello sale a medio día y al atardecer: todavía encuentra a muchos sentados en los poyos de las plazas o tumbados a la sombra de un árbol; muchos sin saber qué hacer en la vida… y también los llamó, porque DIOS LLAMA A TODAS HORAS. 

Al fin salió al caer la tarde y encontró ¡cómo no! a gente parada, tristes, sin fe en la vida, porque ni la tenían en Dios ni en ellos mismos… ¡Qué hacéis aquí, todo el día parados! Es que nadie nos ha contratado… y como siempre la culpa es de otros; no obstante el Señor SIGUE LLAMANDO “Id También vosotros a mi Viña”. 

¡Señor qué grande eres! Me escogiste desde el primer momento y fui feliz contigo y te doy las gracias; más tarde me seguiste llamando, en mi juventud; y yo, entregado a Ti, todas mis energías puestas a tu servicio… ¡Gracias Señor!  

Desde el amanecer hasta la media mañana, cuando tal vez iba a iniciar un camino torcido, cuando prácticamente te había olvidado… Tú me seguías llamando, me acompañabas en mí caminar, seguías a mi lado a pesar de mí mismo. ¡Con cuanto amor y mimo! Es lo que se expresa en este himno litúrgico:   
“Ando por mi camino pasajero y a veces creo que voy sin compañía, hasta que siento el paso que me guía,  
al compás de mi andar de otro viajero…  
Yo no lo veo pero está. Si voy ligero, él apresura el paso…  
Se diría, que quiere ir a mi lado todo el día, invisible y seguro el compañero.  
Al llegar a terreno solitario, Él me presta valor para que siga  
y, si descanso junto a mi reposa.  
Y cuando hay que subir monte (Calvario lo llama Él) siento en su mano amiga que me ayuda una llaga dolorosa” 

Y es que a mi lado estuviste al  medio día  y al atardecer. Siempre tu voz resonaba en mi corazón, con tonos distintos para que en cada momento pudiera distinguirte, saber que eras Tú quien me llamabas y así pudiera darte la respuesta adecuada… Siempre junto a mí.  

¡Tanto cuidado tuviste  de mí, Señor!  ¡Especial predilección! 


Un rosal de vigía al pie de los viñedos(El Bierzo en el “Camino de invierno” a Santiago de Compostela)

Pero lo más grande fue, que al final, cuando ya estaba atardeciendo, cuando declinaba el sol y casi anochecía, cuando se empezaba a recoger el hato y se iba a dar de mano… Tú me llamaste, también.

¿Por qué y para qué me llamas Señor ahora? Y oigo una voz que dice: Siempre es tiempo de seguirme, despierte el alma dormida.  

Es la “Parábola de los obreros llamados a la viña”. En ese ejemplo todos y cada uno de nosotros/as hemos sido llamados por el Señor… y seguimos siendo llamados. A nosotros corresponde responder, respuesta de aceptación y docilidad, respuesta de confianza en quien nos llama y sabiendo que siempre nos dará lo que sea justo: SU AMOR… y ¡no es poco!

Ahora viene la recompensa: “Págales el jornal, comenzando por los últimos hasta los primeros… y a cada uno dio un denario” con el consiguiente enfado de los primeros, frente a los últimos.  



Parábola de los obreros en el viñedo (Obra del pintor y grabador neerlandés Rembrandt)

PERO SE TRATA DEL JORNAL DE LA GRATUIDAD Y LA GRACIA, DON DEL AMOR INFINITO DE DIOS QUE SE HIZO PALABRAS PARA ILUMINAR NUESTRA FE, ASÍ COMO CUERPO PARTIDO Y SANGRE DERRAMADA PARA NUESTRO ALIMENTO, CRUENTAMENTE EN LA CRUZ Y EN LA EUCARISTÍA, QUE ESTAMOS CELEBRANDO, DE UN MODO INCRUENTO SOBRE EL ALTAR. 

Antonio Aranda Calvo. Sacerdote diocesano


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