A.- PUNTOS
PARA LA MEDITACIÓN
I.- El Evangelio nos presenta a Jesús,
despidiéndose de sus discípulos. Ellos están tristes. ¿Qué harán sin Jesús? Él
lo ha sido todo para ellos.
Jesús pide al Padre que les envíe su Espíritu. Jesús se compromete a
enviarlo desde arriba:
ESPIRITU DE VERDAD. Verdad que no se reduce a una doctrina, sino que es
aliento, fuerza, luz, AMOR… EL Misterio mismo de Dios.
II.- Vayamos a nuestra vida; en este mundo
que estamos viviendo, en especial en estos últimos meses, da la impresión de encontrarnos “desanimados,
desconfiados, desesperanzados…” CRISTO viene a devolvernos la vida, sembrando
su Espíritu en nosotros y esta sementera se realiza:
1.- En el encuentro que el Mismo Espíritu realiza con la humanidad entera,
con nosotros, con cada uno, “sanando, curando, dándonos la paz, la alegría, el
gozo LA ESPERANZA”
2.- En el encuentro de unos con otros; encuentro sincero y fraterno… Haciendo
un mundo nuevo, en el que el ser humano descubra y viva los grandes valores,
las verdaderas dimensiones humanas:
+el reconocimiento; + la ternura; +el
consuelo; +la ayuda; +el servicio;… de unos con otros que no es otra cosa sino
AMOR (Dios-Espíritu…)
Jesús nos dice: “No perdáis la calma,
confiad en Dios, fiaos de Mi. No os dejaré solos. Yo habito en el Padre; el
Padre y Yo con su Espíritu habitaremos en vosotros”
Este Domingo nos acerca a la Fiesta de Pentecostés, día 31 (la venida del
Espíritu Santo), precedido de la Ascensión del Señor a los Cielos, día 24. Por
eso el Santo Evangelio (Juan 14,15-21) nos sitúa en un ambiente de “despedida”.
“No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros…dentro de poco el mundo no me
verá…” En este ambiente los discípulos están tristes, apenados, se sienten
como abandonados, sin rumbo…
- ¿Qué harán sin Jesús?
JESÚS PROMETE EL ESPÍRITU
POR EL ESPÍRITU, JESÚS NO NOS DEJARÁ SOLOS.
(José L. Martín Descalzo)
Jaén, 16 de mayo 2020
- Pero he aquí que Jesús les promete el Espíritu, “El Espíritu que procede del Padre y del Hijo…” También a nosotros… y se nos pide que abramos el corazón “al dulce huésped del Alma…” que seamos dóciles a su acción vivificadora. ¡Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu Amor!
- 1.- Será para todos fuerza que cure, medicina que sane, mirada que dé la PAZ, sonrisa que infunda alegría y gozo; en una palabra LA ESPERANZA que necesitamos ahora y en todo momento.
- 2.- Hará posible, si se le sigue, el encuentro sincero y fraterno de unos con otros, haciendo un mundo nuevo con relaciones verdaderamente humanas, en el que el ser humano descubra su verdadero ser… (y sepamos que las relaciones constituyen al hombre) Estas relaciones deberán ser: el reconocimiento, la cercanía, la ternura, el consuelo, la ayuda, el servicio… todo lo cual no es otra cosa que AMOR.
Con estas actitudes, recordemos lo que nos decía Jesús: “No perdáis la calma, confiad en
Dios, fiaos de Mí… y también Jesús: “no
os dejaré solos, Yo habito en el Padre y el Padre en Mí y con el Espíritu
habitaremos en vosotros”.
El Espíritu del Señor Jesús es un AMOR mayor
que el nuestro, está dentro de nosotros para ayudarnos a ser como Él, amor
mayor, más generoso, más desinteresado. El Espíritu estando en nosotros nos
ayudará a ser como Él, (…y en esta situación de confinamiento se podría
experimentar mejor la fuerza del mismo Espíritu) Jesús en el Padre y nosotros
en Jesús podemos experimentar la acción del Espíritu que nos estimula ante la
indecisión, fortalece en la fragilidad, da energía frente a la falta de
libertad y nos despierta el corazón dormido. El Espíritu es el brazo del Padre,
abierto al mundo, que nos abraza, y nos estrecha a todo el que no le rechaza.
¡Señor Jesús, haz que, el Inmenso Amor de Dios que desde el cielo nos comunicas, nos ayude a construir el otro mundo posible!
¡Señor Jesús, haz que, el Inmenso Amor de Dios que desde el cielo nos comunicas, nos ayude a construir el otro mundo posible!
EL ESPÍRITU DE LA VERDAD.- Jesús llama al Espíritu “Espíritu de la Verdad”, habla de Él
apasionadamente; “verdad” que no debe confundirse con la mera doctrina, o
verdades teológico-filosóficas… ¡NO! es algo más profundo: esa Verdad es
aliento, fuerza, luz, amor…que nos llega del Misterio Último de Dios. Es la
Verdad que viene no para que la impongamos, ni controlemos, sino para
acompañarnos y abrirnos a ella, para que la escuchemos y acojamos, viviendo el
Evangelio.
- No somos guardianes de la Verdad, sino Testigos de ella, no para combatir o destruir al adversario, sino para vivir esa Verdad de la que soy Testigo.
- El Espíritu está dentro de nosotros para defendernos de cuanto nos pueda apartar de Dios. No en balde nos dice Jesús: quien me busca con sinceridad no está lejos de Mí, “ya es de los nuestros” “Todo el que es de la Verdad escucha mi voz”
- Esforcémonos en vivir el Espíritu de Jesús en esta sociedad nuestra, donde con frecuencia “a la mentira se le llama estrategia; a la explotación, negocio; tolerancia a la irresponsabilidad; a la injusticia orden establecido; libertad a la arbitrariedad; a la falta de respeto, sinceridad…etc.
POR EL ESPÍRITU, JESÚS NO NOS DEJARÁ SOLOS.
Jesús nos pedirá un Defensor y no nos
dejará solos. Lo veremos y viviremos. Los Apóstoles vieron a Jesús Resucitado y
fueron transformados -Aquí y ahora, en nuestro mundo y circunstancias- ¿Cómo podemos verlo nosotros?
- En las personas
- En los acontecimientos (positivos o negativos a nuestro entender)
- Si descubrimos cómo Jesús descubre al Padre, en la vida, encontraremos pleno sentido a los hechos
- Estará con nosotros en LOS EVANGELIOS; EN EL AMAOS; EN LOS POBRES; EN LOS QUE SUFRE; EN SU CUERPO Y EN SU SANGRE…
Para todo ello nos pide vivir en espíritu, en
actitud de servicio y entrega. Nuestros ejemplos serán siempre Jesús Mismo y
María su Madre “aquí está la esclava del Señor, hágase en mi según tu Palabra…”
“…marchó a prisa a la Montaña para atender y servir a Isabel…” Aprendamos a dar
respuestas Esperanzadas para engendrar en los demás Esperanza.
¡Ah, Tú, fecundador del alma, llegaste a la otra orilla,camina sobre el agua de nuestra indiferencia, devuélvenos, Señor, a tu alegría!
(José L. Martín Descalzo)
Textos y fotografias: Antonio Aranda Calvo. Sacerdote
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