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viernes, 13 de enero de 2023

DOMINGO II TIEMPO ORDINARIO. 15 de Enero 2023.

 

“Jesús, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”

 

LECTURAS: Isaías 49, 3.5-6; Salmo 39 “Aquí estoy Señor para hacer tu voluntad”;  I Corintios 1, 1-3; Evangelio de Juan 1, 29-34.




Isaías, Pablo y Juan el Bautista se nos presentan, a través de la Palabra, como tres testigos de Jesús, el Hijo de Dios y quien viene a salvarnos. A través de esos tres testigos se nos va dando a conocer a Jesús, el “Enviado”: 

ISAÍAS nos dice, refiriéndose al que había de venir: “Tú eres mi siervo, Israel, por medio de Ti me glorificaré…soy el siervo que me formó para que le reuniera a Israel, para que le devolviese a Jacob… Isaías, así como en Adviento nos hablaba del que estaba para llegar, ahora nos lo muestra presente como el que reúne, pacífica y consuela a su pueblo, a Israel, a Jacob…para que lleguen a ser ese Pueblo, elegido y amado, por el que se entrega totalmente y lo hace su propio Hijo… ¡Cuanta necesidad tenemos nosotros, nuestra sociedad, hoy día, de Alguien que sea pacificación, que sea consuelo para el corazón y que supere toda ruptura y enemistad!... 

Necesitamos a Alguien que nos traiga la LUZ, Alguien que sea LUZ e ilumine el sentido de nuestra vida, el interior de nuestro ser, el camino que hemos de seguir para llegar al Padre quien nos ha proclamado ya HIJOS. 

El Siervo en la Profecía de Isaías, que anunciaba al Mesías, pero que ya, después del ciclo de Navidad, lo hace presente, es la verdadera LUZ de las naciones y gracias a ella podemos caminar en presencia del Señor, hasta nuestra realización humana (hombres y mujeres con la dignidad que Dios mismo nos dio en plenitud “qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano para darle poder? lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad”) y lo que es más, en plenitud…llamados hacia nuestra realización como Hijos de Dios, si estamos dispuestos a cumplir siempre su Voluntad, según el sentir del SALMO que hemos repetido: “Aquí estoy, Señor para hacer tu voluntad”. 

PABLO, en la primera Carta a los Corintios, que ha dado comienzo en este Domingo, carta, por otra parte de importancia singular dada la riqueza de planteamientos que tiene, consultas a las que responde, reflexiones doctrinales y de práctica cristiana, consejos y normas para una comunidad engendrada por él en Cristo, unos cristianos que se desenvuelven en aquella sociedad compleja, en la cual el progreso social y cultural se mezcla con la confusión moral y ética… a esa comunidad Pablo la llama “Iglesia de Dios que está en Corinto, los santificados por Jesucristo, llamados santos con todos los que en cualquier lugar invocan el Nombre de Nuestro Señor Jesucristo, señor de ellos y nuestro”: a vosotros, gracia y paz de parte de Dios, nuestro Padre y Señor Jesucristo…“Yo Pablo llamado a ser Apóstol de Jesucristo”… 

Al igual que Cristo es salvador y libertador de los corintios, lo es hoy para todos nosotros, si en verdad mantenemos la realidad filial; Cristo para nosotros es el Camino, la Verdad y la Vida, nos ha liberado, nos ha dado ejemplo “para que vosotros hagáis lo mismo” nos alimenta con su Cuerpo y su Palabra…esperamos su venida gloriosa y que nos lleve ante el Padre. Nos hemos comprometido a ser sus testigos en esta saciedad nuestra, difícil y reacia a la visión cristiana, nuestra opción renovada día a día por Cristo, su ejemplo de vida y sus preceptos. 

    JUAN EL BAUTISTA, en el Evangelio proclamado, testimonia a Jesús como Cordero de Dios e Hijo de Dios. En primer lugar, Jesús, en boca de Juan, es “…el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” Juan ha salido a bautizar con agua para que (ese Cordero) sea manifestado a Israel”…en segundo lugar, con esa especie de juego “el delante de mí y el detrás de él”… nos lo muestra muy superior a él, hasta que la Voz del Padre, y la manifestación del Espíritu, lo introduce en la realidad trinitaria. La Imagen del Cordero de Dios hace referencia al Cordero Pascual, que los judíos celebran como signo de la liberación de Israel, y que el mismo Jesús celebraría en la Cena de Pascua, en la noche en que iba a ser entregado; así desde el comienzo en el Evangelio se hace palpable que Jesús tiene puestos los ojos en el Sacrificio de Cristo, quien será entregado y clavado en la CRUZ, para morir por nosotros y resucitado ir hasta el Padre, donde está sentado a su derecha como Señor de todas las cosas.

 


San Juan Bautista
TIZIANO, VECELLIO DI GREGORIO
©Museo Nacional del Prado


    Continuando con la llamada del Domingo pasado, Bautismo de Jesús, en el que se nos pedía reavivar nuestro propio bautismo y el compromiso que lleva consigo: fe en Dios, unión a Cristo Jesús, guiados por la fuerza del Espíritu, vivir un estilo de vida fraterno, de reconocimiento de los dones de Dios, y de servicio a los hermanos más necesitados. 

    Nosotros que estamos experimentando esta relación salvadora con Cristo, “lo hemos visto-oído-palpado” hemos de dar testimonio de nuestra adhesión a Él; proclamar con palabras y obras que Cristo es nuestro Señor, que formamos parte de la Comunidad Iglesia, cuyo cuerpo somos todos los fieles y su cabeza es Cristo Jesús.

   Antonio Aranda Calvo. Sacerdote.

 

 

 

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