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viernes, 25 de noviembre de 2022

PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO, 27 DE NOVIEMBRE 2022.

 



LECTURAS: Isaías 2,1-5; Salmo: “Qué alegría cuando me dijeron, vamos a la casa del Señor”; Romanos 13, 11-14ª; Evangelio de San Mateo 24, 37-44.

 

¡Señor, no tardes, esperamos tu llegada…Ven Señor Jesús! 

Una de las crisis que nos envuelve es la credibilidad en instituciones clásicas y en personas que las constituyen, intocables en otros momentos que por siglos dieron fundamento a los valores humanos, culturales y religiosos: Estado, Familia, Escuela, Iglesia. Parecería que hoy no hay razones para la esperanza.  El tiempo litúrgico del Adviento nos ofrece motivos de esperanza. El profeta Isaías presenta al Señor que reúne a todos los pueblos en la paz del Reino de Dios. Habla de la esperanza de tiempos nuevos y mejores, y estos surgen en medio de los problemas políticos, económicos, sociales y religiosos que nos toca vivir. Pero Dios no falla, es fiel en su amor y hace posible la vida humana en medio de todas las dificultades. Solo podremos apreciar ese amor de Dios con dos actitudes que el Adviento nos recuerda: la esperanza y la vigilancia. 

 - La esperanza - 

1.-Tener esperanza es esperar en algo que nos sobrepasa humanamente; la esperanza nos abre y dispone a recibir algo. Tenemos Esperanza cuando estamos convencidos de que llegará algo que supera nuestras fuerzas, en nuestro caso el Reino de Dios en su plenitud. Esperar, simplemente, indica un esfuerzo humano. Podemos esperar muchas cosas, pero tener muy poca esperanza porque todo depende de fuerzas humanas. Hay esperas pasivas que no nos implican; hay esperas interesadas, del tipo ‘doy para que me den’; y hay esperas activas y creadoras, de los que aportan cada día su esfuerzo para tener un poco más cerca lo que esperan. Esperar –con esperanza– es desear algo tan apasionadamente como para entregarse a la realización de lo que se espera. Dios nos ha prometido el Reino como una tarea, una misión, un quehacer apasionante. Adviento es tiempo para alimentar la virtud de la esperanza. Jesucristo esperó siempre activamente la venida del Reino, su plenitud, a pesar de los fracasos momentáneos. Y cuando todo parecía hundirse, él seguía firme y fiel. 

- La vigilancia - 

2.- A la esperanza se le une la Vigilancia, actitud imprescindible del Adviento. Nos dice Jesús: «Estad en vela porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor» y San Pablo: «Es hora de despertar porque ahora nuestra salvación está más cerca que cuando empezamos a creer». Vigilar es velar solícitamente durante un tiempo, hasta alcanzar el fin deseado. Exige tener los ojos abiertos y ser responsables. Vigilar ante la llegada de Dios equivale a estar despiertos, en disposición de servicio, atentos ante el futuro sin descuidar el presente, abiertos a reconocer la presencia de Dios y de su reino en los acontecimientos y a actuar en consecuencia.

 


Ante la llamada a despertarnos podríamos pensar que solo se trata de nuestro esfuerzo, poner más empeño, atención y buena voluntad en la vida cristiana. Es necesario, esto está bien, pero no es ni suficiente ni lo más importante. Se trata más bien de lo que Dios hace en nosotros. La iniciativa la tiene Él. El amor es suyo. Nuestra intervención es siempre respuesta a la suya. Él es además el origen de nuestra propia respuesta, Él, quien nos conoce y ama, quien comienza la relación, viniendo a nuestro encuentro. 

         Cuando en Adviento repetimos la invocación: ¡Ven, Señor!, como en el padrenuestro ¡venga a nosotros tu Reino!, en realidad, pedimos que cada uno de nosotros comprenda y viva la presencia y la acción amorosa del Dios que viene a nosotros, que de ahí surja la respuesta de corresponder a su amor, a su venida. 

         San Pablo nos invita: «Dejemos las actividades de las tinieblas y pertrechémonos con las armas de la luz». Quiere decir: Rechacemos toda manipulación de la verdad, toda dominación de unas personas sobre otras, todo lo que nos defrauda, nos decepciona y atenta contra la esperanza. Asumamos claramente las causas de la paz, de las relaciones justas, de la dignidad de todas las personas, de la verdad que nos hace libres, de los valores del Reino de Dios que ya vamos gustando y que fortalecen nuestra espera esperanzada en un Dios que viene a nosotros y desborda todas nuestras expectativas. 

         En este nuevo Adviento descubramos a Dios como Padre, origen y causa de todo bien, pidamos crecer en esperanza y en el amor que reaviva nuestra ilusión de vivir. Tengamos muy presente a la Virgen María, que esperó como nadie al que ya llevaba en su seno y que estuvo bien atenta en espera vigilante al inmenso Misterio del “Dios con nosotros” el Emmanuel. 

Antonio Aranda Calvo. Sacerdote.

 


martes, 22 de noviembre de 2022

ADVIENTO 2022

 


¡Alegraos siempre con el Señor, Alegraos! 

La tarde del sábado, 26 de noviembre comienza el nuevo año litúrgico con el Primer Domingo de Adviento: 

¡Al que viene! El gozo y la alegría llega a nuestra vida; en verdad el Señor Jesús está siempre con nosotros, más allá de cualquier acontecimiento positivo o contrario; Él no nos deja solos: Vino, enviado del Padre, nacido de María, en el Portal de Belén, hace más de dos mil años; el recuerdo de esa primera venida lo celebramos EN NAVIDAD y a ello nos preparamos con este Tiempo Litúrgico llamado ADVIENTO. El Señor viene también hoy a nuestra vida, le tenemos en medio de nosotros, fuente de alegría y esperanza, cuanto más si tenemos presente que vendrá de nuevo al final de los tiempos, y nos presentará ante el Padre en un nuevo mundo y un cielo nuevo regido por la justicia y el amor. 



Los niños de la concha
Murillo, Bartolomé Esteban
Hacia 1670. Óleo sobre lienzo, 104 x 124 cm
Copyright de la imagen ©Museo Nacional del Prado 

    El Señor no se ha cansado de nosotros y no se cansará nunca, con su inmenso amor sigue llegando a nuestras vidas, he aquí la razón de nuestra alegría: ¡Alegraos siempre con el Señor, Alegraos! 

    Deseo que el Señor habite en vuestro corazón y así recibirlo con más alegría y paz.  

Antonio Aranda Calvo, Sacerdote.

 


viernes, 18 de noviembre de 2022

SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO. DOMINGO 20 DE NOVIEMBRE 2022

 



“Anunciamos tu Muerte proclamamos tu Resurrección,
¡Ven Señor Jesús!”

 

LECTURAS: 2 SAMUEL 5,2-3; SALMO 121 “Vayamos alegres a la casa del Señor”; COLOSENSES 1,12-20; LUCAS 23, 35-43 

 

La liturgia de hoy nos propone reconocer a Cristo como Señor del mundo y reconocernos como suyos, miembros de su Cuerpo, salvados y liberados por Él, para gloria del Padre. 

Cristo, el Mesías Prometido, se nos presenta desde diversas perspectivas, llamadas tradiciones: 

1º.- La primera lectura nos presenta la tradición del mesianismo dinástico davídico: “Tu casa y tu reino permanecerán para siempre delante de mí; tu trono será establecido para siempre.” Tiene un componente político y es la que encontró Jesús en la mayoría de sus paisanos; Jesús y, con él, el cristianismo la rechazaron claramente, junto a algunos judíos de la época… 

2º.- Jesús, los Evangelistas, el cristianismo primitivo optan por otra tradición mesiánica diferente, la que vincula al Mesías con el Siervo Sufriente de Isaías, tradición que se hace patente en los relatos de Pasión, desde Marcos (donde el Mesías no se revela hasta su muerte en cruz) hasta Juan, que en 18,33ss, donde a la pregunta de Pilato “Entonces, ¿tú eres rey?”, Jesús responde: mi reino no es de este mundo”; y en Mateo, (20,25ss) se nos dice: “Sabéis que los jefes de las naciones las tiranizan y que los grandes las oprimen. No será así entre vosotros; al contrario, el que quiera ser grande, sea servidor suyo y el que quiera ser primero, sea esclavo suyo. Igual que el Hijo del Hombre no ha venido a que le sirvan, sino a servir y a dar su vida en rescate por todos”; y sin olvidar a Lucas, que hace de su evangelio, no un viaje triunfal a Jerusalén, sino un camino de pasión hacia la muerte.

 



El Pórtico de la Gloria

 

   La lectura del evangelio de Lucas plantea claramente estos aspectos: 

 A) El rechazo del mesianismo triunfalista “a otros ha salvado; que se salve a sí mismo si es el Mesías de Dios, el Elegido” 

 B) La aceptación del mesianismo del Siervo sufriente, mostrándonos a Jesús, al Justo, en el suplicio. 

C) La aceptación de un reinado mesiánico que no se corresponde con este mundo: “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino. […] Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso”) 

   Por otra parte, la alusión explicita del reino como el “paraíso”, nos hace pensar en dos cosas: *En primer lugar, nos evoca y alude a la escatología, al final de los tiempos, que inaugura Jesús, en cuanto es aquel Mesías esperado al final de los tiempos para traer su reino; en efecto, el cristianismo interpretará como inauguración de los nuevos tiempos la muerte del Justo: al principio, de forma inminente, posteriormente, lo hará como espera de la segunda venida de Jesús como Rey y Señor, como Juez de la Creación. (En este sentido, se abre el periodo de Adviento) *En segundo lugar nos trae a la mente algo, unido estrechamente a la anterior, es la Nueva Creación: la Nueva Venida de Cristo hará que todas las cosas sean recreadas en Jesucristo, Señor de la Vida (Cf. 2Cor 5,17) y llevadas a su plenitud, pues que está sentado a la derecha del Padre. Se trata, pues, de un nuevo Génesis que completa el día séptimo de la creación (el séptimo día descansó y ahora completa su obra). Esta recreación, este nuevo Génesis “en plenitud”, es, precisamente, interpretado por la Carta a los Colosenses, la segunda lectura de hoy, como reconciliación de Dios con todo lo creado, esto es, con todos los seres, los del cielo y los de la tierra “haciendo la paz por la sangre de su Cruz” (planteamiento que solo puede entenderse desde la perspectiva mesiánica.



 Mural que cubre la cabecera plana del ábside o trasaltar mayor y presbiterio, en la iglesia de Cristo-Rey, de Jaén, inaugurado en 1956 autor: Francisco Baños Martos (1956)

   Resumiendo: LA SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO, según la liturgia de este Domingo, es celebrar a Cristo como Señor y Juez del Universo, de la Historia de los hombres y mujeres a lo largo de todos los tiempos. 

*Cristo es Rey que reina y juzga desde LA CRUZ, nosotros bajo su acción salvadora, nos abrazamos a la cruz que se nos ofrece a través de la suya… y así ANUNCIAMOS SU MUERTE. 

*Cristo es Rey pues creemos firmemente que Él vive entre nosotros, y así PROCLAMAMOS SU RESURRECCIÓN. 

*Cristo es Rey pues mantenemos la esperanza en su Venida Salvadora, y decimos ¡VEN SEÑOR JESÚS! 

Antonio Aranda Calvo. Sacerdote.

 

 


viernes, 11 de noviembre de 2022

DOMINGO XXXIII DE T. O. 13 de noviembre 2022.

 

JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES.

 

LECTURAS: MALAQUIAS 3,19-20ª; SALMO 97, “El Señor llega para regir los pueblos con rectitud”; 2 TESALONICENSES 3,7-12; EVANGELIO DE LUCAS 21,5-9.


      Nos acercamos al final del Año Litúrgico; el próximo Domingo, día 20, es la Solemnidad de Cristo Rey del Universo, y el siguiente se iniciará el Tiempo de Adviento, preparándonos a revivir el MISTERIO DE CRISTO NUESTRO SEÑOR (Encarnación, Nacimiento, Vida de Infancia, Vida Oculta en Nazaret, Vida Pública anunciando el Reino de Dios, Pasión Muerte y Resurrección y Ascensión ante el Padre).

      El presente domingo es una llamada para prepararnos al encuentro con Nuestro Padre Dios en su Reino; a Él llegaremos, presentados como trofeo del Señor Jesucristo. El Papa afirma que Jesús nos invita a no tener miedo ante las agitaciones de la época, ni siquiera ante las pruebas más severas e injustas que nos aflijan como discípulos suyos. Él nos pide perseverar en el bien y poner toda nuestra confianza en Dios que no defrauda: “Ni un cabello de vuestra cabeza perecerá”. Dios no se olvida de sus fieles, nosotros, que somos su valiosa propiedad.

 


    

     Así en la primera lectura, nos dice que el día del Señor está cerca, que viene como horno encendido, donde perecerán todos los orgullosos y malhechores…, nos orienta al camino de la verdad, y este no es otro que el proclamado por Malaquías, donde se nos manda anunciar al pueblo la conversión, asumir la ley del amor, ser el pueblo nuevo, que caminar a la luz de Dios. Todos aquellos que no quieran entrar en esa dinámica, se estarán excluyendo del mundo nuevo; quedarán excluidos y no podrán entrar en la morada de Dios, los que obran sin amor; los que tratan a los demás con hostilidad, con engaños y mentiras… Si obramos así no seremos hijos del Padre misericordioso y no caminaremos en la luz; sin embargo, los que aman al Señor quedarán iluminados por el sol de la justicia y vivirán llenos de salud. La venida del Señor será para bien de la humanidad y de toda la creación, que tiene el fin de alabarle y reconocerle como el único que actúa con justicia, esa justicia que nosotros los humanos anhelamos en un mundo cada vez más deshumanizado, lleno de codicia, de poder y de la avaricia que todos conocemos. Pidamos en nuestra oración que vayamos moldeando nuestros corazones, a fin de que todos seamos impregnados de esa justicia divina.

     San Pablo, en la segunda lectura, nos exhorta a llevar una vida ordenada, en el trabajo, no distraídos en las bellezas externas, pues bien sabemos que todo ello pasará y que por el contrario nos espera un gozo eterno; así se nos interpela a todos y a cada uno, a que seamos honrados y trabajadores por el reino, que nuestros pensamientos sean siempre puros, obrando y dando ejemplo con sencillez y humildad. Se nos invita a todos, sin distinción ni diferencia, al trabajo digno como deber de todos, a todos nos toca cuidar la casa común, como dice el papa Francisco en la encíclica “Laudato Si” pues el trabajo es un mandato divino. El apóstol nos enseña con su propio ejemplo, ya que cumple lo que dice. No quiso ser carga para nadie y nadie debe aprovecharse de los demás.

 

El texto del Evangelio de Lucas nos presenta:

 

1º.- Anuncio de la venida definitiva del Señor, pero en vez de meternos miedo con ello, quiere recordarnos cómo hemos de buscar siempre el bien del reino para poder encontrarnos con él, esto es: hacer el bien a los demás, tratar a nuestros hermanos con amor, y encaminar nuestro trabajo a la edificación de ese reino en este mundo, que Jesús vino a restaurar. Dios se vale de ti y de mí para que se le reconozca en la tierra como el Dios de la vida y de la luz. Somos los elegidos para que el reino funcione con amor. Estamos llamados a trabajar todos con este objetivo: en medio del sufrimiento y el sacrificio, con esfuerzo, constancia y sobre todo con amor, podremos superar las pruebas cotidianas. Vivamos decentemente, es lo que espera el Señor de sus hijos.

 

2º.- El espíritu de servicio, ante la realidad de que “los jefes los tiranizan…” nos dice el Señor no tiene que ser así entre vosotros, el que quiera ser el primero sea el primer servidor: No robes ni retengas el sustento de la otra persona, no le quites lo que le sea necesario para sobrevivir. El egoísmo, la avaricia, las ganancias por encima de todo, están fuera del proyecto del Padre, quien desea que todos vivamos en paz y concordia. No te fijes en los malos ejemplos, haz el bien y tu Padre del cielo te lo premiará.

 

3º.- El valor del Templo: Lucas pretende sanar a toda la humanidad; en estos relatos apocalípticos nos quiere hacer salir del bienestar y asistir a los más vulnerables. Lo que escuchamos en el Templo hay que llevarlo a la vida y a los que no conocen a Dios. El Templo ha de ser una morada viva, que nos ayude a escuchar la Palabra y aplicarla en la vida diaria; no pretendamos actuar como los fariseos, que imponen cargas que ellos no están dispuestos a llevar. Si actuamos así es porque no hemos entendido la palabra de vida que Dios tiene para nosotros, la cual nos lleve a aceptar la Gracia de Dios con las fragilidades propias y ajenas.

 

4º.-Los miedos y revelaciones falsas: En nuestros tiempos hay todavía gente que quieren llevarnos a Dios a través del miedo; por el contrario, la Palabra ha de llegarnos a través de la sinceridad, ternura y amor. La Palabra verdadera tiene que aportar paz, serenidad y esperanza; Jesús nos previene de que el tiempo de los falsos profetas ya está entre nosotros y tratarán de engañarnos para obtener algún beneficio, que suele ser económico. Abramos bien los ojos para no caer en la tentación, para no quedarnos en la felicidad superficial. Busquemos la fe cargada de buenas obras, es lo único que puede salvarnos frente a nuestros pecados.       

 

5º.- Responsabilidad: hermanos, en nuestras manos está acercar a los demás a Dios, y ayudarles como el samaritano en las necesidades materiales; que tus prójimos estén a gusto en tu compañía. Sé luz en el camino, sé mediador… con el fin de llevar a Dios a toda la gente de buena voluntad, no te quedes con la Buena Noticia, eres un instrumento clave para seguir dando gloria a Dios. Que el Señor nos bendiga y nos ayude a dar lo mejor de nosotros mismos. Amén

 

Antonio Aranda Calvo. Sacerdote.

 

 

 

 


viernes, 4 de noviembre de 2022

DOMINGO XXXII DE T. O. 6 de noviembre 2022. DÍA DE LA IGLESIA DIOCESANA.

 


[Apostolado de piedra policromada presidido por la figura de Cristo en Majestad
(Iglesia románica - mudéjar de San Juan en Alba de Tormes)]

  

LECTURAS: 2 MACABEOS, 7,1-2.9-14; SALMO 16 “Al despertar me sacaré de tu presencia, Señor”. EVANGELIO DE LUCAS 20,27-38.

Vivimos en Comunidad, Iglesia, y en ella nos disponemos al Misterio de ser llamados a una vida definitiva para gozar definitivamente en Cristo con Dios.

I. La iglesia diocesana: Es la Comunidad de cristianos que se establece en un territorio con un Obispo, padre y pastor, que preside y celebra la Eucaristía y los Sacramentos, enseña y dirige por el Camino del Señor, y en nombre del mismo Jesús y como sucesor de los Apóstoles dirige esa misma Comunidad; junto al Obispo, colaborando con él y unidos entre sí, unos Presbíteros y diáconos sirven al pueblo de Dios y continúan anunciado a Cristo, muerto y resucitado por nosotros para nuestra salvación; son testigos por la predicación y por el ejemplo de vida.

El Catecismo de la Iglesia dice así: Se entiende por Iglesia Particular, que es la diócesis (o la eparquía) una comunidad de fieles cristianos en comunión en la fe y en los sacramentos con su obispo ordenado en la sucesión apostólica. Estas iglesias particulares están formadas a imagen de la Iglesia Universal. En ellas y a partir de ellas existe la iglesia católica una y única. (Diócesis Iglesias territoriales o/y personales). Nuestra Iglesia Diocesana es la Iglesia en Jaén, (capital y provincia) su Obispo hoy, se llama Sebastián. Nuestra Iglesia se ubica actualmente en la provincia del mismo nombre; unos doscientos sacerdotes, cuatro diáconos, religiosos/as, personas consagradas y fieles, hombres y mujeres, que siguen al Señor como una comunidad fraterna. La Sede del Obispo, desde donde predica y actúa es toda la Diócesis, pero se visibiliza en las Catedrales de Jaén y Baeza. Nuestra Diócesis de Jaén está dividida en Parroquias, organizadas en Arciprestazgos y Vicarías. Disponemos además de otros templos y/o santuarios con sus connotaciones propias. (INFORMACIÓN) Todos debemos colaborar al sostenimiento y progreso de nuestra Diócesis, tanto en lo material como en el quehacer apostólico; ella es nuestra iglesia propia, que unida a las demás y con Roma como Cabeza, forman la única iglesia de Dios.  La MISIÓN es “Evangelizar”, Anunciar a Cristo, seguirle y actuar como Él, dentro y fuera de nuestro territorio (Cristo nos dijo: Seréis mis testigos…) por ello los miembros de esta comunidad tienen que colaborar con ella para que nada le falte [(Curia Diocesana, Seminario, ACCIONES ESENCIALES EN LA MISIÓN DE LA IGLESIA; SE TRATA DE EVANGELIZAR; para ello, la Palabra, el Culto y la Acción Caritativa y en cada una de ellas la ESTRUCTURA FUNDAMENTAL propia de la misma. (INFORMACIÓN)].

 Iglesia románica - mudéjar de San Juan en Alba de Tormes. 

  II.- La vida definitiva.- El pasado día 2, Conmemoración de los difuntos, reflexionábamos sobre la VIDA DEFINITIVA, Vida Eterna. La Palabra de Dios proclamada hoy en este Domingo XXXII de tiempo ordinario, como habéis escuchado, se orienta en este sentido:

   El relato de los Macabeos, 1ª lectura, es una valiente y testimonial confesión sobre la fe en Dios, la vida definitiva que nos espera, si somos fieles a Él; es la única que importa, porque todo es pasajero y en último término somos de Dios, nos debemos a Él y más vale la muerte que ofenderle…El ejemplo de aquellos hijos animados por la madre es un testimonio a seguir; admirable el del hijo menor, animado por la madre… y la valentía de esta, que conmueve a los mismos verdugos… todos ello es un buen ejemplo hoy para nosotros.

En la 2ª Lectura, la segunda de Pablo a los Tesalonicenses, Jesucristo, con el gran amor con que nos ha amado en Dios Padre, nos ha dado un consuelo inefable y una esperanza dichosa por lo que podemos recorrer ese camino hacia el encuentro con Él en la vida del cielo. 

Y, finalmente, como nos presenta el Evangelio proclamado, con motivo de un caso extraño y engañoso que presentan a Jesús, quien después de invitarlos a que piensen con más lógica…en el cielo seremos todos hijos de Dios, hijos de la resurrección, hermanos entre nosotros… dice: “y que los muertos resucitan ya lo dijo Dios…que es Dios de vivos porque ante Él todos están vivos”.

 


La resurrección de los muertos
Miniatura del libro de las horas de Fernando el Católico
Biblioteca del palacio Real.

 

COMOS RESUMEN DIREMOS:

Con los ojos humanos todos somos conscientes que nuestra vida se dirige a la muerte… y es algo evidente, pero Jesús con su muerte y resurrección da un cambio, diría que un viraje profundo en nuestra visión y que nos lleva a una reflexión de fe: “es la muerte la que nos lleva a la vida y a una vida en Dios, a UNA VIDA PLENA EN FELICIDAD Y GOZO”.

Y en cuanto a nuestra Iglesia Diocesana de Jaén, repetimos: tratemos de conocerla en sus estructuras y organizaciones, las personas que están bien centradas en ella y a su servicio; veamos cómo podemos incorporarnos con fuerza y dedicación: grupos de matrimonios, Catequesis, Cáritas, Acompañamiento, Cursillos de Cristiandad, Grupos de Acción Católica, grupos juveniles… 

Antonio Aranda Calvo. Sacerdote.

 


martes, 1 de noviembre de 2022

CONMEMORACIÓN DE TODOS LOS FIELES DIFUNTOS

 


LECTURAS: LIBRO DE LAS LAMENTACIONES, 3, 17-26. SALMO 129: Desde lo hondo a Ti grito Señor, Señor escucha mi voz, estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica. Si llevas en cuenta nuestros delitos, Señor, quién podrá resistir, pero de Ti procede el perdón y así seremos salvados. ¡Concédeles, Señor el descanso eterno y brille para ellos la luz perpetua! EVANGELIO DE SAN JUAN 14, 1-6.

 

¡Concédeles, Señor el descanso eterno y brille para ellos la luz perpetua! Descansen en paz. Amén.

El día de hoy tiene un cierto sentido de tristeza: el cementerio es un lugar triste por muy valiosos que sean ciertas obras de arte en él contenidas y ciertos epitafios llenos de verdad, ingenio popular o filosófico, valor literario y aún espíritu cristiano… Allí leemos nombres de seres queridos, amigos y conocidos que desaparecieron de nuestra vida, y ellos nos recuerda la muerte, el futuro hacia el que caminamos inexorablemente; pero ante esta tristeza nos afanamos en adornar los rincones, las tumbas, panteones y mausoleos… al fin de cuentas sepulturas, “lugar donde depositamos nuestros cadáveres, nuestros cuerpos muertos” y les llevamos flores común signo de esperanza, colorido y buen olor… podríamos decir, también, signo de fiesta y de reencuentro. La TRISTEZA trata de revestirse con la alegría…se mezcla con la ESPERANZA que nos deja pensar, soñar y sentir con la vida, y desde la fe “con la vida eterna”.  

 En nuestra celebración de la Eucaristía, por todos los Difuntos, especialmente con los que formaron parte de nuestras vidas, sentimos también la esperanza que nos da este MISTERIO de la Muerte y Resurrección del Señor, Pan partido y Sangre derramada, en el que la Comunidad declara con entusiasmo y fe “Anunciamos su Muerte, proclamamos su Resurrección, ¡Ven, Señor Jesús!” Cristo, muerto en la Cruz, sepultado y resucitado al tercer día es nuestra Esperanza…si Él ha resucitado, también nosotros resucitaremos con Él a la Vida Eterna en el seno del Padre. Esta Esperanza suaviza nuestra tristeza, pues esperamos en la Palabra del Señor, la cual no puede fallar, y así tenemos la seguridad que ellos, nuestros antecesores, que nos han precedido con el signo de la fe, estarán gozando de Dios y nosotros gozaremos con ellos. Además, la fe, la esperanza, la visión cristiana nos ayuda e ilusiona, al recorrer el camino que todos nosotros hemos de transitar hasta la muerte. Ciertamente es un camino lleno de tropiezos y dificultades, tentaciones y peligros que, a veces, nos llevan a abandonar a Dios, sus mandatos y ejemplos, y al apartarnos tomar un derrotero que nos separa de nuestra propia salvación… (El camino que lleva a la Vida es angosto y estrecho, pocos son los que entran por él; el camino que lleva a la Muerte es ancho y espacioso, muchos son los que transitan por él…) 


  

La Esperanza en nuestra Resurrección, abalada por la de Cristo, es la que nos hace caminar con la vista puesta en el horizonte de la luz y la vida. Esa Esperanza nos hace anunciar a nuestros hermanos a Cristo Resucitado, mediante el testimonio personal y comunitario. Este testimonio es una deuda contraída con nuestra sociedad y es necesario pagarla por nuestros hermanos, no podemos ocultar aquello que es capaz de dar alegría y paz a nuestro mundo; por otra parte, nuestro Señor Jesús así nos lo mandó cuando nos dijo: “Sed mis testigos… Id al mundo entero y anunciad el mensaje que yo os he dejado…”, pero además los hombres de hoy, nuestro propio mundo, necesitan esa ESPERANZA que dé sentido a su vida y a la lucha del día a día.

     La Esperanza en Cristo es el ancla en la que estamos sujetos, firmes en quien nos ha liberado y sabemos que esta esperanza no nos fallará. El Ancla, a la que nos referimos, es la Resurrección.  

  

La Resurrección de Cristo
El Greco
©Museo Nacional del Prado


Señor, hoy recordamos a todos nuestros difuntos, familiares, amigos y conocidos, aquellos que formaron parte de nuestra vida, que nos trasmitieron la fe, nos hicieron cristianos (padrinos, sacerdotes, catequistas, maestros...) pero también a todos y en especial a los que murieron solos y abandonados, a aquellos de los que nadie se acuerda. Jesús te pedimos por todos ellos, para que pronto puedan gozar de tu presencia en la morada celestial. Concédeles el descanso eterno, brille para ellos la luz eterna. AMÉN.

 

Antonio Aranda Calvo. Sacerdote.

 

 

 

EN LA FIESTA DE LA VIRGEN DEL CARMEN 16 de Julio.

  (Dedicado a los fieles de Monte Lope Álvarez en la Fiesta de su PATRONA )   !VIVA LA VIRGEN DEL CARMEN! ¡Virgen del Carmen! Reina de mares...