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martes, 14 de junio de 2022

EN LA SOLEMNIDAD DEL CORPUS CHRISTI, 2022. (I)


Custodia de plata sobredorada
(Monasterio de las Carmelitas descalzas en Jaén)

 Cuando causas externas nos han impedido celebrar con la suntuosidad y vivencias la Festividad del Corpus Christi, este año, rendidos a su voluntad, digamos “¡Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente y estamos contentos!” ¡Estos hechos y estas circunstancias no son ajenos a la acción del Espíritu! ¿Nos habrá querido decir algo?   

      ¡Vivamos, este año, con más fe la Santa Eucaristía y salgamos con fervor por las calles!  




Custodia procesional de la S. I. Catedral
por calle Maestra de Jaén.

 

Gocemos con la Adoración al Santísimo Sacramento, contemplando la magnífica Custodia a recorrer nuestras calles; vivamos el Misterio por el que Cristo se hace presente en nuestros Altares, nos bendice y honra nuestras casas. Reclinados sobre el pecho de nuestro Maestro, como hiciera el discípulo amado...

 



Altar efímero en calle Maestra
(Procesión del Corpus Christi)

 

Recordemos el momento:  

 

Noche silenciosa, serena y tranquila 

no pases de largo, mantén tu quietud, 

que pueda a tu sombra hallar a quien amo 

gozar su presencia, sentir su mirada, 

en esa Hostia blanca cargada de Luz. 

 

Noche oscura del tiempo, 

donde el alma anhela buscar su camino, 

no corras, ¡despacio! que espero encontrarle 

en las cumbres altas de aquellas montañas, 

allá junto al sol, donde habita Dios. 

 

Y continuemos atentos a los mensajes que, a lo largo de la Festividad del Corpus, nos seguirán llegando este año clamoroso, y que harán revivir nuestra alma.  Así podremos captar lo hermoso que es estar junto Él.

  

Proyectemos ese amor en el encuentro, en el saludo, en el compartir nuestra alegría y nuestros sufrimientos, prestémonos unos a otros en el reconocernos como sociedad fraterna “ejemplo os he dado para que hagáis vosotros lo mismo” 

 

Y mirando la Imagen de Ntro. P. Jesús, pues que las Imágenes tanto ayudan, digámosle: 

 

Ven, Señor, hoy te buscamos, déjanos besar tu faz, 

no para condenarte, sino para contemplar, 

el amor con que nos amas y aprender de Ti a amar... 

pues Amor eres en la Eucaristía: Amor para amar y amar.


El acompañar la Eucaristía... “pues que me sedujiste y me dejé seducir por tu amor...” me lleva a un compromiso: yo te debo llevar a otros, llevar tu antorcha por doquier, para que prenda en todos. Para que la fidelidad no nos abandone, colguemos banderas y mantones, y al cuello escribamos nuestro amor y mejor sobre el núcleo del corazón. Mira la fidelidad de tu Señor, expresada en el himno de las Vísperas del Corpus Christi, donde se nos dice: 

 

“Oveja perdida, ven, sobre mis hombros,  

que hoy, no sólo tu pastor soy, 

sino tu pasto también. 

Por descubrirte mejor, cuando balabas perdida 

dejé en un árbol mi vida, donde me subió el amor. 

Si prenda quieres mayor, mis obras hoy te la den.


Pasto, al fin, hoy tuyo hecho ¿Cuál dará mayor asombro, 

o traerte yo en el hombro o traerme tú en el pecho? 

Prendas son de amor estrecho que hasta los más ciegos ven”. 

 

 

Y es que en cada encuentro el Señor permanece esperándote, deseoso de encontrarse contigo, de correr hacia ti, abrazarte y comerte a besos. Ya te ha dicho que como pastor te lleva en sus hombros y se hace alimento y pasto también... por amor a ti colgó su vida en la Cruz y al hacerse pan entró en tu corazón... ¡hasta el más ciego puede ver tanto amor! 

 

 ¿Vamos a perder, las ocasiones para encontrarte con tu Señor, como este día del Corpus? En la Procesión, ante el Sagrario tienes ocasión de darle gracias, en nombre propio, y en nombre de toda la naturaleza, pues el cristiano toma o, más bien, da voz a las criaturas y eleva al cielo el canto de alabanza: ¡Cielos y tierra alabad al Señor! 

 

 

 Al estilo de Santa Teresa: 
 

Que mi amado es para mí y yo soy para mi amado. 

Veante mis ojos, dulce Jesús bueno, 

veante mis ojos, muérame yo luego 

Al estilo de San Juan de la Cruz: 

Oh noche que guiaste, oh noche amable más que la alborada, 

oh noche, que juntaste Amado con amada 

amada en el Amado trasformada. 

Quedéme y olvídeme el rostro recliné sobre el amado, 

cesó todo y dejéme, dejando mi cuidado 

       entre las azucenas olvidado.


 

O con este otro de mi cosecha: 

 

Estar así, Señor, mirándote, atado el corazón con dulces lazos 

al tuyo que por amor se hizo pan... 

y al estar, pertenecerte, enamorado de Ti hasta la muerte 

pues que Tú la sufriste... y no hay modo mejor de responderte. 

 

Conocerte, Señor, y abrir mi casa a la luz pascual de tu mirada, 

y así, enamorados y sentados a la mesa, dialogar de la noche a la mañana; 

conocido y amado…por contemplarte, 

seguido e imitado…quizá, alguna vez, muy torpemente, 

heme Señor aquí postrado suplicándote fidelidad por siempre. 

 

Tu discípulo, Señor, ágil porque ama, 

alimentado del pan y la palabra, con la fuerza del vino consagrado, 

con tu guía y tu luz... correrá por las plazas, 

buscará por las calles entrará en los claustros y las aulas 

y gritará a cualquiera que se cruce 

¡cuánto y cuanto los amas!


         Y cantar el siempre de nuevo el Pange Lingua... y el Tantum ergo Sacramentum, el Adorote devote o el Cantar al Amor de los amores, o De rodillas, Señor ante el Sagrario... o el “Tú has venido a la orilla”


“Que hermoso es estar con Él y, reclinado sobre su pecho como el discípulo predilecto, palpar el amor infinito de su corazón” 

 

Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar... 

 

¡Ave María Purísima!  
 
Antonio Aranda Calvo. Sacerdote.



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