(LECTURAS.
Deuteronomio 6, 2-6; Salmo 17: “Yo te amo, Señor, Tú eres mi fortaleza. Señor,
mi roca, mi alcázar, mi liberación”. Hebreos 7, 23-28; Marcos 12, 28-34. )
¿Cómo un escriba pregunta ahora a Jesús sobre ello? Y no con mala intención, sino con el deseo de clarificar, sobre todo su modo de actuar y enseñar al respecto. Jesús con su propia vida da la definitiva interpretación al mandamiento de la Vida, el único y principal, con el que uno se salva… haz eso y te salvarás… Tú no estás lejos del Reino de Dios.
UN ÚNICO MANDAMIENTO… Jesús revela al escriba el espíritu más profundo de la Ley: no hay santidad real sin un amor exclusivo, total y preferente a Dios, y que, al mismo tiempo, es un amor solidario y comprometido con el prójimo. Sin un amor real y concreto por el prójimo (que es imagen de Dios), todo intento de amor a Dios se reduce al plano de las ideas, de las intenciones y de los discursos. Dios ha creado al ser humano a su imagen y semejanza (cf. Gn 1, 26-27) para que toda búsqueda de Dios comience por el rostro y el corazón del prójimo. En el misterio más profundo de cada persona se puede revelar a Dios. En este sentido, el prójimo tiene una función mediadora: es la forma concreta de visibilizar el amor a Dios.
El prójimo es un punto de encuentro con Dios en la historia.
Jesús centraliza el espíritu de la Ley en un único mandamiento con dos aspectos necesariamente complementarios. El amor al prójimo siempre será el criterio de credibilidad del amor a Dios. En términos del autor de 1 Jn: “El que dice: «Amo a Dios», y no ama a su hermano, es un mentiroso. ¿Cómo puede amar a Dios a quien no ve, el que no ama a su hermano, a quien ve?” (1 Jn 4,20).
ESTÁS CERCA DEL REINO DE DIOS… todo encuentro verdadero con Jesús es transformante y conlleva una conversión de la inteligencia, de las actitudes y del corazón. La respuesta del escriba denota el inicio de un cambio de la religiosidad aparente, suntuosa. Vacía etc. y a la espiritualidad de la experiencia de Dios que se traduce en gestos concretos de amor, perdón y cercanía… Estos gestos hacen visible y posible el Reino de Dios.
La ley y las normas tienen la función de orientar hacia Dios y hacia el prójimo; también iluminan la libertad para que el culto a Dios sea en “espíritu y verdad”, lo que lleva consigo que el vínculo con el prójimo sea en la dignidad, fraternidad y caridad. Elegir Amar a Dios es elegir Amar al Prójimo. Sólo así el Reino se hace presente en la historia y en el corazón humano. El Amor es la Ley del Reino.
Antonio
Aranda Calvo. Sacerdote.
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