DOMINGO XIX DEL T. O. 9 de Agosto
de 2020.
Asistíamos el Domingo pasado a la
“multiplicación del pan y los peces” o como le llamábamos, el MILAGRO DE COMPARTIR; y cierto que a la
falda del monte, se había creado un
ambiente de entusiasmo, de gozo y alegría… hasta la multitud y los mismos
discípulos querían proclamar “rey” a Jesús; pero Él despide a la gente, y a los
discípulos los manda a la barca; ellos tratan de atravesar el mar.
I.- Jesús busca al Padre:
* Jesús se queda solo y sube a la
montaña, más cerca de Dios, a solas, para orar por Sí, por EL PROYECTO y por
los hombres hacia los que va dirigida LA SALVACIÓN.
II.- Vayamos al lago:
* Aquí se levanta una tempestad, por un
fuerte viento, la barca se tambalea y los discípulos peligran… se llenan de
miedo.
* Muy avanzada la noche, sucede algo
inesperado, increíble… Jesús se hace presente en medio del mar, va andando
sobre las aguas, dominando la tempestad y caminando hacia los discípulos; ellos,
asustados, piensan ver un fantasma. (Jesús domina los elementos, eso que
siempre en el A. T. es propio de Dios)
* ¡Ánimo, soy yo, no temáis!... La
presencia de Jesús es salvadora… (Ese “soy Yo” propio de Dios)
III.- Jesús y Pedro
- El discípulo Pedro, el primero de los 12, animoso, mirando a Jesús, confiado en Él… se lanza al agua, y así puede hacer el MILAGRO de andar sobre las olas, participa del poder del Maestro, pero cuando se desvía e intenta recrearse en sí mismo, ponderar su poder, auto complacerse... entonces comienza a hundirse; pero, buen discípulo, en medio de la tribulación recurre nuevamente a su Señor.
- Y Jesús siempre está allí…cuando Pedro invoca a Jesús, Él está allí, respondiendo a la llamada.
- Y llega Jesús a la barca y todo se calma: el viento, el mar, la barca, el ánimo de los discípulos que apaciguado, confiesan a Jesús como “El Hijo de Dios”… y así también el gentío que le acompañaba.
La fe de Pedro es nuestra fe, siempre pobre, frágil e inquieta, pero a pesar de todo VICTORIOSA, pues la fe del cristiano, de la comunidad, de la Iglesia, siempre sigue adelante, ante Jesús Resucitado, que camina sobre los enemigos, nos acompaña en los peligros, animando y dando la fuerza del Espíritu… (las puertas del infierno no prevalecerán sobre ella…)
Dios siempre responde al hombre, sobre todo cuando está envuelto en el dolor. Llegó a Pedro, también llegó a Elías, 1ª lectura, perseguido y agotado en el desierto…pero Dios estaba en medio del mar y pasaba al lado de Elias como una brisa consoladora, suave y que llena de paz.
¿Cuál es tu experiencia… cuando te sientes hundido, solo y sin apoyos ni consuelo?
¿Dispuestos a huir hacia atrás? NO
La respuesta está en confiar en Dios hasta el final, pidiendo una fe viva, sólida, madura, comprometida. Como Pablo “Cristo que está por encima de todo, Dios bendito por las siglos, Amén.
También en la Historia de la Iglesia se ha dado la situación de Pedro y Elías (que nos hundimos en el mar…sin alimento, consuelo y sin fuerza en el desierto). También en la Iglesia actual, en tu comunidad, en ti mismo hoy ante la P. de D.
Antonio Aranda Calvo. Sacerdote.
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