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sábado, 11 de julio de 2020

DOMINGO XV DE T. O. 12 de Julio de 2020


PARÁBOLA DEL SEMBRADOR

   Nos ofrece la liturgia tres domingos llamados de “Las Parábolas del Reino”, comenzando por este “del Sembrador”. Tres pinceladas en que se nos muestra cómo se realiza ese Reino. Este primero: el Sembrador con la semilla, que es la Palabra, planta el Reino; segundo: a este Reino se le presentan dificultades y enemigos; tercero: el Reino es el “tesoro escondido” por el cual uno vende todo lo que tiene y lo compra porque es el de mayor valía.


El ejemplo a seguir es Jesús, indudablemente.

   Nos ha dicho el Evangelio: “Salió Jesús de su casa” dejó atrás sus cosas, sus quehaceres particulares, y si queréis hasta sus posibles comodidades… Salió para encontrarse con la gente… “Se sentó junto al mar”…sería la costumbre de la gente, como nuestra gente se sienta en las puertas o en los bancos de la plaza… “Acudió tanta gente”… “que subió a la barca” (gustaba a Jesús subir a la barca¡¡¡ es el símbolo de la Iglesia que recorre los más diversos mares…), “se sentó…” (Parecía no tener prisa) “la gente se quedó en la orilla”…Jesús les habló de muchas cosas (sin prisa) en Parábolas (¿qué es una Parábola?)  Es un relato breve, claro y sugerente, con imágenes y comparaciones tomadas de la vida diaria, que presentan aspectos diversos del Reino de Dios  y hacen pensar al oyente  en su relación con el mismo Reino. El lenguaje poético y simbólico hace que el lector u oyente pueda interrogarse sobre lo que Dios quiere de él mismo, respecto a ese Reino del que nos habla la parábola.

   “Salió el sembrador a sembrar…” JESÚS ES EL SEMBRADOR Y LA SEMILLA SU PALABRA. La gente está en expectativa, los planteamientos religiosos de Jesús han producido polémicas entre los Fariseos y Doctores de la Ley frente a la gente vulgar ¿será como dice el Nazareno? ¿así, o no?... Jesús se ve impulsado a  explicar la realidad del Reino…y lo hace en Parábolas, acomodándose al modo de entender de la gente sencilla (recordad el domingo pasado).

   Esta Parábola es  una invitación a la Esperanza, porque, al fin y al cabo, si la tierra está dispuesta, si tú estás dispuesto, producirás fruto… (como el agua que cae de cielo en la 1ª lectura) a pesar de los obstáculos que encuentra la siembra, darás el 30, el 60 el 100%  (el ciento por uno) Precisamente, hoy que el Reino de Dios, el Evangelio, parecen estar en decaída… tiempos, estos, en que la causa de Dios se entiende ajena al progreso y en que parece no tener seguidores porque no interesa, tiempos en que las fiestas religiosas terminan por diluirse en “fiestas de interés turístico” o se reducen a lo puramente cultual, tradicional  y popular, sin embargo, parece que LA FE SIEMPRE RESURGE, que hay corazones donde se despierta el deseo de Dios y la necesidad de orar al Padre de la Misericordia, Dios Nuestro Señor.

   La energía trasformadora del Evangelio sigue trabajando como la fuerza de la semilla. Jesús nos encargó esparcirla, ¿Cómo lo hacemos?

   No olvidemos que hemos de llevarla con nosotros o mejor en nosotros.

   Y no perder la fe en las palabras del Señor “Mirad que Yo estaré con vosotros hasta el fin del mundo”

   La Parábola de hoy, la del Sembrador, establece una contraposición entre las tres partes de la semilla que no dan fruto y la otra que si lo da, en cantidades diversas…
  • La Semilla, Palabra de Dios, lleva en si su propia fuerza, y es tanta que termina por producir los efectos apetecidos.
  • El Sembrador es el mismo en los cuatro casos ¿qué pasa para que aquellas tres partes no den fruto?
  • Hay una serie de impedimentos externos que estorban el fruto… y los internos a ti mismo, tú mismo…
  • El sembrador (aquí y ahora, tú y yo) ha de llevar la semilla para sembrar… No lo olvidemos.
   Y ahora podemos preguntarnos como antaño nuestros segadores:
  • ¿Qué tal va la cosecha? ¿Qué hemos hecho en la siembra en el cuidado y en la difusión?
  • Los abuelos… Los familiares de los niños…los padres
  • Los Cofrades… Los devotos de Jesús
   Los Sacerdotes… Todos debemos y podemos hacer algo más y confiar mucho más en la misma Palabra.

   En tiempos de incredulidad, es necesario hombres y mujeres que sepan en quien creen, lo amen de corazón y lo den a conocer con obras y palabras.

   ORACIÓN: Quiero, Señor dar el 10, 30, 60, 100 por uno, por Ti y por Tu Reino; pero, Tú bien lo sabes, que eres el dueño de mi hacienda, el responsable de mis campos, la mano certera de mis sembrados¡  ¡TODO ESTÁ EN TI, SEÑOR!




ANTONIO ARANDA CALVO, Sacerdote.

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