PARÁBOLA DEL SEMBRADOR
Nos ofrece la liturgia tres domingos
llamados de “Las Parábolas del Reino”, comenzando por este “del Sembrador”.
Tres pinceladas en que se nos muestra cómo se realiza ese Reino. Este primero:
el Sembrador con la semilla, que es la Palabra, planta el Reino; segundo: a
este Reino se le presentan dificultades y enemigos; tercero: el Reino es el
“tesoro escondido” por el cual uno vende todo lo que tiene y lo compra porque
es el de mayor valía.
Nos ha dicho el Evangelio: “Salió Jesús
de su casa” dejó atrás sus cosas, sus quehaceres particulares, y si queréis
hasta sus posibles comodidades… Salió para encontrarse con la gente… “Se sentó
junto al mar”…sería la costumbre de la gente, como nuestra gente se sienta en
las puertas o en los bancos de la plaza… “Acudió tanta gente”… “que subió a la
barca” (gustaba a Jesús subir a la barca¡¡¡ es el símbolo de la Iglesia que
recorre los más diversos mares…), “se sentó…” (Parecía no tener prisa) “la
gente se quedó en la orilla”…Jesús les habló de muchas cosas (sin prisa) en
Parábolas (¿qué es una Parábola?) Es un
relato breve, claro y sugerente, con imágenes y comparaciones tomadas de la vida
diaria, que presentan aspectos diversos del Reino de Dios y hacen pensar al oyente en su relación con el mismo Reino. El
lenguaje poético y simbólico hace que el lector u oyente pueda interrogarse
sobre lo que Dios quiere de él mismo, respecto a ese Reino del que nos habla la
parábola.
“Salió el sembrador a sembrar…” JESÚS ES
EL SEMBRADOR Y LA SEMILLA SU PALABRA. La gente está en expectativa, los
planteamientos religiosos de Jesús han producido polémicas entre los Fariseos y
Doctores de la Ley frente a la gente vulgar ¿será como dice el Nazareno? ¿así,
o no?... Jesús se ve impulsado a
explicar la realidad del Reino…y lo hace en Parábolas, acomodándose al
modo de entender de la gente sencilla (recordad el domingo pasado).
Esta Parábola es una invitación a la Esperanza, porque, al fin
y al cabo, si la tierra está dispuesta, si tú estás dispuesto, producirás
fruto… (como el agua que cae de cielo en la 1ª lectura) a pesar de los
obstáculos que encuentra la siembra, darás el 30, el 60 el 100% (el ciento por uno) Precisamente, hoy que el
Reino de Dios, el Evangelio, parecen estar en decaída… tiempos, estos, en que
la causa de Dios se entiende ajena al progreso y en que parece no tener
seguidores porque no interesa, tiempos en que las fiestas religiosas terminan
por diluirse en “fiestas de interés turístico” o se reducen a lo puramente
cultual, tradicional y popular, sin
embargo, parece que LA FE SIEMPRE RESURGE, que hay corazones donde se despierta
el deseo de Dios y la necesidad de orar al Padre de la Misericordia, Dios
Nuestro Señor.
La energía trasformadora del Evangelio
sigue trabajando como la fuerza de la semilla. Jesús nos encargó esparcirla,
¿Cómo lo hacemos?
No olvidemos que hemos de llevarla con
nosotros o mejor en nosotros.
Y no perder la fe en las palabras del
Señor “Mirad que Yo estaré con vosotros hasta el fin del mundo”
La Parábola de hoy, la del Sembrador,
establece una contraposición entre las tres partes de la semilla que no dan
fruto y la otra que si lo da, en cantidades diversas…
- La Semilla, Palabra de Dios, lleva en si su propia fuerza, y es tanta que termina por producir los efectos apetecidos.
- El Sembrador es el mismo en los cuatro casos ¿qué pasa para que aquellas tres partes no den fruto?
- Hay una serie de impedimentos externos que estorban el fruto… y los internos a ti mismo, tú mismo…
- El sembrador (aquí y ahora, tú y yo) ha de llevar la semilla para sembrar… No lo olvidemos.
- ¿Qué tal va la cosecha? ¿Qué hemos hecho en la siembra en el cuidado y en la difusión?
- Los abuelos… Los familiares de los niños…los padres
- Los Cofrades… Los devotos de Jesús
Los
Sacerdotes… Todos debemos y podemos hacer algo más y confiar mucho más en la
misma Palabra.
En tiempos de incredulidad, es necesario hombres y mujeres que sepan en quien creen, lo amen de corazón y lo den a conocer con obras y palabras.
ORACIÓN: Quiero, Señor dar el 10, 30, 60, 100 por uno, por Ti y por Tu Reino; pero, Tú bien lo sabes, que eres el dueño de mi hacienda, el responsable de mis campos, la mano certera de mis sembrados¡ ¡TODO ESTÁ EN TI, SEÑOR!
ANTONIO ARANDA CALVO, Sacerdote.
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