De belleza sin igual,
te creó Virgen María,
quien te tuvo como Hija,
entre todas preferida,
Madre de su Eterno Hijo,
sin mancha por tal concebida,
llena del Espíritu Santo, esposa y reina querida.
Así el Padre, el Hijo y el Espíritu,
te abren al misterio mismo
y mujer de carne y hueso
te elevan a lo divino.
Mujer, Señora, Madre, Hija y Esposa
de un único Dios en Tres Personas,
¡Misterio Infinito! ¡Belleza sin fin!
¡Cuánta bondad!
Flor de las flores, Virgen de vírgenes, Amor de amores.
Por eso brillas, con propia luz, entre los astros de cielo, con tu resplandor se ilumina la tierra
y te aclama sin cesar, diciendo
¡Bendita seas!
Antonio Aranda Calvo. Sacerdote.
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