Serenos,
con el corazón lleno de la Paz del Niño Jesús, nacido en Belén, vamos a
adorarle en este día. La Adoración a Dios es un ejercicio de fe grande, y
debemos practicarla en nuestra vida cristiana; sólo nuestro Dios y Señor merece
la adoración. Él merece no sólo que nos postremos de rodillas, inclinados en su
presencia y con lo más profundo de nuestro ser, sino además… que nuestra
actitud ante Él sea aquella de San Ignacio de Loyola “Tomad
Señor y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y mi voluntad,
todo mi haber y poseer; en una palabra, todo mi ser, vos me lo disteis, a vos
Señor lo torno, disponed de mí, según vuestra voluntad, ya que soy todo
tuyo, dame tu amor y tu gracia que ello me basta”
Hoy es un día para adorar al Señor…
Esta
Fiesta, tomada en la profundidad de su significado, tal como apareció en su
origen y como debemos vivirla en nuestro corazón de cristianos maduros, nos
invita a pensar en tres mensajes: (Bien es verdad que no es necesario quitar la
ilusión de los niños y menos aún la de aquellos que jamás la hayan tenido… “de
los reyes magos”.- Pues bien, vayamos adelante:
A.- Hemos escuchado en la lectura de
Isaías: Llega la Luz, la gloria del Señor… Las tinieblas cubren la tierra, pero
sobre ti amanecerá el Señor… Levanta la vista en torno y mira… AQUÍ TENEMOS UNA PRIMERA LLAMADA y es “mirar hacia
arriba…” dejar a un lado todas las tristezas de este mundo, los miedos, los
sufrimientos, disgustos y sinsabores… egoísmos, disgustos y envidias ¡y son
tantos! Mirar hacia
arriba, hacia la luz de Dios, donde hay alegría y paz, fraternidad, sencillez,
amor, cercanía, de Él con nosotros, Emmanuel-Dios-con-nosotros. Esa LUZ nos iluminará como sucedió con los Magos
de Oriente y atraídos por ella, nos dirigiremos a adorar al Niño que está en el
pobre portal de la humanidad… -pues acampó entre nosotros-
B.- Para poder llegar hasta
Él, así en el pobre portal, tenemos que recorrer un camino: el camino de la fe
en el Señor… y desde la fe ADORARLO… ¡Señor yo creo, pero aumenta mi fe! La fe
a veces se vuelve obscura, recordemos a San Juan de la Cruz “la noche obscura
del alma” y entonces habrá que pedirla, aún con más insistencia; pero también
la fe nos da la alegría de saber de quien nos fiamos… de un Dios que no nos
puede fallar, porque su Palabra es fiel y sellada por la Sangre de su
Hijo. El camino de seguimiento a Jesús hasta
ADORARLE, a veces, se presenta dificultoso, cuesta arriba y hasta cargado con
la cruz…nosotros que miramos tanto a Ntro. P. Jesús no puede extrañarnos,
estamos familiarizados con ello. Vamos
a pedirle su fuerza y su Gracia, sólo con ello podremos todo obstáculo y ADORAR
EN ESPÍRITU Y VERDAD A NUESTRO DIOS.
La Adoración de los Magos
C.- Llegando al Portal encontraron, vieron, al Niño con María y José Se llenaron de gozo, le adoraron y le ofrecieron sus dones. Nosotros caminando en la fe, nos iremos encontrando con Jesús y le iremos adorando… seguro que nos encontraremos con Él: en el hermano débil y menesteroso, en las obras de caridad, en particular o colaborando con los grupos dedicados a ello; en la Palabra proclamada dentro de la Comunidad o a solas a partir de las Sagradas Escrituras; en las Asambleas Eucarísticas bien celebradas, vividas y participadas; en la oración con la comunidad y o solas a través de la naturaleza y con los medios de oración. Adoremos al Señor en todo momento y démosle gracias, siempre y en todo lugar… porque su Amor no tiene fin.
Antonio Aranda Calvo. Sacerdote.
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