(LECTURAS:
Números 11, 25-29; Salmo “Los mandatos del Señor son rectos y alegran el
corazón”. Santiago 5,1-6. Evangelio de Marcos 9, 38-43. 45. 47-48. )
2.- La carta de Santiago continúa con su dureza y claridad; teniendo el texto a la vista, podemos cada uno de nosotros mirarnos en el corazón para ver si “ricos” o “pobres” estamos corrompidos y se nos pueden aplicar las condenas que aparecen en esa lectura, y más que juzgar a los demás, tratemos de convertirnos nosotros.
(Primo hermano de Cristo)
El Greco (1541-1614) Óleo sobre lienzo.
Se conserva en la Catedral de Santa María de Toledo
3.- El Evangelio siempre nos ilumina y a veces nos desconcierta. Hoy nos presenta unas claves básicas:
a) Siempre sumar y nunca restar… en el Corazón de Jesús estamos todos metidos por su bondad y misericordia; para Él todos somos suyos y debemos ser “nuestros”… nadie debe ni puede excluirse de hacer el bien. Jesús va contra toda envidia, todo agravio comparativo; por eso dejemos que la Gracia de Dios actúe en cada persona y respetemos la libertad y modo de ser de cada persona guiada por Dios… Siempre sumar y seguir.
b) El dar y compartir, el agradecimiento por lo recibido, disfrutar de las cosas pequeñas… nos puede abrir a un gozo profundo, del que saborea las cosas pequeña como se recrea el Corazón de Cristo con lo humilde y sencillo.
c) Sin embargo, los escándalos que apartan de la fe, ensucian el corazón y envuelven a inocentes y una vida degenerada… son condenados por Jesús. ¡Ay de aquellos que provocan el escándalo!
d) Con Jesús debemos proclamar que todo aquello que puede llevar a otros por el mal camino, ante Dios y ante la sociedad, hay que cortarlo. Hemos de luchar para evitar el pecado sobre todo en los inocentes… y facilitarles el camino de su realización humana y salvación eterna.
e) Debemos cortar
sin piedad todo aquello que nos aparta de Dios o nos mete en
situaciones graves, y nos enreda en el peligro de perdernos o de que otros se
pierdan.
f) Rompamos con situaciones ambiguas que matan el corazón, con todo lo que huele a muerte, escándalo o destrucción (páginas de Internet, p.j.e.)
g) No seamos
ingenuos: vale más vivir y después entrar en el cielo, cortando
con aquello que pueda impedirlo, que perdernos y ayudar a los demás a perderse.
Antonio
Aranda Calvo. Sacerdote.
No hay comentarios:
Publicar un comentario