(Lecturas Primer
Libro de los Reyes 19,1-8. Salmo 34(33),2-3.4-5.6-7.8-9. Carta de San
Pablo a los Efesios 4,30-32.5,1-2. Evangelio según San Juan 6,41-51.)
Santo Domingo de Guzmán, en
oración
El Greco (1600-1610) - Óleo sobre lienzo (75
cm. × 58 cm)
Estilo Manierismo - Unicef, New York
Con gozo nos reunimos en
este día 8 de agosto: Domingo, día del Señor, Día Santo. En este Templo
Parroquial del lugar de Monte Lope Álvarez. Hoy
recordamos a Santo Domingo de
Guzmán, fundador de la Orden Dominica, quien, siendo estudiante
en Palencia, lo dejó todo para llenarse de Cristo y así llevarlo a los demás.
Nosotros, aquí especialmente, celebramos el
Martirio del Beato Manuel Aranda, quien en un día como hoy,
entregó su vida a Dios, a los 20 años, por permanecer fiel a su Señor Jesús a
quien se había entregado de todo corazón, llevando a la práctica aquel “Antes
morir que pecar”. LA CRUZ a la que podemos peregrinar después de la Misa es un
recordatorio de ello. Pero debemos pensar y contemplar la Palabra de Dios que
ha sido proclamada.
Nos fijamos en la segunda lectura, San Pablo a los Efesios,
en que nos dice: “No entristezcamos al
Espíritu Santo de Dios con el que nos ha sellado para el día de la liberación”
… ¿Y cómo podemos entristecer al Espíritu? Por el Espíritu que
recibimos en los sacramentos del Bautismo y de la Confirmación nos
comprometimos a: 1) Renunciar al mal y 2)
Adherirnos al bien.
1º.- Renunciar al mal significa un no al
pecado, a Satanás, un no a la cultura de la muerte que se manifiesta en el
engaño, la injusticia, el desprecio al otro, la enemistad o el odio… por el
contrario la Vida Nueva que nos dio el Espíritu nos lleva a rechazar toda
división y discordias, El mismo Pablo nos
invita a arrancar del corazón la amargura, la ira, los enfados, los insultos y
toda clase de maldad… porque todo eso puede ENTRISTECER AL
ESPIRITU.
2º.- Pero no basta evitar el mal para contentar al Espíritu,
ser fieles a Dios y amigos de CRISTO JESÚS…para ello es NECESARIO promover y hacer el bien… es decir: “sed
buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios nos perdonó en
Cristo. Hoy encontramos en nuestro Beato Manuel Aranda,
Seminarista de la Diócesis de Jaén, un muchacho de 20 años que no quiso
entristecer al Espíritu, sino que se adhirió a Él y fue fiel a Dios hasta la
muerte, pues que en un momento crucial de su vida optó por Dios renunciando a
una existencia prometedora de joven de 20 años. Podemos hoy mirar a Manuel como
paisanos, familia, amigos y devotos para aprender de él e imitarle, además de
pedirle su intercesión a favor nuestro. ¡Beato Manuel Aranda, mira nuestra
tierra y nuestra gente! ¡Tú, nuestro Ángel Tutelar, ¡qué bueno fueras! Para que
haya sacerdotes, intercede. Para nosotros abundante paz, amor y vida. AMÉN.
Antonio Aranda Calvo. Sacerdote.
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